Artículo de Santiago Armesilla sobre Iberofonía en el diario español ABC
Publicado en ABC, el 7 de abril de 2021:
La publicación de un libro colectivo presta atención a la influencia cultural y científica de ambas lenguas
En los últimos meses tuvimos la buena noticia de la publicación de un libro colectivo, bajo el auspicio del Instituto Cervantes y su homólogo portugués, el Instituto Camões, sobre algo tan obvio como fundamental y que se expresa llanamente en su mismo título: la proyección internacional del español y el portugués a partir de la afinidad lingüística existente entre ambos idiomas. Este trabajo, elaborado en edición bilingüe por especialistas en ambos idiomas, aborda su objeto de estudio desde una perspectiva casi siempre paralela y algunas veces en un sentido un poco más convergente. Presta atención, desde un amplio enfoque, a la propia proximidad lingüística, a la internacionalización, al valor económico, a la enseñanza de estos idiomas como lenguas extranjeras, a la condición de ambas como lenguas de comunicación internacional, a su influencia cultural y científica, a su posición como lenguas globales y a sus posibles estrategias de cara al futuro.
Encontramos el antecedente más cercano de este trabajo en el volumen de la Revista Iberoamericana de Educación titulado 'Bilingüismo: español y portugués. Lenguas que conviven en Iberoamérica con otras lenguas', publicado en 2019 por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), con ocasión de su 70º aniversario, y que fue presentado en la Primera Conferencia Internacional sobre las Lenguas Española y Portuguesa, celebrada también por esta organización internacional.
Lo primero que nos preguntamos es cómo es posible que algo tan elemental haya tenido que esperar hasta finales de 2020 para ser tratado directamente por las instituciones oficiales que desde España y Portugal se dedican respectivamente a la promoción del español y el portugués, más aún cuando los Jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos, reunidos ya hace mucho en la Cumbre de 1995, en Bariloche, Argentina, reconocieron que ambos idiomas constituían conjuntamente una «base lingüística común».
De hecho, como viene señalando desde los años noventa el politólogo español Frigdiano Álvaro Durántez, precursor de la idea de un espacio multinacional de países hispanohablantes y lusófonos sin excepciones geográficas, «el español y el portugués son las dos únicas grandes lenguas internacionales –grandes en términos cuantitativos– que son al mismo tiempo recíprocamente comprensibles en líneas generales». Su último libro –'Iberofonía y Paniberismo. Definición y articulación del Mundo Ibérico' (2018, Última Línea)– constituye un tratado general sobre esta materia, que resume el trabajo realizado por el Dr. Durántez en los últimos veinticinco años.
La razón de ese retraso ha podido ser doble. Por un lado, tal vez porque se trata de algo tan notorio que, por ello mismo, no ha recibido la atención merecida; y por otro, por posibles e históricos recelos desde el lado portugués a una estrecha cooperación en esta cuestión, con el objeto de evitar una supuesta «difuminación» del idioma portugués y de su influencia en el amplio espectro del español.
En el prefacio firmado por el ministro de Negocios Extranjeros de Portugal, Augusto Santos Silva, este subraya que la afirmación global de las dos lenguas «no implica competencia, sino convergencia; no significa disolución, sino concertación; no debilita a una en favor de la otra, sino que fortalece a ambas». Esto parece tan obvio que, en principio, no se entendería bien la necesidad de señalarlo; y difícilmente podría el idioma español albergar este temor… Por cierto, que en un libro de casi cuatrocientas páginas que trata sobre todo ello no se menciona ni una sola vez la palabra iberofonía y sus derivadas, que son las que aluden indefectiblemente a la afinidad entre el español y el portugués y a su proyección y unidad internacionales. Una terminología que, además, lleva años utilizándose.
En el libro se reconoce que la intercomprensión entre las dos lenguas, siendo evidente, es no obstante asimétrica, ya que el lusófono (nativo) tiene la ventaja subjetiva de entender mejor el español que el hispanohablante el portugués. Sin embargo, se silencia la otra cara de la moneda: que el idioma español es directa y universalmente entendido en todo el espacio lusófono, realidad objetiva que no se verifica del mismo modo en sentido inverso y que le otorga al español una proyección aún mayor de la que ya tiene. Tal vez los temores vengan de esta circunstancia, sobre todo si consideramos que hasta tiempos recientes en algunos sectores oficiales portugueses se negaba incluso que las dos lenguas se pareciesen.
En este mismo sentido, hay que destacar la insistencia en el libro, cuando se habla de cooperación entre ambos idiomas, de restringirla al espacio iberoamericano (América y península Ibérica), silenciando claramente la iberofonía africana y asiática. ¿Por qué? Sin duda, resulta obligado afirmar que esto no es correcto, ya que si buscamos una cooperación honesta y generosa entre las dos lenguas, ésta debe implicar a todo el espacio geográfico donde se hablan ambas, de modo que el español tenga en los países africanos de lengua portuguesa la misma proyección que se ofrece al portugués en muchos países hispanos, y, además, en beneficio de las propias sociedades africanas. Es urgente, por todo ello, deseuropeizar ya este debate y evitar que lógicas de geopolíticas de otros tiempos condicionen la necesaria concertación en una cuestión que afecta a más de ochocientos millones de personas de una treintena de países de todos los continentes, casi todos, por cierto, en América y África.
Sorprende también un tono casi triunfalista en alguna de las aportaciones de alguno de los especialistas lusófonos. La verdad es que tanto el portugués como el español, siendo idiomas muy importantes y con un prometedor futuro, tienen ante sí graves desafíos que conviene abordar con prudencia y tacto.
Por último, hay que reconocer el acierto de la afirmación de que «lo determinante no es tanto conocer profundamente y hablar el idioma del otro sin errores (…) sino, sobre todo, poder comunicarse y comprender el idioma del otro: que hispanohablantes y lusohablantes puedan hablar y escribir cada uno en su propio idioma y entenderse». Éste es el verdadero potencial de la proximidad lingüística, el verdadero potencial de una iberofonía que está en la base de un espacio multinacional cada día más reconocible de países de lenguas española y portuguesa de todos los continentes.
*Santiago Armesilla Conde es politólogo y doctor en Economía.