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Ya terminó el IX Congreso del Partido Comunista de Madrid, sección regional madrileña (federación) del Partido Comunista de España. Y terminó con una nueva dirección. 65 compañeros han sido elegidos para su Comité Central, de los cuales su Secretario General será Álvaro Aguilera, profesor de Literatura, guionista de cine y concejal y portavoz de IU en el Ayuntamiento de Brunete. Su candidatura ha vencido por 110 votos sobre los 95 de la segunda más votada, continuadora de la Dirección anterior.
Aguilera representa una línea política dentro delPCM que lleva muchos años intentando ganar Congresos sin conseguirlo, hasta ahora. Cuando la coyuntura política en España es favorable a una línea dentro del comunismo alineada con el populismo de corte izquierdista latinoamericano (Podemos), palabras como “ilusión” -que se ha convertido en leit motiv electoral y político-, “audacia” -tomada de Maquiavelo con la intención de aplicarla a cualquier movimiento encaminado a tratar de “representar” al “pueblo”-, “empoderamiento” -un anglicismo que sustituye a la complicada, por tener tres palabras, “toma del poder” de las clases trabajadoras- o “proceso constituyente” -eufemismo que trata de eludir la palabra “revolución”, para hacerla más presentable al tiempo que se quita cualquier connotación violenta a la misma-, son las que representan mejor que nadie a la candidatura ganadora.
Una candidatura que ha hecho de este lenguaje un acierto, junto con la denuncia de ciertas actitudes que han considerado equivocadas en la dirección del PCM-PCE durante los últimos años a pesar de tener más de un millón y quinientos mil votos, impensable en Izquierda Unida hace solo cinco años. Una candidatura ahora en el poder que, no obstante, puede coger lo mejor de lo logrado hasta ahora para, al mismo tiempo, dirigir la federación a sectores políticos donde la dialéctica de clases, en sentido más pluralista, se da más allá de la tradicional institucionalidad obrera de los partidos y los sindicatos (movimientos sociales, grupos de presión, grupos intelectuales, etc.).
Puede que Aguilera sea un magnífico secretario general del PCM, y puede que los suyos hagan del PCM un referente político de mucho peso, junto con la federación de Izquierda Unida en Madrid, cosa que todos, también los perdedores de las tres otras candidaturas, desean. Es incluso deseable que así sea, porque una buena dirección política puede solventar los evidentes problemas logísticos e ideológicos que la federación tiene desde hace tiempo. Problemas extensibles al resto del Partido Comunista de España.
El día de las enmiendas fue un ejemplo de esto último. ¿De qué sirve poder hacer enmiendas si luego solo pueden ser aceptadas aquellas que no contradigan no solo a la dirección de la federación madrileña del PCE, sino a lo acordado por el Congreso del PCE a nivel nacional? Y, lo que es más preocupante, como evidenció la actividad frenética del camarada Santiago Gómez Crespo, de los pocos que se leyó entero tanto el Documento Político como el de Organización, así como los Estatutos del IX Congreso del PCM y las enmiendas, algo que muestra lo gran militante que es: ¿De qué sirve todo lo dicho anteriormente cuando el último día de Congreso es elegida una nueva dirección con nuevos aires de corte juvenil-populista tan de moda hoy día -como si lo hecho por generaciones anteriores tuviese, por el mero hecho de ser generaciones anteriores, que ser tirado a la basura- si el problema del Partido Comunista de España en particular y de Izquierda Unida en general es de base, es decir, está en sus fundamentos tanto organizativos como teóricos?
Algunos aspectos que habría que cambiar
Como dice el dicho, un Estado con malas leyes puede ser bien gobernado por un buen gobernante. Haciendo analogía del Estado, con un Partido político, o con una sección de él, esperamos todos que Aguilera dé la talla. Ahora bien, hay ciertos aspectos que, a mi juicio, habría que considerar cambiar de manera radical, como serían:
1) El hecho de que hasta 65 personas constituyan el Comité Central del Partido Comunista de Madrid, un exceso supuestamente basado en la “representatividad” del 5% de la militancia en la región. Pero que resulta, por la cantidad, demasiado grande.
