Publicado en La República: http://www.larepublica.es/2014/11/respuestas-a-preguntas-planteadas-en-barcelona/
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El pasado martes 21 de octubre tuve el placer y el honor de participar en la conferencia y mesa redonda, organizada por Alternativa Ciudadana Progresista (ACP), "Unidos desde la izquierda, multiplíca+e" con el siguiente tema, que fue ampliado y desbordado sin duda: "¿Cuáles son las prioridades de la izquierda en Nou Barris: los problemas sociales o la construcción nacional?". La mesa la compartí con Vicente Serrano (miembro de ACP), Paco Osorio (miembro de Podemos del círculo del barrio obrero de Nou Barris) y Salvador López Arnal (histórico miembro del PSUC, ahora en el Frente Cívico de Julio Anguita y de la editorial El Viejo Topo). La mesa redonda, realizada en la Sala de Actos de Vilapicina y la Torre Llobeta del Edificio Cotxeres en la Plaza Carmen Laforet, se grabó en vídeo y supongo que será colgada en breve en el canal de youtube de ACP.
El pasado martes 21 de octubre tuve el placer y el honor de participar en la conferencia y mesa redonda, organizada por Alternativa Ciudadana Progresista (ACP), "Unidos desde la izquierda, multiplíca+e" con el siguiente tema, que fue ampliado y desbordado sin duda: "¿Cuáles son las prioridades de la izquierda en Nou Barris: los problemas sociales o la construcción nacional?". La mesa la compartí con Vicente Serrano (miembro de ACP), Paco Osorio (miembro de Podemos del círculo del barrio obrero de Nou Barris) y Salvador López Arnal (histórico miembro del PSUC, ahora en el Frente Cívico de Julio Anguita y de la editorial El Viejo Topo). La mesa redonda, realizada en la Sala de Actos de Vilapicina y la Torre Llobeta del Edificio Cotxeres en la Plaza Carmen Laforet, se grabó en vídeo y supongo que será colgada en breve en el canal de youtube de ACP.
Los cuatro hablamos de cosas distintas y conectadas entre sí, cada uno dando su visión del asunto. Yo al principio he de confesar que estaba algo nervioso por hablar en público sobre cuestiones tan de actualidad y peliagudas en un lugar tan señalado como Cataluña, por sentirme como una especie de "peregrino en tierra de infieles" al ser yo de Madrid. Pero, por fortuna, me sentí como en casa y luego en la rueda de preguntas vi que no estaba solo en mi defensa de la nación política española desde una perspectiva no esencialista-metafísica y no asociada al bando vencedor de la Guerra Civil. No obstante, tuvimos poco tiempo para hablar y poder responder a la cantidad de cuestiones que el público realizó, y por la premura, respondí esquemáticamente a algunas y me comprometí a hacerlo por escrito en mi propia página web, pidiendo a la gente que la visitara para leer mis respuestas, en las que trato de profundizar en los temas que se plantearon.
