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¿Se puede ser de izquierdas y patriota? Entrevista a S. Armesilla
Amplio es el debate sobre si la ideología es una forma de pensar, o una forma de sentir. Y me posiciono sin posicionarme: para unos es una cosa y para otros, la contraria. Para aquellos que sobreponen el folclorismo iconodúlico a la consecución de metas, os pongo en advertencia, no será esta una entrevista placentera. No suele ser un pasatiempo gozoso que señalen las estulticias que a uno le son propias. Pero precisamente ese es el trabajo de nuestro entrevistado, el señor Santiago Armesilla. Comunista confeso y orgulloso, explícito y antiposmoderno, a pesar de dedicar su vida a la política, no es un político al uso. Ni parece pretender serlo. Su labor es mucho más profunda e interesante: criticar a la izquierda desde la propia izquierda para guiarla y adecuarla a los tiempos modernos y enfocarla hacia la consecución de sus fines. O como el mismo prosa: "hacer cartografía para los barcos".
Contradiciendo la lógica de aquellos que se llaman a sí mismos periodistas, Armesilla se encuentra cómodo. No obstante, es menester reconocer la extenuación que provoca su posición: la artillería de la derecha le dispara de frente, a la vez que también se encuentra torpedeado por la artillería que le dispara por retaguardia, desde la izquierda indefinida. Incordiando constructivamente, se pregunta: ¿se puede disponer de ortodoxia sin corpus político explícito? Y se afirma, que 'Sí, se puede'. Nótese la alegoría morada. La izquierda más allá del centro dispone de unos presupuestos ideológicos que por permanecer no escritos, intangibles, alcanzan un poder descomunal. Es esta la suerte de peronismo español al que aspira Podemos, como bien señala Armesilla en "Comprendiendo a Podemos".
En esta entrevista con Santiago Armesilla buscamos ahondar en la historia de España en pos de encontrar definición y hoja de ruta para solucionar el problema territorial enquistado, excesivamente latente en nuestro país. El «Problema de España» que une a los pueblos en una unidad política, como diría Gustavo Bueno. Y a fuerza de hablar de territorialidad, hablamos de gobierno y hablamos de políticas públicas, pues parafraseando a Pérez Royo: "los nacionalismos no tienen fuerza suficiente para independizarse, pero sí tienen fuerza para hacer imposible el funcionamiento democrático del Estado español".
Santiago Armesilla |
P- Argumenta usted en su libro “El marxismo y la cuestión nacional española”, que uno de los elementos de la ausencia de identificación patriótica dentro de la izquierda española fue la carencia de traducciones de los textos marxistas clásicos. Sin embargo, el sentimiento antiespañol está vigorosamente arraigado en el seno de la población tanto marxista-leninista, como de izquierda indefinida. Aparte de la Leyenda Negra de España, ¿qué factores actúan en el presente como inhibidores de un sentimiento patriótico en la izquierda?
R- En mi libro, ”El marxismo y la cuestión nacional española”, señalo que la hipótesis de que una de las razones de la identificación de la idea de España con el franquismo por parte de la gran mayoría de la “izquierda” española se debe, en gran medida, a la ausencia histórica de la construcción teórica de un marxismo netamente español y, por extensión, en español, que permita analizar no solo el desarrollo del modo de producción capitalista en España sino toda la Historia anterior al capitalismo en nuestra nación. Ello implica, sin duda, analizar el Imperio Español desde las coordenadas materialistas de Marx, cosa que él hizo en buena parte, y sobre la cual se debería continuar trabajando.
Algunos afirman, erróneamente, que el marxismo es una “ciencia” y que, por ello, no puede adaptarse a la idiosincrasia de cada nación. Pero ambas cosas son falsas. El marxismo no es una ciencia, es un sistema filosófico que bebe de las ciencias realmente existentes para desarrollarse, en todo caso, Marx pretendió apoyarse en ellas para superar el socialismo llamado por él “utópico”, pero sin negar sus logros, y avanzar a un socialismo “científico”. En otras palabras, crear un socialismo cuya construcción sea plausible partiendo de lo real y superándolo, hasta llegar al comunismo, situación en la que ya sería imposible volverá las relaciones sociales presocialistas.
