Artículo publicado en La República: http://www.larepublica.es/2014/11/el-futuro-del-pce-y-de-izquierda-unida-y-la-revolucion-politi...
Artículo publicado en La República:
La marcha de Cayo Lara de la dirección política de la coalición Izquierda Unida (IU), escenificada hace unos días con su anuncio de no presentarse como candidato a las elecciones generales del próximo año 2015, suponen, a mi juicio, el capítulo lógico, como conclusión, de una serie de acontecimientos que desde mayo de este 2014 se están produciendo específicamente en el seno de Izquierda Unida, y de manera genérica en el resto de España. A pesar de las encuestas, los resultados efectivos políticos medidos en las elecciones realmente existentes (europeas y nacionales) muestran que Izquierda Unida sigue siendo la tercera fuerza política de España, aun cuando haya poderes mediáticos al servicio del liberalismo, la socialdemocracia y el troskismo (Roures en La Sexta), que buscan su destrucción.
El descubrimiento constante de escándalos de corrupción y su bombeo constante a la mal llamada “opinión pública” por los medios de comunicación, estando afectados por ellos personas que militan o han militado en el Partido Comunista de España (PCE) y en Izquierda Unida, además del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), han permitido al partido Podemos disputar a IU su espacio electoral asociando indirectamente por parte de algunos de sus portavoces a IU con lo que ellos llaman “la casta”, a saber, personas que pasan de la empresa privada a la administración pública o cargos en partidos políticos a través de las llamadas “puertas giratorias”. Pero un término tan ambiguo no ha tenido dificultades para valer, hoy por hoy, tanto para un roto como para un descosido. Y así, “la casta” sería todo aquello que no sea Podemos.
De esta manera, Cayo Lara, tras una gestión con defectos pero que permitió a IU conseguir unos resultados magníficos en mayo en las europeas y que muchos vivieron como un “fracaso”, deja su espacio para otros posibles candidatos a la Coordinación General de una coalición cuya esencia, aquello que hace que sea lo que es en contextos históricos distintos, está en entredicho y en el punto de mira de muchos votantes y, desde luego, por parte de la militancia. Personas de la coalición aupadas por los medios de comunicación como Tania Sánchez o Alberto Garzón, a los que no se les discute su valía para ciertas cosas, están hoy en el ojo del huracán en tanto que en IU, hacia estos dos militantes y camaradas, reina tanto la ilusión por ser quienes puedan abanderar el cambio de rumbo necesario para situar a IU donde debería estar, como la desconfianza por la posibilidad de que entreguen a IU y, lo que sería más grave, al PCE que supone ser el 80% de la coalición, a los pies de Podemos. Este último Partido ha constituido ya su estructura organizativa en una forma de centralismo democrático con un Secretario General con tanto poder como Mariano Rajoy en el Partido Popular (algo que, a nivel organizativo, está bien) con un Comité Ejecutivo conformado sobre todo por funcionarios, profesores de Universidad y estudiantes universitarios precarios o no (buena parte de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, campus de Somosaguas en donde se gestó Podemos), en un puro ejercicio de universitarismo. Y muchos de este Comité Central no quieren saber nada del PCE ni de IU salvo para tratar de humillar a la coalición y al Partido Comunista de España y, si es posible, destruirlo. De ahí la desconfianza de muchos en IU y el PCE hacia Tania Sánchez y Alberto Garzón, aun cuando muchos otros vean con un acercamiento IU-Podemos la posibilidad de realizar el tan mentado “proceso constituyente” en España (la revolución sin armas, la reforma radical desde el poder tras ganar unas elecciones generales por mayoría absoluta). Sin embargo, si Podemos logra tener mayoría absoluta, no necesitará para nada a IU-PCE, y podrán hacer lo que quieran hacer sin ayuda de nadie, que en el fondo es lo que quieren hacer (no a la “unidad de la izquierda”, sí a la “unidad nacional-popular”). Ya señalé en otro artículo que el cuestionar el eje izquierda-derecha y la reivindicación de la Patria por parte de Podemos eran aciertos notables en su estrategia política y comunicacional, y no obstante la dirección saliente como la entrante en IU-PCE está cometiendo un grave error al querer acercarse a un Partido que no quiere en absoluto seguir una estrategia que consideran es minoritaria y no lleva a la victoria electoral.