Apunté las preguntas no literalmente, pero sí esquemáticamente, por lo que sí responderé pregunta a pregunta como si de temas concretos se tratara. Vamos allá:
Las primarias abiertas de Izquierda Unidad Comunidad de Madrid (IUCM), que es donde se ha aprobado la línea de la convergencia en busca de la unidad popular con otras agrupaciones políticas incluida Podemos, no son solo resultado de una coyuntura política nacional, en tanto que la idea de convergencia está siendo promovida en varias federaciones de Izquierda Unida en toda España. Convergencia y unidad popular acaban siendo dos formas distintas de hablar de lo mismo, si bien quizás algunos asocian convergencia a una unión más institucional, de partidos, de cara a coaliciones diversas (los diversos Ganemos municipales que se multiplican por toda España), y otros asocian unidad popular a algo más profundo, en principio, como sería la unión alrededor de un proyecto político dirigido por una vanguardia, más o menos democrática en sus procedimientos, de todo el "pueblo español", sin distinción de clases salvo que se asocia pueblo aquí no con el "populus" (la ciudadanía) sino con el plebs (la plebe, las clases populares, no propietarias de instituciones político-económicas en las ramas de las relaciones de producción). También se dice que la idea de convergencia beneficiaría a una Izquierda Unida en jaque al ver que buena parte de su electorado se iría a Podemos, y de ahí que personajes públicos muy mediáticos como Tania Sánchez se presenten a las primarias abiertas en IUCM con el objetivo de la convergencia, que se vería reforzada con el posible ascenso a la coordinación general de IU de Alberto Garzón. Sánchez y Garzón son muy cercanos, en apariencia, a Pablo Iglesias y a Podemos. No obstante, y no por Pablo Iglesias, la convergencia podría ir en contra de la unidad popular que Podemos trata de configurar, siguiendo a Laclau y su particular interpretación de Gramsci sobre la "agregación de demandas democráticas en un programa político nacional-popular", y que es sobre todo defendida por aquellos sectores de Podemos más reacios a Izquierda Unida y, sobre todo, al Partido Comunista de España. Esto es, aquellos sectores de Podemos que renegaron de la Coalición fundada en 1986 tras años de militancia -con altibajos- en la misma (como Juan Carlos Monedero), a ciertos elementos troskistas, socialdemócratas o también directamente oportunistas de derechas que en Podemos militan debido a su pronunciada transversalidad.
Yo estimo que la unidad nacional-popular es lo deseable en todo proceso constituyente, término de dos palabras que no es más que un nombre eufemístico para no referirse ni a reforma radical ni a revolución, y todo dicho con pinzas en tanto que, a mi juicio, estamos más bien en una situación de pre-estallido social en España y más en Cataluña a causa del separatismo, pues no deja de ser una revolución política la conformación de un nuevo Estado, que en una revolución o proceso constituyente propiamente dicho, y todo en base a que podría no conseguirse la unidad popular en torno a Podemos (cuya existencia sirve como freno de ese mismo estallido social, todo hay que decirlo, al igual que Izquierda Unida), menos a IU, y realizarse la reconversión de España desde arriba, como tradicionalmente ha pasado, asegurándose así una especie de Tercera Restauración Española. La primera restauración fue la que pergeñó Cánovas del Castillo tras el fracaso de la Primera República. La segunda la que pergeñaron las cortes franquistas y parte de la oposición en el exilio que luego se llamó Transición, y la tercera podría ser esta en que hay un cambio de monarca, una posible reforma constitucional y la adecuación geopolítica de España en un viejo-nuevo orden internacional asegurado por el TTIP en construcción, el gran Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos que trata de plantar cara a los BRICS, en especial a Rusia y, sobre todo, a China, que ya es la Primera Potencia Económica Mundial.
Debido a la inquietante situación en la que estamos las prisas actuales, tanto de Izquierda Unida como de Podemos, son contraproducentes, pensando quizás en que no se volverá a repetir una oportunidad de cambio político como el actual hasta dentro de mucho tiempo. Y esto no tiene por que ser así, en tanto que la situación sociopolítica derivada de la crisis no va a traer una recuperación del Estado de bienestar anterior, sino más bien, un crecimiento económico compatible y entretejido con un aumento de las desigualdades sociales que provoquen una estable inestabilidad en España que se prolongue por mucho tiempo. Estable inestabilidad en la que Podemos, o lo que pueda derivarse de Podemos, e Izquierda Unida, o lo que quede de ella tras el escándalo de las tarjetas en negro de Cajamadrid que ha salpicado tanto a la cúpula de la coalición como al sindicato Comisiones Obreras, por no mencionar los pactos de gobierno andaluz por los presupuestos con el PSOE, que podría provocar la salida de la CUT de Sánchez Gordillo y Cañamero de IU hacia Podemos, dejando al PCE "solo ante el peligro", podrían tener, decía, todavía algo que decir, aunque ya desgastados debido a las prisas, y ello sin contar con nuevos equipos compitiendo en el campeonato político-electoral en el futuro.