Lo segundo es falso porque el marxismo solo ha triunfado donde se ha hecho plenamente nacional, es decir, donde, como afirma Doménico Losurdo, la causa socialista y comunista han tenido una profunda resonancia nacional, donde el internacionalismo político (que no étnico ni fraccionario), partiendo del Estado-nación realmente existente, ha sido profundamente nacional. Solo ahí los comunistas han podido vencer el ataque de quien quería derrocarlos del poder y conservarlo. Para poder llegar a esta situación en España, primero es necesario construir un marxismo netamente español, que nunca ha existido, sin negar las aportaciones valiosas que, en materias puntuales, han desarrollado algunos en materia económica, filosófica, antropológica, sociocultural, etc...
Para construirlo, es necesario superar los doce obstáculos históricos que, a mi juicio, han impedido dicha construcción, los cuales señalo en el libro: acabar con la Leyenda Negra antiespañola, que provoca endofobia entre nuestros izquierdistas; acabar con el peso político, cultural y educativo del krausismo, que impidió la entrada de Hegel en España por la “izquierda”, y que ahora es posible partiendo del materialismo filosófico de Gustavo Bueno, que recoge tanto a Hegel como a Marx y los entreteje con las tradiciones filosóficas netamente españolas del pasado; estudiar detenidamente los textos de Marx y Engels sobre España, traducidos por completo y bien solo desde 1998; triturar la influencia anarquista, antiestatista, en nuestros izquierdistas, diluida en otras tradiciones que nada tienen que ver con aquella; acabar con la influencia austromarxista en nuestros izquierdistas; destruir la socialdemocracia, tanto de Izquierda Unida como de Podemos, que impide construir un movimiento obrero revolucionario; disociar para siempre la idea de España del franquismo, analizando críticamente aquel periodo de la historia de España desde el materialismo histórico; denunciar la acción conspiradora que ejerció el Congreso por la Libertad de la Cultura contra nuestro país, y que hoy continúan las instituciones globalistas como Open Society, que buscan perpetuar el capitalismo liberal progresista a costa de la soberanía nacional y del bienestar de los trabajadores; arrinconar para siempre el legado eurocomunista del PCE; criticar el europeísmo, el atlantismo y la Leyenda Rosa de la Transición que preparó el terreno a ambos fenómenos; retomar las ideas nacionales de Rosa Luxemburgo, más adaptables al mundo ya postcolonial en que vivimos y sin Imperios multiétnicos y multirreligiosos en Europa oriental, más aún tras la caída de la URSS y de Yugoslavia; y destruir el postmodernismo de la izquierda indefinida. Como verás es una labor titánica, pero no queda otro camino.
El marxismo y la cuestión nacional española. Uno de los libros más influentes de Santiago Armesilla. |
P- Desde el independentismo, tanto vasco como catalán (entre otros), se alude a la defensa de la identidad propia frente a un movimiento centrípeto madrileño. Esto implicaría denominar “minorías” a estos grupos. ¿Estas “minorías” se constituyen en etnia, con una cultura propia e historia propia? ¿cuáles son los rasgos culturales que cohesionan a estas minorías? ¿podríamos hablar que en el caso español, los nacionalismos periféricos están constituidos únicamente de comunidades de habla diferenciada?
R- Que exista un movimiento nacionalista no implica que haya nación. De hecho, este es el argumento de los secesionistas contra España, pues tachan de nacionalista español a todo aquel que defienda la nación española, aunque nieguen que esta exista. La diferencia es que en origen, en curso y en cuerpo, el nacionalismo español es político, surge durante los primeros cinco periodos revolucionarios liberales que Marx y Engels constatan en sus escritos sobre España (Guerra antifrancesa, Trienio Liberal, Primera Guerra Carlista, Vicalvarada y Sexenio Democrático), mientras que los secesionismos catalán, vasco, gallego, etc., son étnicos, en tanto que reivindican una “cultura”, basada en la lengua pero, a su vez, firmemente unida a conceptos raciales y racistas.Esto a pesar del papel de regalo izquierdista y democrático con que lo han envuelto siempre.