2) El hecho de que Aguilera haya encabezado una candidatura que, aunque honestamente encaminada a “salvar al PCM“, haya tenido que hacerlo con un discurso que parezca más pensado a nivel nacional español que regional, diciendo obviedades pero sin propuestas concretas de verdadera refundación del Partido Comunista. Pues las cuatro candidaturas querían “salvar al PCM“, cada una a su manera, y ha vencido la que mejor ha vendido esa “salvación” de una federación clave para el devenir a corto plazo del PCE-IU a nivel nacional habida cuenta de los resultados de las pasadas Elecciones Europeas.
3) El hecho de que un Congreso de una federación regional pareciese, con las características cañís de rigor, un Congreso Nacional del Partido Republicano o del Partido Demócrata de Estados Unidos. ¿Tiene algún sentido que se celebren Congresos de federaciones del PCE en un país de 47 millones de habitantes y con una extensión territorial menor que Francia como es España? ¿Acaso son necesarias tantas federaciones más allá de la necesaria organización administrativa y gestora centralizada de un Partido que viene de una tradición del centralismo democrático? ¿Por qué organizar un Partido Comunista así, como si España fuesen los Estados Unidos de Norteamérica? Las diatribas del día de las enmiendas muestran lo caótico de esta forma de organización, que debilita sobremanera al PCE y a Izquierda Unida.
4) La pobreza teórica, que tanto los Documentos como los Estatutos y algunas enmiendas prueban. La ausencia de análisis materialista o marxista de lo realmente existente, y su sustitución por meros análisis de corte izquierdista progresista casi socialdemócrata se erigen en dominantes en un Partido con un déficit teórico y práctico considerable. ¿Sería capaz Aguilera de solventar este problema cuando está sujeto a una dirección nacional que adolece de los mismos defectos?
Capacidad analítica y teórica
Esta nula capacidad analítica, teórica y con capacidad de conectar la teoría con la vida política es lo que, bajo mi punto de vista, ha llevado al PCE-IU durante décadas a oscilar entre lo dominante y lo potencialmente dominante en el espectro ideológico de izquierdas en España y a no poder ser el PCE-IU la verdadera vanguardia de ese espectro. Pues cuando el PSOE era inmensamente grande, desde la Transición hasta finales de la década pasada, el PCE-IU se acercó demasiado a la socialdemocracia desmarxistizada de orientación liberal. Y ahora que Podemos, a pesar de tener 300.000 votos menos que el PCE-IU, parece que va a ser el partido hegemónico de ese espectro si el PSOE no renace cual Ave Fénix (algo no descartable), parece ser que el PCE-IU se orienta más al populismo podemista. La explicación de estos vaivenes se centra, estimo, en la evidencia de la nulidad teórica a nivel filosófico, politológico, económico, táctico y estratégico de muchos cuadros del Partido. Algo que, no obstante, siempre podría solventarse si hay ganas de hacerlo.
Hay, sin embargo, vocación de cambio en toda la militancia del PCM, y por extensión de todo el PCE. De cómo se produzca ese cambio dependerá el futuro de un Partido que no debería pensar en si va a desaparecer o no. Si no en algo que, desde hace años, incluso en los mejores años de Julio Anguita, parecía impensable, a saber: ganar el poder en España, convertirse en referente de la política nacional y del comunismo internacional y hacer de España una nación vanguardia de las luchas por la justicia social (socialismo) a nivel universal. Si el PCE no lo hace, quizás otros podrían hacerlo, pero jamás podrían hacerlo como el PCE lo haría. Pues el comunismo, y solo él, ha sido la ideología y el movimiento político que, de verdad, ha puesto en solfa la hegemonía capitalista a escala universal. Y hasta no hace mucho.
¿Puede la socialdemocracia o el populismo presumir de lo mismo, cuando tanto una como otro son ideologías y movimientos que han bebido y se han beneficiado tanto de los éxitos como de las derrotas del comunismo? El inmenso torbellino rojo del siglo XX podría tener su analogía en el XXI. Pero eso solo podría ocurrir si el comunismo se toma en serio a sí mismo y empieza, tanto en Madrid como en España para empezar, a armarse a todos los niveles para luchar, hasta la victoria (siempre), ante, frente y contra sus adversarios y enemigos y sus críticos, sean estos de “derechas” o de “izquierdas”.