En cualquier caso, y en lo referente al neofeudalismo separatista, no creo que una convergencia IU-Podemos pueda cambiar mucho la actual deriva en Cataluña y otras regiones de España. Si bien es cierto que muchos ven a Podemos con cierto regocijo españolista en tanto que todavía no han partido el Partido en federaciones como IU y el PCE, y el intento de resectorialización del PCE tratando de revertir el proceso federalista que Santiago Carrillo empezó y que todos sus sucesores siguieron sin cuestionarlo también da esperanzas a muchos, el problema de la balcanización de España no lo pueden resolver convergencias de partidos de ninguna clase y menos unidades populares que buscan procesos constituyentes que más bien serían "destructivos" hacia la nación española. Sí se puede, no obstante, trabajar conjuntamente de muchas maneras entre personas que, con sus matices, estén en contra del separatismo, del "derecho a decidir" de una minoría sobre la mayoría de españoles, y que tengan clara una defensa clara y firme de la unidad de España. Y como hay gente que defiende la unidad de España tanto en el PCE como en Podemos, como en otros partidos, es con esa gente con la que hay que trabajar, pues el principal causante de esta deriva, en sentido estructural, de lo que nos ocurre es el régimen mismo y sus cinco patas más rupturistas de la unidad de España: la Constitución de 1978, las autonomías y sus estatutos, el Senado, los partidos regionalistas y separatistas y la Monarquía. Y la ruptura con todo eso sí que sería un verdadero proceso constituyente siempre que lo que se constituya sea un poder político sobre una nación política ya hecha que no debe destruirse: España.
2) Sobre la idea de nación.
Como dijo José Luis Rodríguez Zapatero, "el concepto de nación es discutido y discutible". Pero lo que no se puede discutirse en absoluto, y es algo que es incapaz de entender este señor tan banal, cursi y superficial, es cada una de las acepciones del concepto politológico y filosófico-político de nación. La nación tiene cuatro acepciones:
a) Nación biológica, su término originario ya en la Edad Media, que hace referencia las partes de nuestros organismos ("la nación de los dientes" en referencia a la dentadura) o a nuestras familias.
b) Nación étnica, determinada por el clan, la tribu, la etnia, la religión, la raza, la lengua o dialécto, etc. Todo ello en conjunto es lo que se llama, en sentido antropológico, la "cultura", un todo complejo que, no obstante, acaba siendo mitificado oscura y confusamente, alcanzando en forma de ideología política su más alto grado de confusión. Un conjunto de naciones étnicas pueden convivir en un Estado-nación sin problemas (Suíza) o con problemas (Imperio Austro-hungaro, Yugoslavia). Un Estado multinacional no dejaría de ser un Estado-nación o nación política, conformado por multitud de naciones étnicas. Ahora bien, no puede decirse desde un punto de vista racionalista, de "izquierdas", que la nación étnica es la "natural" y "originaria" y la política la impostada, "artificial" e incluso la enemiga. Ese planteamiento es nacionalsocialista. A veces, incluso pueden darse ideologías que transformen una nación política, un Estado-nación, en una nación étnica haciendo que una etnia determinada domine sobre el resto, e incluso que persiga, reprima y elimine a otras etnias . Ejemplos históricos de esta clase ha habido varios en la Historia (Alemania, Ruanda, Croacia, Serbia).
c) Nación política, el Estado-nación. La nación política surge por varios procesos: por la unificación de diversas naciones étnicas en un Estado o provenientes de otros Estados en una sola nación política (Unión Soviética, Yugoslavia, Etiopía, Bolivia), por la unificación de diversas colonias o Estado en un Estado nuevo (federación o confederación, como Italia, Estados Unidos o Alemania), por la revolución en una nación histórica determinada que conlleva su transformación en nación política de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes (la nación histórica, o canónica, como puedan ser Francia, España). España es una nación política de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes desde la Constitución de Cádiz de 1812, con la salvedad de que la nación española de aquella época era la "unión de los españoles de ambos hemisferios", que tras las sucesivas independencias hispanoamericanas, se quedó concentrada en la Península Ibérica, las islas Baleares y las Canarias y Ceuta y Melilla.
