Publicado en Crónica Popular y La República: http://www.cronicapopular.es/2014/12/los-siete-grandes-tabues-de-las-izquierdas-espano...
Publicado en Crónica Popular y La República:
http://www.cronicapopular.es/2014/12/los-siete-grandes-tabues-de-las-izquierdas-espanolas/
http://www.larepublica.es/2014/12/los-siete-grandes-tabues-de-las-izquierdas-espanolas/
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Desde antes de la Transición
Española, las distintas generaciones y corrientes de izquierdas que en España
han desarrollado su actividad con mayor o menor éxito, han acabado por no
distinguir entre el adaptarse a los tiempos y el que los tiempos los adapten a
ellos. Tras el fracaso soviético, el dominio prácticamente absoluto de la
socialdemocracia desmarxistizada y confundida con el liberalismo (que algunos
llaman neo-, como intentando salvar al liberalismo clásico de su supuesto
"hijo" radicalizado) en prácticamente todas las democracias de
mercado pletórico capitalista, ha ayudado mucho a esta confusión que dije al
principio. De ahí que, desde la escuela, los medios de comunicación de masas de
todo tipo -incluido Internet-, las Universidades e incluso las expresiones
artísticas, esta socialdemocracia liberal, como ideología viscosa que todo lo
impregna, se haya convertido en la verdadera ideología dominante del
capitalismo actual.
De ahí que, y siguiendo la
doctrina del fin de la Historia del funcionario estadounidense Francis
Fukuyama, que a finales del siglo XX anunció que la democracia liberal-burguesa
será la dominante de manera estable tras el derrumbe comunista, la viscosidad
de la ideología dominante socialdemócrata y liberal impregne hasta a los más
acérrimos opositores al capitalismo, salvando excepciones. Y de ahí que muchos,
en vez de ser "anticapitalistas" (con toda la oscuridad y confusión
que esta etiqueta conlleva), sean más bien "contracapitalistas", esto
es, contradistintos al sistema económico (e ideológico) capitalista pero desde
una oposición que parte de una raíz similar, sino la misma. Muchas personas son
liberales sin saberlo, y ese es el gran logro histórico de la ideología liberal.
El régimen de 1978, que sirvió de
prólogo para esta situación ideológica y política, en la que el franquismo y la
oposición al mismo se fusionaron reconvertidos en el magma ideológico
socialdemócrata-liberal, teniendo como marco de juego la Constitución actual,
ha posibilitado que la ideología dominante haya trastocado, de momento de
manera catastrófica, a las generaciones de izquierdas políticamente definidas
más fuertes de los últimos doscientos años. Tanto el anarquismo, como la
socialdemocracia originaria, como el comunismo o el maoísmo (no hablemos aquí
del jacobinismo o el liberalismo doceañista, espectros del pasado que, como
sombras chinescas, se ven más como anécdotas curiosas sus hazañas
revolucionarias que como herencia necesaria para los militantes actuales), han
asumido sin pestañear y (casi) sin reflexionar, las ideas más peregrinas de
este mejunje ideológico dominante capitalista que, si reflexionamos, veremos
que es coherente con ese criptoliberalismo del que no se pueden desprender ni
siquiera los líderes de las formaciones políticas españolas que se llaman a sí
mismas "izquierda transformadora" y epítetos similares que, en
realidad, no significan nada.
La ideología dominante, cual
Matrix, hace que se conviertan en dogmas de fe ideas que, previamente al
desarrollo estructural de las bases socioeconómicas e institucionales que
posibilitan que esa ideología dominante se conforme y se convierta en gasolina
de dichas bases, no eran más que obstáculos a la conformación de verdaderas
alternativas revolucionarias tal y como siempre se habían conformado. De ahí
que los que las han asumido las defiendan con uñas y dientes, creyendo incluso
que quienes critican estas ideas son en realidad "el enemigo" amigo
del capitalismo y del Orden Establecido, o algo peor incluso, un
"facha". Estarías dispuestos a destruir a quien sea que ponga en tela
de juicio, como mínimo, estas siete ideas que expondré a continuación, las
cuales se han convertido en tabúes.
El DRAE define tabú en su primera
acepción como la "condición de las personas, instituciones y cosas a
las que no es lícito censurar o mencionar". La Wikipedia afirma, en el
primer párrafo sobre la entrada "tabú" que es "la prohibición
de algo supuestamente extraño (en algunas sociedades), de contenido religioso,
económico, político, social o cultural por una razón no justificada basada en
prejuicios infundados. Romper un tabú es considerado como una falta
imperdonable por la sociedad que lo impone". Con todas las salvedades
antropológicas evidentes que el término tabú conlleva, estamos hablando aquí y
ahora de tabúes ideológico-políticos y sociales con implicaciones directas en
el quehacer revolucionario, si es que lo hay, de muchas organizaciones. Y sin
tabúes en tanto que son asumidos tanto por la ideología dominante como por los
"dominados dominantes", los cuales, sin saberlo, legitiman el Orden
Establecido que dicen pretender derribar, defendiendo estos tabúes que, a la
larga, aseguran lo que a todo capitalistas, comerciante y hombre emprendedor
importa: la paz social que asegure el comercio. Una paz social que, no
obstante, no tendrá reparos en usar el "mal necesario" de la
violencia y la guerra al tiempo que las condena cuando se opone a la
instauración de su paz comercial. Pues la paz es siempre la paz del vencedor
sobre el vencido.
