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NO FICCIÓN
EL CENTENARIO DE
LENIN DEJA UNA
REINTERPRETACIÓN DE
LA CAÍDA DE LA URSS
Cuando se cumplen cien años del fallecimiento del histórico líder soviético, el
analista político Santiago Armesilla desarrolla una crítica inédita publicada por
Almuzara.
Con motivo del aniversario
la muerte de Vladímir Ilích
Uliánov, más conocido
como Lenin (1870-1924), se
han publicado este año libros de todo
tipo. Destaca Lenin. El gran error que
hizo caer la URSS. Entre todos ellos,
y en el catálogo general de Almuzara,
destaca Lenin. El gran error que hizo
caer la URSS.Una crítica marxista al
derecho de autodeterminación. Su
autor es Santiago Armesilla (Madrid,
1982), politólogo y doctor en economía
política y social que representa un caso
particular en el debate de las ideas
en España porque, en primer lugar,
aúna en su persona la erudición y la
divulgación: es un conocido youtuber,
que analiza la actualidad de forma
precisa y amena. Esto no impide
que sea un escritor profundo, como
había demostrado anteriormente en
El marxismo y la cuestión nacional
española (2017), La vuelta del revés
de Marx (2020) o Iberofonía y
socialismo (2022). Por otro lado, es
un autor singular por su pensamiento,
que sintetiza el marxismo con el
materialismo de Gustavo Bueno,
desarrollando una propuesta personal
que llama “materialismo político”. Entre
otras muchas cosas, el materialismo
político plantea que la Historia es fruto
de una dialéctica entre clases, como
decía Marx, pero también entre estados
y entre imperios. Es una visión sintética,
que le permite dialogar con autores de
derechas e izquierdas por igual, y a él
mismo definirse como “ateo católico”.
Es significativo que el libro cuente con
un prólogo de Pedro Insúa, filósofo de
izquierdas, y con un epílogo de José
Javier Esparza, historiador de derechas.
Incuestionable originalidad
Más allá de aceptar o no sus postulados,
es innegable que el libro que nos
ocupa es muy original. Armesilla
decidió no escribir otra biografía
de Lenin, sino analizar el que, a su
juicio, fue su gran error: la aceptación
del derecho de autodeterminación,
que a la larga acabaría provocando,
y esta es la tesis central del libro, la
disolución de la URSS en 1991. Así
pues, el blanco del ataque de esta
obra es la idea de autodeterminación;
y de hecho, se habla en ella más de
este concepto que del propio Lenin.
Armesilla parte de una constatación:
el individuo no existe. Nacemos en
sociedad y no podemos ser causa de
nosotros mismos. De ahí que no sea
posible la autodeterminación, sino
solamente la heterodeterminación o la
codeterminación, y esto a nivel personal,
social, estatal o internacional. Puede
sonar sorprendente, pero realmente
es algo que la tradición occidental ha
asumido siempre, por lo menos desde
que Aristóteles definió al hombre
como Zoon politikon (“animal político”).
Podremos discutir si es la comunidad,
y no la asociación o el Estado, lo
que configura en primer lugar esta
dimensión de la persona. Pero lo cierto es que nadie se da la vida a sí mismo,
ni se desarrolla después sin contar con
los demás. Hemos de preguntarnos
por tanto cuándo se desarrolló
la “ideología autodeterminista”, y
Armesilla, después de analizar el
concepto de libertad entre los griegos
y los modernos, señala tres momentos
clave. El primero fue el nominalismo
de Escoto y Ockham, que rompió
en la Edad Media con la escolástica
de tradición aristotélica al señalar
que solamente existe lo individual.
El segundo, la ruptura protestante,
que mantuvo esta concepción y,
enfatizando el subjetivismo, preparó
el camino a Descartes con su “pienso,
luego existo” (aseveración que
implica que el pensamiento soberano
crea la realidad). El tercer momento
llegó con el idealismo filosófico
alemán (de Fichte a Hitler, pasando
por Herder, Hegel o Nietzsche), que
secularizó todo lo anterior y apostó
por lo que Armesilla llama la “idea
nominalista protestante de nación”:
según esta percepción, la nación deja
de entenderse como una realidad
histórica (ergo, dada), para entenderse
como el fruto de una voluntad colectiva
que se crea a sí misma. En este sentido,
una cuestión clave es que la idea de autodeterminacion se identifica con
la idea de creación ex nihilo. Esta
noción procede del cristianismo,
defensor frente a los griegos de un
Dios soberano cuyo poder crea de
la nada. La secularización de este
principio es el origen de la soberanía
moderna, identificada con el individuo
(liberalismo), la nación (nacionalismo) o
la clase social (socialismo).
Más allá de las ideas, Armesilla
analiza cómo el primer momento de la
Historia en el que el “autodeterminismo”
se puso por escrito fue la Declaración
de Independencia de Estados Unidos
(1776). Pero este es precisamente un
ejemplo, como pocos existen, de la
falsedad del concepto: “sin la ayuda de
España, Estados Unidos no existiría”,
afirma el autor, porque su ayuda
material, como la de Francia, posibilitó
la independencia de las 13 colonias. Es
decir, que EE UU no se autodeterminó,
sino que se codeterminó junto
con España y Francia. De forma
argumentada, Armesilla expone cómo
a pesar de esto, desde entonces la idea
de autodeterminación ha vertebrado
el discurso de las ideologías de la
Edad Contemporánea: primero fue
reivindicado por las tres que han dado
forma a los siglos XIX y XX, a saber,
liberalismo, nacionalismo y socialismo.
Y después, ya en el XXI, por otras
como el feminismo de género o el
indigenismo. También está presente
en otros conceptos más populares,
que Armesilla igualmente define como
míticos, entre ellos el de “autoayuda”.
Esta historia intelectual del derecho
de autodeterminación es de lo más
interesante del libro. Pero, recordemos,
el objetivo de Armesilla es explicar
cómo la entrada en el pensamiento de
Lenin de una idea que, a su juicio, es
más bien liberal y de origen protestante,
generó la disolución de la URSS. Para
exponerlo, analiza también la idea de
nación marxista, e ideas como las de
pueblo, federalismo y confederalismo o
estado multinacional. También estudia
varios países comunistas (además de
la URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia
y Etiopía) y no comunistas
(Liechtenstein, Quebec y Escocia) para
analizar los efectos que ha tenido,
al incluirse en sus normas jurídicas,
este derecho. Igualmente, analiza el
contexto español, mostrando cómo,
por presiones de Moscú, el PCE fue el
primer partido que defendió, ya en la
década de 1920 e incluso antes que
los partidos regionalistas, el derecho
de autodeterminación. Armesilla, que
militó en el PCE pero lo abandonó en
gran medida por su posición ante el
secesionismo catalán, habla en este
sentido del “el pecado original del
comunismo español”. Estudia en estas
páginas cómo los distintos partidos
de izquierda han acogido o no este
principio, y asimismo su proyección en
las repúblicas sudamericanas. En este
sentido, vinculándolo con la dialéctica
de imperios y el influjo del mundo
anglófono sobre el iberófono.
Lenin. El gran error que hizo caer la
URSS es interesante por dos buenos
motivos: aporta una interpretación
alternativa sobre la caída de la
URSS, que complementa otras más
centradas en la lucha contra EEUU en
la Guerra Fría o la crisis económica;
y realiza un análisis minucioso de la
autodeterminación, un concepto clave
del pensamiento contemporáneo,
presente en casi todas las ideologías.
Por Juan Bagur Taltavull.
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