d) Nación fraccionaria, el conjunto de ciudadanos de una nación política que quiere separarse, secesionarse, de una nación política constituida, para conformar un Estado. Algunos movimientos políticos separatistas se dicen demócratas o de izquierdas, en tanto que con el eufemismo del "derecho a decidir" lo que quieren es tener un privilegio para que los ciudadanos censados en municipios de su fracción o región puedan decidir sobre la unidad de todo el Estado en vez de decidirlo todos los ciudadanos del Estado constituido ya. Esto retrotrae a los privilegios medievales de nacimiento y origen, por lo que se le puede llamar neofeudalismo político a este movimiento.
La defensa de la unidad de España, desde las izquierdas, solo puede hacerse si se afirma que España es una nación política de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes. Y ello sin óbice para denunciar el formalismo jurídico de corte liberal que ello implica para, sin renegar de la unidad de España, defender el elevar el nivel de vida de las clases de trabajadores en sentido de "plebs" que enuncié antes.
3) La izquierda española es totalmente responsable de la deriva proseparatista, pero no hay alternativa a la misma.
En esto hay acuerdo general entre todos los patriotas españolistas de izquierdas. Las izquierdas perdieron la Guerra Civil española, y cedieron la idea de España al bando ganador, idea que el dictador Franco se llevó a la tumba con tal éxito que ya nadie, ni a izquierda ni a derecha, se la ha disputado. El aumento de la hispanofobia entre las izquierdas y las derechas, entre separatistas y separadores, es el gran triunfo de Franco, pues él "venció y convenció" y ha hecho muy difícil disociar la idea de España y la Historia de España de su figura. El separatismo, en este sentido, es franquista, en tanto que engrandece la figura histórica de un dictador que no inventó España en absoluto y que en la Historia de una nación que abarca más de siete siglos como nación histórica, él solo ocupó el lapso de menos de la mitad de una centuria. La alternativa a este "franquismo de izquierdas" hispanófobo y separatista solo puede construirse entre los comunes de diversos partidos y facciones que defiendan la unidad de España desde posiciones alejadas ideológicamente de las que tuvo el bando ganador de la Guerra Civil. Y quizás, por ello, la profanación y autopsia ideológica de Franco conlleve sacarle, de una vez por todas, la idea de España de sus entrañas y hacerla nuestra, porque siempre fue nuestra. Desde Cádiz.
4) ¿Por qué hay tantas dudas entre muchos españoles respecto al "derecho a decidir"? ¿Por qué hay gente en Madrid que lo ve con buenos ojos o en otras partes de España, gente como Carlos Taibo? ¿Por qué se asocia España, incluso, con el ébola como "peste española"?
Las hay porque el separatismo genera separadores. Hay, digamos, muchos tipos de separadores, pero pueden distinguirse dos clases de separadores en España asociados ideológicamente a izquierdas y derechas, con los problemas que esta dicotomía tiene en la actualidad, pues tienen más connotaciones subculturales que políticas efectivas. Los separadores de derechas se reconocen al afirmar que "zlos catalanes no son españoles, anda y que se vayan ya todos y que nos dejen en paz". Los separadores de izquierdas se reconocen al afirmar que "España no existe, es una carcel de pueblos y todos los pueblos del Estado español tienen derecho a separarse si así lo deciden". Ambos dan privilegios a grupos políticos que los reclaman y que llaman "derechos históricos" y/o democráticos. La idea de democracia es aún más confusa y oscura a nivel político que muchas otras. La democracia no es más que un procedimiento de selección de grupos de poder que dominaran a una nación durante un periodo determinado de tiempo, organizando de paso la propiedad, las relaciones de producción y las instituciones culturales de esa nación por unos pocos años, con sus valores correlativos (libertad de expresión, asociación y reunión, que nunca son totales). Votar no es democracia solamente, pues muchos regímenes no democráticos (aristocráticos e incluso tiránicos) organizan plebiscitos y tienen votaciones. Pero todos estos sistemas políticos, incluidos los democráticos (la democracia se dice de muchas maneras, no se puede ser fundamentalista democrático de ninguna de sus vertientes), no pueden funcionar sin una cierta estabilidad política, por lo que no pueden tomarse en sentido estricto como democráticos a los partidos políticos que propugnan la secesión, sean separatistas o separadores, además de que provocan inestabilidad. Partido viene de parte, y hace referencia a un todo. Si un partido quiere arrogarse ese todo o destruirlo, entonces no puede ser democrático.