Es falso identificar el nacionalismo español con la “derecha”, por mucho que el franquismo se apropiara de la idea de España, que la “izquierda” ha regalado porque les gusta ser eternos subcampeones, y así no equivocarse nunca. En los secesionismos encontramos derecha, extrema derecha e izquierda indefinida fundamentalmente. Es más, creo que ni siquiera deberían ser llamados nacionalismos estos secesionismos, aunque reivindiquen una supuesta nación inexistente, y su proyecto sea el de construir, como diría Bueno, una nación fraccionaria partiendo de una nación política canónica como la española. Las regiones de las cuales buscan secesionarse, expropiando al resto de españoles su derecho absoluto sobre esos territorios, que también son nuestros, incluidos los españoles de esas regiones que quieren seguir formando parte de España, no han sido jamás naciones. Por tanto, llamarles nacionalistas es una impostura. Llamémosles por lo que son: secesionistas, separatistas, neofeudalistas. Pero no nacionalistas. El nacionalismo, propiamente hablando, solo es aquel que reivindica una nación realmente existente, es decir, un Estado-nación. Todo lo demás es etnicismo. El nacionalismo italiano y el alemán solo fueron reales cuando se unificaron Italia y Alemania. Antes solo eran irredentismos, integracionismos, pero realmente no nacionalismos. Las naciones surgen con el Estado, no antes de él.
"El catalanismo no es nacionalista, es neofeudalista" |
P- Tanto Lenin como Stalin, entre otros teóricos de la izquierda marxista reivindican la supuesta autodeterminación de los pueblos a la que se acogen la izquierda nacionalista periférica en España. Sin embargo, en paralelo, el socialismo propone el centralismo democrático. ¿Es aplicable la autodeterminación únicamente al contexto imperialista donde escriben estos autores?
R- Lenin y Stalin solo vieron viable la autodeterminación para las colonias de Asia, África y América, y para las que poseían los Imperios multiétnicos y multirreligiosos de Europa oriental: Imperio Ruso, Imperio Austrohúngaro e Imperio Otomano. Tres Imperios que, tras la Primera Guerra Mundial, desaparecieron. Lenin y Stalin, partiendo de Marx, solo admitieron la autodeterminación para Irlanda, colonia del Imperio Británico. También para Noruega, colonia de Suecia tras el Congreso de Viena de 1815. Posteriormente a que ambos escribieran sobre esto, si Lenin quiso extender la cuestión era porque veía inevitable una revolución obrera mundial, y entendía que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas era el preludio de una federación universal de pueblos en el socialismo. La historia no le dio la razón a Lenin, y de ahí el necesario repliegue de Stalin denominado “socialismo en un solo país”, que en el fondo no era sino el proyecto de convertir la URSS de 1924 en una superpotencia mundial desde la que influir en la construcción del socialismo en otros Estados. De ahí la labor de la Komintern, que cometió muchos errores por cierto, como hacer virar al PCE en España hacia la defensa de la autodeterminación de Cataluña, Galicia y País Vasco, error que, caída la URSS, seguimos pagando.
Muchos no entienden todavía que ese fue uno de los motivos por los cuales el bando segundorrepublicano perdió la Guerra Civil Española. En política, como en la vida en general, la verdad de toda acción se mide no por sus intenciones, sino por sus resultados. El resultado de aplicar la autodeterminación a los países comunistas significó la balcanización de Yugoslavia, de la URSS, de Checoslovaquia y de Etiopía, que perdió Eritrea y se quedó sin salida al mar. Una absoluta catástrofe geopolítica. El resultado, en España, de que exista una “izquierda comunista” que defienda modelos federales, confederales, plucinacionales y la defensa de la autodeterminación de las regiones, conlleva solo dos cosas: convertirse en el amante pasivo del secesionismo, y conseguir el desprecio más absoluto por parte de la inmensa mayoría de los trabajadores. Y, por tanto, no gobernar nunca, no realizar la revolución nunca. Aunque esta gente, en realidad, nunca ha querido la revolución. Solo quieren mantener chiringuitos pequeños y poner y quitar carnets en base a la idea de España que se tenga.
Territorios de habla hispanoportuguesa. |
R- Aplicando lo que dice el marxismo: República Unitaria Centralista e Indivisible. República Democrática (dictadura revolucionaria del proletariado) sin separatismos. Con todo lo que conlleva, también en materia de enseñanza de Historia, por ejemplo.
P- En cuanto a la Unión Europea, abandonarla conllevaría recuperar la soberanía nacional pero también perder capacidad de influencia internacional. ¿Es posible desde el marxismo apostar por reformar la Unión Europea y construir un modelo político unitario? ¿Es el Spexit deseable y/o viable?