IU-PCE se debate ahora entre dos líneas, la del mantenimiento de las siglas, de la estructura institucional a nivel nacional que ha logrado consolidar en casi treinta años de existencia desde 1986 (ya apoyada en la estructura que, desde la Transición, volvió a tener el Partido Comunista de España) y la de cierta tradición política, y la de querer no ser un mero elemento decorativo-electoral de las Instituciones y ser la llave de cambio político en España de manera permanente y decisiva. Estas líneas, aunque parezcan incompatibles, son necesariamente lo mismo. Y esto dicho con sus posteriores y finales matices. De nada sirve un Partido político si no tiene voluntad de poder, y aunque parezca que es demasiado tarde para girar el timón, siempre hay que hacerlo para evitar chocar contra las rocas. Por eso, la conservación de lo hecho hasta ahora en lo bueno que se ha conseguido en materia de presencia institucional y en materia de presencia social es una condición sine qua non para poder ser no solo instrumento de transformación social, sino vanguardia de esa transformación y no retaguardia de otros Partidos sin apenas presencia proletaria en ellos. De ahí que el acercamiento a Podemos, Ganemos y otros “emos” tan de moda en el Mundo de las prisas del presente, no debe en absoluto a mi juicio disolver al Partido Comunista de España en ninguna piscina de ácido por muy atrayente que esta sea.
Es más, me atrevería a decir que, con la salvedad de las Juventudes Comunistas que deberían integrarse con el PCE, este Partido, con casi ya cien años de Historia, ha de saber adaptarse y estar por encima de cualquier tipo de coyuntura política nacional e internacional, y si ello supone que el proyecto de “unidad de la izquierda” que Izquierda Unida representó desde 1986 hasta hoy ya no tiene sentido (si alguna vez lo tuvo), lo mejor será terminarlo. El Partido Comunista de España es como la Iglesia Católica, tiene su tradición ideológica y de acción (el marxismo y el leninismo), tiene sus nombres históricos (José Díaz, Dolores Ibárruri, Enrique Lister, José María Laso, Gerardo Iglesias, Julio Anguita, Cayo Lara) y tiene militantes dispuestos a dar lo mejor de sí mismos para hacer de España comunista. ¿Acaso la Iglesia Católica, tras 2014 años de Historia ininterrumpida, va a clausurar sus puertas para siempre debido al grave error de tener pederastas en su seno protegidos por ellos, o más bien tendrá que saber adaptare y sobrevivir y purgarlos a todos? ¿Acaso la Iglesia Católica va a dejar de cumplir su misión histórica (salvar almas y acercarlas al Reino de Dios plasmado en los Evangelios, acercar a la Humanidad a Cristo) porque tenga una fuerte competencia con el Islam por una parte y por las iglesias protestantes evangélicas por otra? Entonces, el Partido Comunista de España no puede dejar de tener su hoja de ruta y su finalidad por mucho que exista o no la coalición Izquierda Unida, por mucho que haya habido corruptos en su seno y en CCOO (a los cuales habría que castigar de la manera más expeditiva posible), y por mucho que exista Podemos y que incluso tome el poder y Pablo Iglesias se convierta en el Kerenski español, esto es, que haya evangélicos podemitas universitarios que quieran cerrar un “partido de viejos” que se solidariza internacionalmente con los antifascistas en Ucrania y Rusia, con las revoluciones iberoamericanas (aún con sus defectos) y contra las agresiones neocolonialistas en cada lugar del Mundo, como ocurrió en Libia. El PCE no puede avergonzarse de su mochila, porque en ella hay elementos fundamentales para llegar al camino al que hay que llegar, y serán el camino mismo el que obligue a soltar fardo si es necesario.
De ahí que en el futuro del Partido Comunista de España sean esenciales los siguientes elementos a considerar, si se quieren hacer las cosas bien:
- Mantener la tradición y la institucionalización del PCE en toda España y al mismo tiempo renovarse, tratando incluso de tener sucursales fuera (sobre todo en América Latina, donde se da la revolución de la Patria Grande, en China y en Rusia como nuevas superpotencias políticas con conexiones históricas evidentes con el comunismo) y no disolverlas en estructuras Emo universitaristas que puedan perjudicar incluso a los que, sinceramente, siguen caminos transformadores en dichas estructuras.
- Soltar el fardo que sea necesario para mantener vivo al Partido Comunista de España, tanto a nivel individual (corruptos, personas inmorales, oportunistas, anticomunistas topos), como colectivo (la misma coalición Izquierda Unida si es necesario, sin negar la posibilidad de reincorporación de muchos de los mejores de Izquierda Unida en el nuevo y necesario PCE).
- Tomar el poder, querer ganar, tener voluntad de poder y de victoria total sin miedo siquiera a que se rían de nosotros por quererlo todo y estar en todas partes. Convertirnos en fanáticos de nosotros mismos y hacerlo bien, muy bien, en lo que respecta a lo más importante en toda organización comunista: formar comunistas en su seno, buenos comunistas. Dos buenos ejemplos internacionales tenemos para emular, seguir e incluso superar (por no hablar de asumir y superar las tácticas y estrategias de los populistas españoles): el KKE griego, todo un ejemplo de marxismo-leninismo combativo y revolucionario, y el Partido Comunista de Chile, todo un ejemplo de cómo tras los oscuros años de 1990-2010 el comunismo, en la nación hermana chilena, vuelve a tocar poder.