En cuanto al ébola, y dejando aparte la gestión del asunto, nadie dijo nunca que la legionela que ha causado ya once muertos en Cataluña sea "peste catalana". Por otra parte, Carlos Taibo siempre ha estado asociado a ideas separadoras semianarquistas, aparte de ser gallego y cercano al nacionalismo de esa región de España (entre las preguntas se afirmó erróneamente que era madrileño).
5) ¿Qué es ser de izquierdas? ¿Es defender la justicia para todos o la solidaridad entre trabajadores?
No es defender la "justicia para todos". Ya los romanos defendían la "justicia para todos", esto es, "dar a cada uno lo suyo": al patricio lo suyo, al plebeyo lo suyo, al hombre libre lo suyo, al esclavo lo suyo, al proletario lo suyo. etc. Tampoco puede ser la justicia para todos el defender solo la equidad socioeconómica, pues entonces el mismísimo Papa, independientemente de que sea Francisco u otro, sería considerado de "izquierdas". Tampoco podría ser la solidaridad entre trabajadores si no se especifica antes qué se entiende por trabajadores. Pues si por trabajadores se entiende todos los que "trabajan" en una nación, todos los que "arriman el hombro", eso no está muy lejos del corporativismo fascista o del sindicalismo verticalista franquista o peronista.
Hoy día, por desgracia, ser de "izquierdas" es defender todo aquello que no defienda el PP, en tanto que el PP tiene supuestamente "ADN del franquismo" en fórmula poco afortunada de Pablo Iglesias Turrión, como si otros partidos no lo tuviesen también. Por eso, ser de "izquierdas" durante mucho tiempo ha sido sinónimo de "no ser de derechas". Lo que supone aún más confusión.
Quien mejor ha definido qué son las izquierdas, a mi juicio, ha sido Gustavo Bueno. Las izquierdas (que no "la izquierda" en singular, pues no hay una única izquierda, sino varias, y enfrentadas entre sí incluso a muerte) son diversas generaciones de ideologías políticas surgidas históricamente a partir de la Revolución Francesa, que tendrían una característica genérica y otra específica. La genérica sería el racionalismo universalista, esto es, la lucha contra el oscurantismo, el irracionalismo, contra las tinieblas del Antiguo Régimen expresadas en la unión de Trono y Altar, tanto a nivel filosófico como económico y sociopolítico, queriendo extender ese racionalismo no solo a escala nacional, sino también universal. La específica sería lo que Bueno llama "racionalización revolucionaria por holización". Tomándolo de la Química, el término holización hace referencia a una transformación "idéntica" por el que un campo determinado se reestructura partiendo de elementos anteriores. En el marco de las sociedades políticas, la holización de derechas sería anatómica, es decir, se transformaría la sociedad manteniendo o reformulando los estamentos, clases y grupos en que se divide una sociedad tradicional. La holización de izquierdas, por su parte, sería atómica, en tanto reformula, o incluso destruye, esas clases o estamentos (o castas) en tanto que convierte a nobleza, clero y tercer Estado, todos, en ciudadanos de la nación política. La nación política sería la primera formulación revolucionaria de las izquierdas frente al Antiguo Régimen, y el canon de nación política lo establecerían las izquierdas jacobina y liberal de los siglos XVIII y XIX frente al Antiguo Régimen e incluso enfrentadas entre sí (pues los jacobinos son republicanos y los liberales pueden aceptar una Monarqúia Constitucional).