De ahí este artículo, y de ahí
esta lista. Estos son los siete grandes tabúes de las izquierdas españolas, los
cuales, incluso, se interrelacionan políticamente entre sí, pues se suelen
tomar todas como pack izquierdista que, en parte o en todo, nunca se cuestiona.
Advierto previamente: puede que
este artículo no guste, pero no está escrito para "gustar" a quienes
han comprado este pack de tabúes. Y si los compradores de este pack me acusan
de "fascista" o "facha" por cuestionar dicho pack, habré de
decir dos cosas: primera, que no lo soy (soy militante del PCE), y segunda, que
con esta reacción me darán la razón.
1) El tabú de la nación
española.
Este es el primer tabú, el más
duro de vencer durante décadas, y del cual, en cierto sentido, dependen los
demás. Desde los últimos años del franquismo, y debido a una asociación de
ideas tremendamente irreflexiva e infantil, se ha asociado la idea de España
con Franco. Es comprensible que así haya sido, pues tras la Guerra Civil Española,
la idea de España fue absorbida prácticamente por el régimen vencedor de la
contienda, ideologizada y hegemonizada por él, al tiempo que el régimen hijo de
aquel, el de la Transición y en el que actualmente vivimos, lo
"desideologizó" en parte, sustituyendo el nacionalcatolicismo por el
patriotismo constitucional a lo Jürge Habermas. España pasó así, y gracias a
los que pactaron la Transición (franquistas reconvertidos y opositores
"reconvertidos") de ser una "unidad de destino en lo
universal" a ser una cosa que nació en 1978.
En el fondo, ambas ideas son la
misma: dejando de lado lo absurda que es la idea de "unidad de destino en
lo universal" de José Antonio Primo de Rivera (una cuchara, una hez fecal
o un planeta también son "unidades de destino en lo universal" en
tanto que reposan y se mueven en el espacio-tiempo), lo cierto es que la idea
de una "España eterna" de esencial sociales anatómico-orgánicas y
católicas, fue Madre de la idea de una España fruto del "consenso"
ideológicos de los enemigos de ayer / hermanos de hoy. El patriotismo
constitucional español habermasiano es hijo del esencialismo franquista.
Pero, ¿eso conlleva negar la idea
de España, negar la existencia de España como nación e incluso buscar su
destrucción porque se considera que es algo "facha", de
"derechas" o "antidemocrático"? En absoluto. Las izquierdas
que nacen en la Transición y antes, en el tardofranquismo, con cómplices
totales de esta situación, por no haber reclamado jamás el patriotismo español
para sí cuando tenían más motivos que la "derecha" para hacerlo.
España, como unidad política histórica, sí, nace con los Reyes Católicos, y la
idea de conformar esa unidad nace, sí, con la Reconquista frente a la invasión
islámica del Reino Visigótico. Pero España, como nación política en sentido
contemporáneo heredado de la Gran Revolución Francesa, nace con la Guerra de
Independencia de 1808-1814 y con la Constitución de Cádiz de 1812.
Las izquierdas definidas
españolas deberían reclamar esa herencia, pero no lo hacen porque asocian
España, no a las Córtes de Cádiz, sino a Franco. Y por extensión, asocian las
Córtes de Cádiz, y toda la Historia de España anterior, con Franco. Así, Franco
se convierte, no ya solo en la excusa ideológica de una clara muestra de pereza
intelectual y mental que hace que se defiendan ideas separatistas por el mero
hecho de ser antifranquistas (primero como si Franco todavía viviese, y segundo
por asociar infantilmente que todo lo que no sea franquista o de
"derechas" es lo mismo que uno, que es aliado e incluso amigo), sino
sobretodo, en una figura histórica cuyos enemigos, sin saberlo, engrandecen
cada vez más. No hay nada más lamentable que otorgar victorias a figuras del
pasado una vez muertas hace tiempo. Y las izquierdas le otorgan victorias a
Franco muerto hace ya cuarenta años, mientras sigan asociando la nación
política española a su persona.
