Artículo publicado en La Voz de Barcelona el 8 de mayo de 2013, republicado en Alternativa Ciudadana Progresista el 9 de mayo de 2013: ...
Artículo publicado en La Voz de Barcelona el 8 de mayo de 2013, republicado en Alternativa Ciudadana Progresista el 9 de mayo de 2013:
Desde dos regiones de España, Cataluña y País Vasco, se reclama eso que llaman derecho a decidir, que no es otra cosa que realizar un referendo para poder realizar otro referendo de autodeterminación o, lo que es lo mismo, de constituir un nuevo Estado de partes de otro Estado, España. Estados que quieren ingresar en la depredadora Unión Europea liderada por Alemania, pensando que pueden ser la Holanda del Mediterráneo (el proyecto de CiU) o un protectorado anglosajón en el Cantábrico (el proyecto del PNV). Eso por no hablar de las facciones socialistas del asunto: el ya veterano mundo aberzale o la reciente CUP en Cataluña.
Todos ellos, de izquierdas y de derechas defienden la autodeterminación de los pueblos, pero dándole la vuelta del revés, pues ahora las llamadas colonias son regiones tradicionalmente ricas de naciones canónicas como España que por culpa de la crisis van perdiendo un estatus que hace tiempo estaba en proceso de descomposición (salvo para las regiones forales vasca y navarra). Ya las colonias no son, para estos grupos políticos, lo que siempre fueron: protectorados con gobierno indirecto que tributaban a la metrópoli mientras sus habitantes vivían en la miseriao, si querían prosperidad, permitían ser convertidos en paraíso fiscal.
Todo aquel que, como es mi caso, esté en contra del derecho de autodeterminación,por absurdo (no hay ‘auto’, sino ‘heterodeterminación’, pues un territorio que no es reconocido por otros estados, e incluso por el más afectado en este caso, España, no es Estado, ni colonia, y ni siquiera reino adjunto, pues ningún Estado de los ya existentes se autodetermina a sí mismo, como si los estados fuesen sujetos del cogito cartesiano), y antidemocrático, seremos tachados, por las izquierdas y las derechassecesionistas, como “españolistas”, “fascistas” o “antidemócratas”. Pero repasemos bien qué es lo que defienden para ver de qué lado están ellos y de qué lado estamos nosotros.
El tan manido derecho de autodeterminación, defendido por gente tan dispar comoArnaldo Otegui, Artur Mas, Xosé Manuel Beiras e incluso españoles renegados como los tertulianos del programa antisistema La Tuerka de Tele K (en Madrid), no es más que un privilegio de secesión que rompe la soberanía nacional española o, lo que es lo mismo, el derecho a decidir garantizado por las leyes (gusten o no, aunque las leyes de la Segunda República tampoco consentían la secesión; recordemos a Lluís Companys) a todos los españoles en algo que nos compete a todos, como es la unidad de España.
El derecho a decidir, la autodeterminación de estos grupos facciosos, no defiende otra cosa que los ciudadanos españoles que estén censados en municipios catalanes (por poner el ejemplo catalán) sean los únicos que puedan decidir democráticamente sobre al unidad de España solo por el mero hecho de que el resto de españoles no son catalanes o no están censados en municipios catalanes. Esto retrotrae a dos cosas: 1) los privilegios medievales por razón de nacimiento y origen, convirtiendo a España así en una vasta sociedad estamental similar al Antiguo Régimen (neofeudalismo); y 2) la democracia orgánica franquista-falangista y su idea de que los órganos directos de representación y elección popular son la familia, el municipio y el sindicato.
Las familias catalanistas secesionistas, como vemos, están por encima de las no catalanistas secesionistas. Los municipios desde luego, y todo ello mientras los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, además de la Intersindical y otros, se muestran partidarios de destruir la soberanía nacional, que es sinónimo de destruir España.
Con ello tenemos que el franquismo sociológico penetró fuertemente en los grupos autodenominados de izquierdas (izquierda fundamentalista, en terminología de Gustavo Bueno) desde los años 70 del siglo pasado hasta hoy, hasta el punto de defender estos, en toda España, que el españolismo es sinónimo de fascismo, franquismo, Imperio español del Antiguo Régimen y, en suma, lo peor de lo peor. Sin embargo, con estas actitudes, estos grupos siguen dando la victoria a Franco cuatro décadas después de su muerte, primero al permitir que lo que Franco arrebató a todos los españoles (la idea de España) siga siendo patrimonio de una dictadura fenecida, y segundo al defender métodos franquistas de plebiscito para expoliar a los españoles de parte de su territorio. Así, los privilegios se llaman derechos, la democracia dictadura, la soberanía nacional fascismo y al sectarismo etnonacionalista democracia.
De esta manera, los tardo-antifranquistas de hoy resultan ser criptofranquistas. Y la democracia coronada de 1978 resulta ser hija legítima de la sentencia de Franco: “Todo está atado y bien atado”. Desde luego. El PSOE hace las veces de Falange, el PP de Opus Dei y los secesionistas de carlistas. Solo el oponerse a todos ellos, con firmeza a la vez que prudencia, construyendo una alternativa seria y decidida a su yugo, permitirá vencer y convencer sobre la basura que conjuntamente, a pesar de sus divergencias, han vertido sobre España.