Tras el jacobinismo y el liberalismo de las Cortes de Cádiz, surgirían otras izquierdas que también se definen respecto de la nación política, o más en genérico, respecto del Estado, con un proyecto político fuerte y definido (izquierdas definidas). El anarquismo querrá destruir el Estado e instaurar la autogestión a través de sindicatos (anarco-sindicalismo), y las izquierdas surgidas del marxismo querrán instaurar el comunismo tras un periodo de transición prolongado socialista a partir del dominio de clase del proletariado sobre la burguesía (dictadura del proletariado) que podría alcanzar formas de democracia radical, y que diferirá por tiempos y por mecanismos según la izquierda definida de raíz marxista que sea, puesto que la socialdemocracia lo hará desde la democracia liberal ganando elecciones (quedándose en Estado de bienestar y abandonando el marxismo), el comunismo lo hará mediante la revolución dirigida por una vanguardia de revolucionarios profesionales que instaurarán democracias populares de partido único, y el maoísmo hará lo mismo pero apoyándose en el campesinado y sin renunciar al multipartidismo con hegemonía del PCCh en China. Por su parte, el populismo como izquierda definida entenderá que el pueblo como plebe es el sujeto revolucionario, y su misión, por tanto, será establecer su dominio sociopolítico a través de la democracia participativa que se expandirá todo lo posible en busca de un mundo armónico multipolar donde cada pueblo vivirá en paz y armonía con todos los demás.
Tras el jacobinismo y el liberalismo de las Cortes de Cádiz, surgirían otras izquierdas que también se definen respecto de la nación política, o más en genérico, respecto del Estado, con un proyecto político fuerte y definido (izquierdas definidas). El anarquismo querrá destruir el Estado e instaurar la autogestión a través de sindicatos (anarco-sindicalismo), y las izquierdas surgidas del marxismo querrán instaurar el comunismo tras un periodo de transición prolongado socialista a partir del dominio de clase del proletariado sobre la burguesía (dictadura del proletariado) que podría alcanzar formas de democracia radical, y que diferirá por tiempos y por mecanismos según la izquierda definida de raíz marxista que sea, puesto que la socialdemocracia lo hará desde la democracia liberal ganando elecciones (quedándose en Estado de bienestar y abandonando el marxismo), el comunismo lo hará mediante la revolución dirigida por una vanguardia de revolucionarios profesionales que instaurarán democracias populares de partido único, y el maoísmo hará lo mismo pero apoyándose en el campesinado y sin renunciar al multipartidismo con hegemonía del PCCh en China. Por su parte, el populismo como izquierda definida entenderá que el pueblo como plebe es el sujeto revolucionario, y su misión, por tanto, será establecer su dominio sociopolítico a través de la democracia participativa que se expandirá todo lo posible en busca de un mundo armónico multipolar donde cada pueblo vivirá en paz y armonía con todos los demás.
Habría también izquierdas indefinidas, que no seguirán proyectos políticos fuertes, aunque se puedan acercar a ellos, sino que lo harán a nivel estético y subcultural, ético y moral (izquierda extravagante), intelectual (izquierda divagante) o una mezcla de ambas (izquierda fundamentalista).
Todo esto se opondrá a la derecha, que tratará siempre de mantener la apropiación originaria de la riqueza y los estamentos del Antiguo Régimen en mayor o menor grado y que podrá ser reaccionaria (carlistas), liberal (neoliberalismo) o incluso socialista (que extenderá derechos sociales para evitar el auge de la socialdemocracia o el comunismo entre los trabajadores). También habrá derechas que no defiendan el Antiguo Régimen, pero se enfrenten directamente a las izquierdas definidas en sus planes y programas y defiendan proyectos particularistas, irracionalistas o directamente suicidas (secesionismo, sectas, cierto ecologismo, indigenismo, fascismo, nacionalsocialismo, etc.).