Algunos han intentado romper,
desde las izquierdas, esta asociación, pero sin éxito. El último ejemplo es
Pablo Iglesias, de Podemos, al hablar de patriotismo para asociaron a un
proyecto de cambio en España. Va por buen camino, pero no puede evitar
arrastrar los dejes criticados en este artículo al apoyar el "derecho a
decidir" de catalanes, vascos o andaluces, de balcanizar España mediante
el voto. O lo que es lo mismo: la estupidez de Pablo Iglesias, y de personas
dentro de Podemos, Izquierda Unida, el PSOE y otras organizaciones políticas,
le lleva a pensar que otorgar un privilegio equivale a dar un derecho. Cuando
se pretende que sobre la unidad de la nación española, que existe, no puedan
decidir todos los españoles, sino solo aquellos censados en municipios de una
región determinada donde hay una oligarquía política y económica determinada
con poder para presionar a un Estado central que consiente y se beneficia de la
existencia de esa oligarquía, se está más cerca de la derecha, incluso de la
extrema derecha, que de las izquierdas.
Romper este tabú ese esencial
para avanzar en positivo. Mientras las izquierdas a nivel organizado no
defiendan la unidad de España, la igualdad de todos los españoles ante la Ley
en Derechos y Deberes, la unidad de los trabajadores españoles en una misma
sociedad política, y no se vea que todo separatismo es de derechas por el mero
hecho de ser separatismo, estas izquierdas no progresarán en nada. Y por ello,
los trabajadores seguirán votando a opciones políticas mayoritarias que
garanticen, mal que bien, la unidad de España, como son el PP y el PSOE.
2) El tabú del europeísmo.
Desde Ortega, se ha asumido que
"España es el problema, y Europa es la solución". Europa, un
término geográfico que ha sido siempre hegemonizado por Alemania como
"espacio vital" para construir su imperio depredador, bien sea por
vía bismarckiana, bien por vía hitleriana, es la excusa ideológica para imponer
esta hegemonía germánica sobre otros pueblos, siendo la Unión Europea su última
expresión. Pero no nos engañemos. La idea de Europa no puede asociarse jamás a
ninguna idea de progreso social o de "izquierdas", por más que Lenin
y Trotsky reclamaran unos "Estados Unidos de Europa" de corte
socialista-comunista que jamás existieron, y que la propia dialéctica de
Estados refutó históricamente, durante la Revolución Rusa, la Guerra Civil
posterior, la invasión extranjera del nuevo Estado soviético, la Segunda Guerra
Mundial y la Guerra Fría. Stalin se dio cuenta siempre de que Europa era el
enemigo de la URSS, y de ahí su geopolítica expansiva y contención del enemigo
europeísta antisoviético.
Europa nunca ha estado unida
políticamente. Tampoco durante el Imperio Romano, Estado que no fue
continental-europeo realmente, sino talasocrático organizado alrededor del
Mediterráneo (Mare Nostrum) teniendo tierras en el norte de África y en
Mesopotamia. Europeizar el Imperio Romano es algo que hizo el fascismo, y que
hacen ahora, todavía, los burócratas de Bruselas, Estrasburgo y Berlín. ¿De qué
se trata para ellos? De buscar antecedentes históricos, manipulándolos, para
mostrar que Europa estuvo unida en el pasado. Otro ejemplo sería el Imperio
Carolingio, el cual fue eminentemente "francés" y no
"europeo" (como lo fue el Imperio Napoleónico) o el Sacro Imperio
Romano Germánico, el cual nunca existió positivamente hablando, salvo como
formalidad, siendo más bien una amalgama de Estados pequeños dominados por
pequeños monarcas y señores feudales durante siglos, sin poder efectivo
político real.
Europa siempre ha sido una
biocenosis, una suerte de conjunto de organismos (los Estados europeos) que
coexisten en un biotopo (el continente geográfico europeo, influido por la
dialéctica de Estados extraeuropeos -China, Rusia, Estados Unidos de
Norteamérica, etc.-) en clave de "selección natural", esto es,
supervivencia de los mejores adaptados al entorno tratando de imponerse sobre
el resto de Estados. Así ha sido Europa siempre, y siempre será así. Solo el
Tercer Reich, que entendió que la raza aria tenía su espacio vital más allá de
Alemania, pues era "Europa" su lugar propio (entiendo Europa los
nazis como concepto biológico ampliando su término a todos los lugares del
Mundo donde hubiesen blancos arios), y los Estados Unidos, que entendieron que
unificar comercialmente Europa expandiendo el Estado de bienestar generado
gracias a la URSS a todas las naciones europeas podía contener el avance
comunista soviético, pudieron "unificar" algo Europa.
Pero tras el hundimiento de la
URSS, la biocenosis resucitó. La guerra de Yugoslavia impulsada por la OTAN y,
sobre todo, Alemania; la partición de Checoslovaquia, la expansión de la
OTAN-UE (bases del futuro TTIP) hacia el Este, la firma del Tratado de
Maastricht hasta el Tratado de Lisboa (y todos los que hay entre medias),
evidencian que la "unidad de Europa" ha estado siempre dirigida por
los enemigos de las clases obreras de cada nación europea. Pero siendo además
imposible unificar a estas clases obreras europeas en una unidad política
única, porque hay elementos históricos, antropológicos, culturales y políticos
que lo hacen inviables (la lengua, la religión, los intereses geoestratégicos,
etc.). Las unificaciones políticas efectivas solo pueden hacerse cuando estos
elementos antropológicos, culturales y políticos son prácticamente los mismos
entre Estados distintos. Es más fácil que se unifiquen las dos Coreas antes que
lo haga Europa.