R- La Unión Europea tendría que convertirse en un Estado-nación único para que tuviese sentido utilizarla para la construcción del socialismo, y eso requiere que la UE hable un único idioma (¿alemán? ¿inglés? ¿ruso, que es el idioma más hablado de Europa? ¿esperanto?), y eso requiere siglos para realizarse. España tiene una alternativa geopolítica en la Iberofonía, el mundo hispano-luso, dos lenguas universales mutuamente comprensibles, que comprende a más de 800 millones de personas repartidos en más de 30 Estados de los cinco continentes. Más fácil de unificar en tanto que hay mayores similitides lingüísticas, culturales e históricas, sin negar su variedad. Por eso es tan necesaria la construcción de un marxismo netamente español que acabe con las doce causas que impidieron su construcción y que cité en la primera respuesta. Lo más difícil ya está hecho, la Iberofonía existe. Ahora construyamos un marxismo netamente en español para caminar hacia un Paniberismo Socialista.
P- El iberismo es una de las soluciones políticas que se plantean para resolver la cuestión territorial. ¿Las influencias geopolíticas harían descarrilar este proyecto político? ¿Cree que hay un sentimiento de cierta predisposición social a una unión política?
R- Hay un porcentaje alto de la población en Portugal y en España que estaría de acuerdo, pero dentro del iberismo hay corrientes balcanizantes, federalistas, confederalistas y secesionistas antiespañolas. En el paniberismo, por el contrario, se respetaría la soberanía nacional de cada Estado iberófono, su integridad territorial y su independencia respecto de los demás. Nunca se ha planteado paniberismo alguno que busque balcanizar las naciones políticas panibéricas. El iberismo solo tiene sentido como episodio del paniberismo. Y antes de confraternizar con Portugal, a la cual hay que respetar en su independencia y soberanía, hay que resolver los problemas internos de España.
P-En cuanto a la Constitución Española de 1978, desde el punto de vista analítico ¿es correcto hablar de “nación de naciones” en España? ¿Es la nación política española la única existente en el territorio español?
R- La nación política española es la única existente en el territorio español. No hay más. El problema es que el artículo 2 de la Constitución Española de 1978 reconoce nacionalidades sin decir cuáles son ni de qué tipo (una nación política española compuesta por diversas etnias podría ser una solución en su día, pero ya ni siquiera son etnias diferenciadas las regiones con movimientos separatistas, las cuales solo se diferencian del resto por tener movimientos secesionistas amamantados por PP y, sobre todo Unidas Podemos y PSOE, con el único objetivo de gobernar desde Madrid). Y nacionalidad y nación son lo mismo.
La Constitución Española de 1978 es el mejor aliado del secesionismo. Al no ver esto ni PP, ni PSOE, ni Unidad Podemos, ni Ciudadanos, ni Vox, todos estos partidos se convierten en cómplices necesarios de la balcanización de España, por su constitucionalismo. Otra cuestión es que, dentro de lo malo, algunos de estos partidos sean más enérgicos contra el secesionismo. Pero solo tratan de aguantar para mantener, algo más de tiempo, la unidad de España, cuyo mayor peligro es su disolución en la Unión Europea.
Pedro Sánchez (PSOE) y Santiago Carrillo (PCE) engalanados con los símbolos patrios |
P-Algunos intelectuales (como Ernesto Alba del PCE-A) y periodistas (entre los cuales encontramos por ejemplo a Carme Chaparro, Pablo Linde, David Moreno…) parecen estar haciendo campaña a favor de la implantación de un sentimiento patriótico de izquierdas, el cual parece tener acogida, ya que la resignificación de la bandera copa el debate en redes sociales ¿tiene potencial esta izquierda patriótica para convertirse en un movimiento influyente en el futuro?
R- El tiempo lo dirá. Se trata de acciones encomiables, pero lo arduo no es solo construir una “izquierda patriótica”, que para eso ya existía UPyD, que era un partido socialdemócrata que se lo cargaron solo porque empezó a encabezar denuncias judiciales contra PP y PSOE. Aparte, fueron tachados, injustamente, de “extrema derecha” solo por oponerse al secesionismo. Ese partido es historia, y su recorrido demuestra que no basta con construir una “izquierda española”. El trabajo que hay que hacer es desde los cimientos. Primero la cartografía (la construcción teórica), luego los barcos (el Partido) y por último la navegación (la toma del poder, que obligará a modificar cosas de los barcos y de la construcción teórica).