6) Sobre que haya "españoles independentistas" como la gente de Súmate y las alianzas estratégicas con diversos grupos políticos.
Los "españoles independentistas" no dejan de ser consumidores satisfechos en las democracias de mercado pletórico capitalista, donde cada uno puede formar parte de toda clase de nicho de consumidores, hasta de los más deplorables. Son, además de separatistas, separadores, y o se reconvierten mediante la convicción, la educación y la propaganda (que tenemos que usar de manera magistral), o serán adversarios o enemigos. Sobre las alianzas estratégicas habrá que hacerlas según escalas y momentos. Hay que tener buenos amigos hasta en el infierno, esto forma parte del ABC de todo revolucionario.
7) Sobre el Manifiesto de personas de izquierdas contra la secesión de Cataluña.
Yo no estoy de acuerdo con ese manifiesto, firmado entre otros por Francisco Frutos o Lidia Falcón, en tanto que pide votar en un referendum que, directamente, hay que prohibir. Ese documento ha sido impulsado por Unificación Comunista de España, de corte maoísta. Al hablar con ellos les dejé claro que el manifiesto era políticamente flojo, aún reconociendo su mérito como pionero, en tanto que no se sabía quién era el sujeto de la soberanía que podía decidir sobre la unidad de España. Como me contestaron que era cada "individuo" o cada "grupo político que lo defendiera" el que "podía decidir", entendí que ese era un argumento para sumar firmas, pero que no podía pasar de ahí, y que era poco serio. Si no se dice abiertamente que el sujeto de la soberanía nacional en España es la nación española, siendo el pueblo español (la parte viva de la nación) el depositario en ejercicio de dicha soberanía, y si no se está en contra de que solo los españoles censados en municipios catalanes voten en un sorpasso democratista y separatista, haciendo que los catalanes de nacimiento censados en municipios no catalanes, al igual que el resto de españoles no censados en municipios catalanes, seamos ciudadanos de segunda, súbditos de un conjunto de compatriotas elevados a privilegiados, a "casta" (cosa que, por cierto, defiende Pablo Iglesias para Cataluña) entonces ese no puede ser mi manifiesto, ni el manifiesto de mis iguales.
8) Autocrítica en Izquierda Unida y el Partido Comunista de España.
Toda la del Mundo. Izquierda Unida, y el PCE (partido sin fuerte formación marxista practicamente desde sus inicios) son muy responsables de esto. Desde cierta connivencia con el separatismo vasco o el catalán hasta tener una idea difusa de democracia asociada a votar porque sí todo lo que haga falta votar, sin distinguir ni definir sujeto político soberano, y sin querer hacer propaganda y formación política revolucionaria de la población.
De todas maneras, el problema del comunismo español es más de fondo. Como bien me dijo una vez el catedrático de Historia contemporánea de la Universidad de Málaga, Antonio Nadal, el problema del marxismo español es que aquí nunca llegó Hegel, y que su hueco lo llenó Krause. Analogando a Doménico Losurdo y su obra "Hegel y la catástrofe alemana" (Escolar y Mayo, Madrid 2012), podría en España escribirse un libro que se titulase "Krause y la catástrofe española". No obstante, Gustavo Bueno llena el hueco hegeliano que aquí teníamos, le guste a Bueno y a sus seguidores o no.
Esto es todo lo que puedo decir al respecto de la cantidad de cuestiones que se nos plantaron a los ponentes en Barcelona. Espero que sea de interés para ellos cuando lo lean, así como para otros que puedan leer estas respuestas. Reitero mi agradecimiento a todos por dejarme subir una vez más a la Ciudad Condal, y espero que podamos seguir trabajando juntos, incluso en catacumbas, por todo lo que hay que hacer, que es mucho y es nuestro deber, y ha de ser nuestra pasión. Pues la política, sin pasión, carece de verdadera Razón.