La cuestión es por qué las izquierdas
españolas son europeístas todas. Más allá del internacionalismo proletario, lo
que está claro es que son en el fondo orteguianas. Todos los partidos políticos
españoles, de derechas y de izquierdas, españolistas y separatistas, son
europeístas, siendo este el tabú que más consenso tiene entre todos ellos. Sin
dejar de defender el internacionalismo proletario y apoyando cualquier lucha
justa en cualquier nación del Mundo, también en Europa, los trabajadores
españoles no pueden esperar a que su soberanía y su unidad puedan defenderse en
una histórica biocenosis. Y esto dicho sin perjuicio de apoyarse en China y
Rusia para acometer retos geopolíticos importantes en este siglo. Ahora bien,
¿merece la pena que España pase de ser un territorio hegemonizado por Estados
Unidos y Alemania a que lo sea por China y Rusia? Si Francia y Alemania han
sido desde la Segunda Guerra Mundial unos peleles del Imperio Estadounisense,
que puedan serlo de Moscú o Pekín no hace sino cambiar el hegemón que
unifica "Europa" de Oeste a Este. Unificación que también sería
precaria y bajo supervisión alemana. A este callejón sin salida nos lleva el
patriotismo europeísta (con concesiones al separatismo al estilo Podemos o al
estilo Jorge Verstrynge, muy cercano a Pablo Iglesias) de Manuel Monereo Pérez
en su obra "Por Europa y contra el sistema euro" (2014),
dándose cuenta Monereo de que hay un problema, pero aplicando viejas soluciones
por inercia.
Tal y como dije en Asís, Italia,
en el Encuentro organizado por "Sinistra contro'l Euro", celebrado el
pasado verano, hoy día ser antieuropeísta es como ser antifascista. Y de ahí la
necesidad de romper este segundo tabú.
3) El tabú del Islam y el
relativismo cultural.
Ambos están relacionados. Más
allá de la comprensión de la idea de cultura, de lo que se entiende por cultura
y de lo necesario que es, para la Antropología o la Historia, el comprender las
organizaciones institucionales de otras sociedades, el relativismo cultural ha
tendido siempre a ecualizar, equiparar y, en ocasiones, a justificar cualquier
expresión cultural ajena a aquella en la que estas disciplinas se han
desarrollado. Es comprensible, pues la Antropología como disciplina surgió en
un momento en que era necesario, no ya solo estudiar a los pueblos conquistados
colonialmente, sino también para justificar su dominio y colonización. Esto,
durante los procesos de descolonización, conllevo su "vuelta del
revés", pero no la destrucción de su esencia, sino a ponerla a hacer el
pino. Los pueblos colonizados, convertidos en Estados independientes, tenían
ahora que permitir la comercialización de sus productos culturales, y la
justificación institucional de los mismos era necesaria para su justificación
como mercancías. Una tienda de productos chamánicos en pleno corazón de una
ciudad europea o norteamericana es el ejemplo más claro del liberalismo
económico asociado a este relativismo cultural que, cuando tiende hacia la
socialdemocracia y no choca con el conservadurismo cristiano que tiende a
combatir este tipo de producciones culturales, se convierte en el mejor aliado
del capitalismo y de su capacidad de transformar cualquier objeto en mercancía,
por muy remoto que sea su origen. De ahí que el relativismo cultural se
convierta en un enemigo declarado de las izquierdas definidas en general (si
son coherentes) y del comunismo en particular.
El relativismo cultural aliado
del liberalismo socialdemócrata abre puertas que pueden ser traspasadas incluso
por enemigos declarados del capitalismo que, sin embargo, no pretenden sustituirlo
por sociedades de corte leninista o socialista. Hablamos de configuraciones
políticas y sociales anteriores en el tiempo histórico, seguidas por miles de
millones de personas y que, auspiciadas por la protección geopolítica de
Estados Unidos, el auge del petróleo como elemento esencial de funcionamiento
del Orden Internacional y el apoyo que buena parte de sus elites dan a sus
elementos más extremistas (grupos terroristas, yihadistas, wahabbitas,
salafistas, etc., siempre sunníes por cierto) no son en absoluto aliados de la
"lucha proletaria internacional" ni de las izquierdas. Sociedades
donde los ateos, anarquistas y comunistas son asesinados y encarcelados por el
mero hecho de serlo, al igual que los homosexuales, y donde las mujeres son
consideradas como inferiores. Me refiero al Islam, una religión que surge hacia
el siglo VII d. C. en Arabia debido a la influencia sobre Mahoma, su fundador,
del cristianismo nestoriano, el arrianismo y otras corrientes heréticas
cristianas que negaban la divinidad de Jesucristo (el Islam nace en la
periferia del Mundo cristiano medieval), y que actualmente siguen cerca de
1.300 millones de personas en todo el Mundo, incluida España.
La asociación de la idea de
España con el franquismo y el nacionalcatolicismo conlleva, en muchos casos,
aceptar el pack entero de estos tabúes, incluido el de asociar el cristianismo
en general, y la Iglesia Católica en particular, con Franco. Sin negar la parte
de verdad que esto pueda conllevar, tan absurdo es pensar que todos los católicos
son fachas y potenciales pederastas a pensar que todos los musulmanes son
potenciales terroristas y, también, potenciales pederastas. Pero de la misma
manera que no se puede culpar a todos los católicos de la pederastia masiva en
el seno de la Iglesia Católica aunque haya elementos preocupantes en ciertos
códigos morales antiguos donde la condena moral y teológica de la misma nunca
ha sido tan explícita como con otras prácticas, no se puede culpar a todos los
musulmanes del terrorismo islámico y del yihadismo (el intento de convertir a
toda la Humanidad al Islam, por la fuerza y la guerra si es necesario) aunque
sí hay elementos en los propios fundamentos del Islam que llevan al yihadismo.
Pero, decía, la asociación de ideas España-Franco-catolicismo, conlleva en
muchos casos la asociación de ideas Al Andalus-Islam-progreso social y
democracia. En todos los casos en que esta asociación se defiende, al
comentársele las atrocidades cometidas en el nombre del Islam y lo retrógrada
que resulta esta religión nacida en la periferia del mundo cristiano medieval
(lo vuelvo a señalar porque es importante), te espetan sobre la tolerancia de
Al Ándalus (donde los judíos y los cristianos eran súbditos de segunda y
pagaban importantes tributos al poder islámico) y recuerdan las atrocidades del
cristianismo medieval, moderno y contemporáneo (cruzadas, inquisición, etc.). Y
suelen ser, además, personas que defienden el laicismo al mismo tiempo que la
tolerancia entre religiones. La plasmación última de esta estupidez ideológica
la pudimos observar, a un nivel político de dimensiones internacionales, con la
Alianza de Civilizaciones promovida por el liberal socialdemócrata José Luis
Rodríguez Zapatero durante su legislatura, convirtiendo su PSOE en el adalid
del relativismo cultural más naif y de salón.
La necesidad de ruptura de este
tabú, el del relativismo cultural (que equipara una ablación de clítoris a una
circuncisión masculina) y del Islam asociado a aquel (la segunda religión del
Mundo en número de fieles que, por motivos demográficos, podría ser la primera
en este siglo XXI), se fundamenta en lo siguiente: de la misma manera que los
filósofos ilustrados, muchos cristianos y católicos, criticaron los fundamentos
del cristianismo en los siglos XVI, XVIII y XIX, hasta la actualidad, es
necesario criticar radicalmente, y hasta sus fundamentos más radicales, al
Islam, porque en buena medida el futuro de las izquierdas dependerá de ello.
Por eso, hay que ir con machete y sin contemplaciones a triturar las raíces del
Islam en sus textos fundamentales, sobre todo el Corán, el fundamento primero y
último de toda la religión islámica. Y ello conllevará tener el mismo valor
para hacer manifestaciones contra la matanza de niños, mujeres, homosexuales o
disidentes políticos en naciones como Irán, Pakistán, Afganistán, Indonesia,
Egipto, Turquía o Arabia Saudita (la madre del cordero, pues goza de protección
imperial y en ella están La Meca y Medina, las ciudades más santas del Islam
-las religiones no flotan en el aire, no son cosa divina-) que cuando ocurre lo
mismo en Estados Unidos, Rusia, China u otros lugares.
4) El tabú del federalismo.
Este tabú es más problemático de
lo que en principio pueda parecer. Acríticamente y sin cuestionarlo en
absoluto, se ha asumido que en España, ser de "izquierdas", equivale
a ser federalista, bien sea para "resolver el problema nacional",
bien sea para asegurar mejor la balcanización de la nación española. Todo parte
en buena medida de la descomposición de la nación española de ambos hemisferios
nacida en 1812 en Cádiz y de la reflexión posterior de Francisco Pi y Margall,
presidente de la Primera República Española, en su obra "Las
nacionalidades". ¿De qué trata realmente el federalismo español? De
transformar la tradicional anatomía antropológica y sociológica de la España
ibérica e insular de estirpe católica, desconfiada del poder central del
Estado, en una modalidad de nación soberana moderan basada en lo realizado en
Italia, Alemania y, antes, en Estados Unidos y en las repúblicas hispanoamericanas
independientes.
Pero, realmente, ¿qué es el
federalismo y el confederalismo? Un Estado federal es una ficción jurídica, por
el cual Estados o colonias previamente separadas e independientes se unifican,
cediendo su soberanía a una Federación, o lo que es lo mismo, a un Estado
centralizado de facto. Según el grado de competencias que tenga cada unidad del
nuevo Estado antes separada, se hablará de federación o confederación. Pero
para poder hacer un Estado federal (o confederal) primero sus partes tendrían
que estar separadas para luego poder unirse. Siendo esto así, ¿tiene sentido
pedir que España sea un Estado federal? No, pues España lleva unida (al menos
su parte ibérica e insular) desde el siglo XVI, por lo tanto es estúpido
pretender desunir una nación unida desde entonces para, mediante el
federalismo, mantenerla unida. Convertir a España en Estado federal, partiendo
de una unidad previa, no sería entonces, además de una estupidez, un juego muy
bonito para catedráticos de Derecho Constitucional. No tienen más que sentarse
en un despacho, aprobar un documento que diga que España es un Estado federal,
y ya está. En esa línea, lamentablemente, están Izquierda Unida, Podemos y el
PSOE.
Además, la tradición comunista
siempre ha reclamado un modelo único de Estado: la República Única e
Indivisible, la cual siempre defendieron Marx, Engels y Lenin (en El Estado
y la Revolución), mostrando así al comunismo como heredero y superador del
jacobinismo de la Gran Revolución Francesa, pues solo el centralismo unitario
puede permitir convertir al Estado conquistado por los trabajadores y su
vanguardia en sujeto revolucionario a escala internacional, universal. Algunos
dirán que la URSS fue un Estado federal que permitió la separación de sus
partes. Pero esas partes solo podían separarse votándolo todos los ciudadanos
soviéticos, y en 1991 todas las repúblicas soviéticas votaron en un referéndum
por la continuidad de la URSS y de su unidad, aunque en agosto de ese año la
sección rusa del PCUS se cargó dicha unidad, sencillamente porque ya no era
comunista. Pero lo que está claro es que sin ese federalismo (quizás entendido
desde la URSS debido a la inmensa extensión del país, asegurando su unidad en
todo caso mediante la fuerza militar y armamentística) y sin esas concesiones
al neofeudalismo secesionista, la URSS no habría desaparecido.
El modelo que más le conviene a
España, y este no sería incompatible con el bilingüismo legal en diversas
regiones, es el la República Unitaria Presidencialista y Unicameral. La
Monarquía sobra, la Constitución de 1978 sobra, las Autonomías sobran y el
Senado sobra.
5) El tabú animalista.
Otro tabú difícil de entender y,
al tiempo, de explicar. Desde hace algún tiempo se ha asumido por parte de
algunas personas de izquierdas que el defender los derechos de los animales es
de "izquierdas" y que es algo progresista, explicando esta lucha
entre otras razones por motivos "humanitarios" o porque antes las
mujeres, los esclavos, los pueblos colonizados o los seres de otras razas no
tenían derechos y ahora sí los tienen.
Salvo que se trate de un
psicópata, nadie en su sano juicio torturaría jamás a un animal. Y además,
ninguna sociedad política permitiría por ley el maltrato hacia otros seres
vivos animales o vegetales. Y es cierto que una persona que suele tratar bien a
los animales tratará bien a las personas, pero es igual de cierto que quien
trata a los animales como personas acabará por tratar a las personas como
animales. Un Estado puede otorgar derechos a animales, a vegetales e
incluso a entidades arracionales como las piedras. Pero los derechos también
han de poder ejercerse, y ni las piedras, ni los vegetales, ni los animales
(tampoco los que pretende proteger el Proyecto Gran Simio -bonobos,
orangutanes, chimpancés y gorilas-) pueden ejercer derechos porque, para
hacerlo, hay que cumplir derechos. Pueden y deben haber leyes de protección de
la biosfera, en tanto que nosotros pertenecemos a ella, pero la biosfera no
puede tener prioridad sobre aquellos que podemos hacer uso de ella para
sobrevivir y, sí, para protegerla.
Equiparar un ser humano, sea
niño, mujer, esclavo, indio o negro, a un animal para otorgar a este último
derechos, ¿no comporta en cierto sentido considerar a los niños, mujeres,
esclavos, indios o negros como animales, como inferiores a los varones blancos
mayores de edad? ¿Acaso el Proyecto Gran Simio no tiene un claro componente
colonialista racista -que enlaza el animalismo con el relativismo cultural-, en
tanto que vuelve a conformar una pirámide biopolítica en la especie humana
acercano a los negros africanos a los chimpancés? El animalismo no es de
izquierdas ni de derechas, es simplemente una ideología que, basándose en la
racionalidad de proteger la naturaleza biológica no humana (los animales son racionales
aunque no al nivel humano, no tienen instituciones en la inmensa mayoría de los
casos, y nunca como nosotros), resulta ser irracional.
Aparte, la Humanidad siempre
comerá carne, y la necesidad de comer carne conlleva la necesidad de matar
animales para comerlos. Otro asunto distinto es matar indiscriminadamente e
innecesariamente, torturarles previamente o abusar de ellos para realizar todo
tipo de experimentos científicos, rituales religiosos o depravaciones sexuales,
todo ello entrando en lo punitivo. Pero nunca la vida de un animal puede estar
a igual nivel, y menos a superior nivel, que la vida de un ser humano. Al no
haber verdadera disyunción entre naturaleza y cultura, los esclavos, las
mujeres y los humanos de pueblos colonizados pudieron finalmente ejercer sus
derechos y sus deberes, pero los animales nunca lo harán. La ética, la moral y
la política solo se pueden ejercer con los iguales a uno, y la frontera no es
el "sufrimiento" o la "capacidad de tener dolor" (cosa que
acerca el animalismo al utilitarismo benthamiano vía Peter Singer y, con ello,
a las teorías margiutilitaristas neoclásicas y austriacas, es decir, al
liberalismo). Y sobre los seres vivos de la biosfera lo que hay que ejercer es
el buen trato, el no abusar de su existencia para más allá de la subsistencia
de la biosfera misma y la mejora de nuestras vidas.
Además, la asociación del tabú
del animalismo con el tabú de la idea de España conlleva que se llamen
"fachas" a muchas personas de izquierdas que les gustan las corridas
de toros. Pueden no gustarme las corridas de toros (y son realmente tortura
animal, aunque también son cultura; la silla eléctrica es cultura, y muy
refinada), pero su existencia no tiene nada que ver, ni influye en absoluto,
con la lucha por los derechos sociales y laborales de los trabajadores que
viven en España, también extranjeros residentes e ilegales, ni habría por qué
expulsar de un partido de izquierdas a militantes que les gusten las corridas.
Es más, y aquí seré muy
incorrecto políticamente hablando: ¿qué clase de revolución política vamos a
realizar si somos incapaces siquiera de "matar a un perro"? Lo digo
por el pobre Excalibur, sacrificado durante la crisis del ébola en España.
6) El tabú de la "unidad
de la izquierda".
Izquierda Unida fue un proyecto
político de "agregación de demandas populares" para convertirlas en
programa político mediante, también, de la agregación institucional de fuerzas
de la llamada "izquierda". Nació en el contexto de la batalla contra
la entrada definitiva de España en la OTAN. Pero esa fue una lucha perdida de
antemano, como todas aquellas en que se ha pedido la "unidad de la
izquierda". España ya estaba camino de la OTAN desde el mismo momento en
que acabó la Segunda Guerra Mundial y estaba clara la influencia estadounidense
sobre Europa occidental.
La idea de "unidad de la
izquierda" tiene un sentido estratégico político claro: aglutinar fuerzas
para la toma del poder. Y esta estrategia es deudora de los frentes populares
del siglo XX conformados contra el avance del fascismo en varias naciones
europeas. Pero, ¿cómo acabaron todos los frentes populares? En España no
impidió la victoria de Franco, y en Francia Hitler entró victorioso en París y
pudo dividir la nación en dos, por no hablar de cómo el fascismo se hizo con el
poder en toda Europa salvo en el Reino Unido y la URSS mostrando el absoluto
fracaso de la estrategia de los frentes populares europeos. Además, Izquierda
Unida, como forma contemporánea de intento de Frente Popular, ha demostrado su
inutilidad para la toma del poder, ya que la "unidad de la izquierda"
es imposible mientras exista el Partido Socialista Obrero Español. Y ahora será
imposible con un nuevo actor, Podemos, en el tablero de juego político.
La "izquierda" no puede
unirse porque no hay tal "izquierda". Hay "izquierdas",
definidas e indefinidas, que entre sí son incompatibles y que solo se pueden
"unir" coyunturalmente frente a un tercero (pudiéndose unir
coyunturalmente también frente a un tercero izquierdas y derecha). Jacobinos,
liberales, anarquistas, socialdemócratas, comunistas, maoístas y populistas no
pueden unirse jamás para elaborar un proyecto político común, y lo único que
puede ocurrir es que un socialdemócrata pueda volverse comunista, o que un
comunista se vuelva liberal, o que un populista se vuelva socialdemócrata,
entre otras varias combinaciones y conversiones, y que una ideología hegemónica
sobre otras posibilite esas conversiones en "masa".
Lo que ha funcionado, lo único
que ha funcionado, es que una vanguardia profesionalizada de militantes
disciplinados tengan una agenda propia de cambio político construyéndola hasta
la victoria, se tarde el tiempo que se tarde. Una vanguardia que solo la pudo
entender Lenin, y que si se desconecta de la idea de hegemonía de Gramsci, al
camarada italiano se le convierte en un mero publicista, en un Risto Mejide. Y
eso es lo que necesita España. Por eso, la ruptura del tabú de la "unidad
de la izquierda" requiere romper con el tradicional menchevismo del
comunismo español y hacerlo bolchevique, no importando si se está en
"minoría orgánica", queriendo ser mayoría siempre.
Quizás haya que empezar a
decirlo: el tabú de la "unidad de la izquierda" requiere de la
reconstrucción del Partido Comunista de España. Y para reconstruir el Partido
Comunista de España quizás haya que destruir Izquierda Unida.
7) El tabú de Iberoamérica.
El último tabú es el más
"desconocido", pero no deja quizás de ser el más importante, pues
está muy relacionado con todos los demás. Directamente relacionado con el tabú
de España y con el del europeísmo, el tabú de Iberoamérica, o del
iberoamericanismo asociaría cualquier idea de acercamiento o unidad de España
(y Portugal) con Iberoamérica como un intento de recuperar el fenecido Imperio
Español (también asociado a la "derecha", a "Franco", a
"lo peor"), pensando el iberoamericanismo (la Hispanidad) como el
atraso, y el europeísmo (sea en su vertiente progermánica, profrancófona o
prorrusa) como el progreso.
Lo que no tienen en cuenta
aquellos que defienden este tabú es que si se defienden unidades geopolíticas
progresivas y progresistas que puedan plantar cara al liberalismo hegemónico a
nivel universal (que enarbolará en breve el campo de la TTIP), esas unidades
solo pueden realizarse si se comparte una lengua, unas instituciones
antropológicas determinadas (tradiciones y costumbres) e incluso una religión,
también un pasado político común, una evolución política histórica pareja y una
situación geoestratégica privilegiada para ello. A esto hay que sumar que las
verdaderas unidades geopolíticas que han sido hegemónicas a escala universal
histórica han sido talasocracias, esto es, superpotencias marítimas, más que
telurocracias, superpotencias terrestres. El Imperio Romano, el Islam, el
Imperio Portugués, el Imperio Holandés, el Imperio Español, el Imperio
Británico y el Imperio Estadounidense fueron talasocracias. El Imperio Persa,
el Imperio Macedonio, el Imperio Mongol, el Imperio Ruso, el Imperio
Napoleónico, el Tercer Reich y la Unión Soviética fueron telurocracias. Los
BRICS tienen una base telurocrática evidente por China y Rusia, mientras que el
TTIP la tiene talasocrática, por su presencia en dos océanos, Atlántico y
Pacífico. Y los océanos también son tierra de interés geoestratégico, siempre
lo han sido, pero ahora con la capacidad de ser explotados económicamente como
en ninguna época del pasado se había hecho gracias al avance impresionante de
las ciencias y las tecnologías (factor esencial para tener hegemonía el Mundo).
Y la inestabilidad política de la media luna geopolítica que va de Europa del
Este al sudeste asiático pasando por Oriente Próximo y la India, juega en favor
del Imperio Estadounidense más que de China y Rusia, teniendo Moscú a su favor
sus recursos naturales, su extensión y su poder militar, y China su poder
económico y su población, además del ejército más numeroso del Mundo. Pero
Estados Unidos sigue teniendo el dominio del cambio monetario mundial, la más
alta tecnología, la fuerza cultural y de comunicación a través de medios y un poderosísimo
ejército, además de fieles aliados que asumen el inglés casi como segunda
lengua.
A este respecto, apoyarse en los
BRICS para atacar al TTIP desde dentro del campo del TTIP es comprensible y
razonable, pero condenado al fracaso si se queda uno en ser mero comparsa de
los BRICS, aunque España por su cuenta no pueda afrontar sola este desafío.
Únicamente si orienta su política hacia sus hermanos y aliados naturales en
Iberoamérica, podría hacerse. La nación más peligrosa del Mundo para los intereses
estadounidenses es México, y de ahí la necesidad del Imperio Realmente
Existente de que México no salga jamás de su situación geopolítica y social de
sumisión y servidumbre, además de su inestabilidad social. Pero la necesaria
alianza entre las fuerzas revolucionarias mexicanas con las españolas, que vaya
más allá del mero internacionalismo proletario, sería un golpe mucho más
certero contra los Estados Unidos que lo que pueda hacer cualquier grupo
yihadista o cualquier acuerdo entre Moscú y Pekín. La situación geoestratégica
de España es importantísima, y en Washington lo saben. Pero solo falta
capacidad y voluntad para romper el tabú de pensar que una Alianza Socialista
Iberoamericana, desde California hasta Tierra de Fuego, desde Menorca hasta
Manila, sea recuperar una idea de Franco. No, es algo más grande y mejor: es
aprovechar los restos de un Imperio fenecido para levantar una superpotencia
progresiva de impacto universal.
Romper el tabú de Iberoamérica,
asociando su idea a revolución, a unidad, a clases obreras y a socialismo,
permite romper el tabú del europeísmo y el de la idea de España. La ruptura de
todos estos tabúes, en definitiva, es esencial para poder avanzar mucho más de
lo que se ha hecho ya (y no se desdeña nada de lo ya realizado) hacia una
verdadera revolución política, que no puede ser más que aquella que tenga
impacto real a escala universal.