Publicado en Izquierda Hispánica, el 2 de enero de 2014: http://izquierdahispanica.org/2014/la-revolucion-bolivariana-se-mantiene...
Publicado en Izquierda Hispánica, el 2 de enero de 2014:
A pesar de los cortes de luz, a pesar de las presiones internas y externas, y a pesar del crecimiento del apoyo a la oposición caprilista sobre todo en las grandes ciudades, clave geoestratégica en toda elección democrática que se precie, el Gran Polo Patriótico, la coalición de izquierdas que lidera el Partido Socialista Unido de Venezuela de Nicolás Maduro, presidente del país, ha ganado con holgura en las elecciones municipales de ayer en lo que se ha tomado con un plebiscito más no ya a Maduro y su gestión, sino a todo el proceso bolivariano iniciado en 1998. Los datos básicos de la victoria pueden leerse aquí: http://www.laiguana.tv/noticias/2013/12/08/10260/AHI-TIENES-TU-PLEBISCITO-CAPRICHITO-DERROTA-NUMERO-4-EN-FILA-PARA-LA-MUD-EN-14-MESES--.html
Esta forma de avance político de la revolución bolivariana es clave para entender un rasgo básico de la izquierda populista, entendida esta según nuestros parámetros como la séptima generación de izquierdas políticamente definidas. Hagamos un pequeño recorrido teórico-histórico para explicar esto:
En el año 2002 Gustavo Bueno publicó "El mito de la izquierda" (Ediciones Zeta, Barcelona, España), donde criticaba la idea, que consideraba mítica en sentido oscuro y confuso, de la "unidad de la izquierda" como fin político, y afirmaba que no había una única izquierda, sino varias, y en pugna entre sí incluso radical y a muerte. Identificaba dos características para delimitar qué era izquierda política, que conectaban respectivamente con dos ideas desarrolladas en su obra de 1972, "Ensayos Materialistas" (Taurus, Madrid), donde expone su ontología del materialismo filosófico. Estas dos características eran el racionalismo universalista, conectada con la idea de socialismo genérico (filosófico, en tanto que todo sujeto humano, sino tiene alguna tara mental grave, puede conocer cualquier tipo de verdad), y la racionalización revolucionaria por holización, conectada con la idea de socialismo específico, socioeconómico, esto es, un proyecto de Estado donde se lleve a cabo una disolución de los grupos o clases conformantes de la sociedad que se revoluciona hasta sus partes materiales, los individuos que viven en esa sociedad, transformándolos en una nueva sociedad política sobre las bases de la anterior. Si no hay conexión entre este racionalismo universalista y este proyecto de Estado no se puede hablar de izquierda política definida. Pues un Estado con una política económica de intervención e incluso que aplique medidas "sociales", si no tiene una vocación universalista incluso más allá de sus fronteras no podrá ser considerado de izquierdas en sentido fuerte. Así pues, el Estado, como pilar fundamental de toda acción política, e incluso tomado como sujeto revolucionario (en cuyo seno se desarrolla una dialéctica de clases que tiene su innegable conexión fuera de las fronteras de dicho Estado), es el analogado principal para poder hablar de izquierdas definidas.
También había izquierdas indefinidas que, si bien compartían rasgos genéricos con las definidas (racionalismo, universalismo, apoyo mayor o menor a izquierdas definidas), buscaban una definición que no era meramente política sino "filosófica", "ética" o "moral", o "social". Bueno señalaba tres: la izquierda extravagante (ONGs), la izquierda divagante (intelectuales) y la izquierda fundamentalista (fusión de las otras dos).
Las izquierdas definidas se habrían desarrollado en sucesivas generaciones en la que la siguiente criticaba y se "rebelaba" frente a la anterior generación, afirmando superarla en algunas cosas. Y todas conectaban con ese socialismo genérico, ese racionalismo universalista, bien por fines y/o bien por razones estructurales, y tenían un proyecto de Estado, o se definían respecto al Estado. Las generaciones que Bueno clasificaba eran las siguientes:
- Izquierda Radical o Jacobina: el jacobinismo es una izquierda definida eminentemente patriótica, republicana, antimonárquica radical, antirregionalista, centralista en lo que a poder del Estado se refiere, laica e incluso atea radical, e imperialista, como mostró el bonapartismo posterior, su continuación histórica más coherente. Su proyecto de Estado es la Nación Política Republicana de Ciudadanos Libres e Iguales en Derechos y Deberes, siendo Francia su mayor logro. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 es su programa político máximo, condenado en su día por el Vaticano. Pues hablaba en nombre de los franceses, de la Nación Francesa, de los ciudadanos, pero proclamaba derechos a todos los hombres del globo, derechos que Francia se arrogaba por legitimidad revolucionaria y pensaba expandir por la fuerza a todo el orbe. Y así lo hizo el que es, junto a Robespierre, el gran baluarte del jacobinismo: Napoleón Bonaparte. Su fracaso en Waterloo no significó el fin del potencial político del jacobinismo, pues la idea de Nación Política Republicana siguió siendo en todo el siglo XIX, el XX y el XXI una idea-fuerza política de innegable potencial revolucionario, y fue asumida por todos los movimientos de los Países No Alineados del mal llamado "Tercer Mundo". El sujeto revolucionario jacobino, emic, es la Nación Política, el Estado-Nación (algo que implícitamente asumirían todas las izquierdas políticas definidas posteriores salvo el anarquismo, y también ideologías particularistas como el fascismo italiano). Pero etic era, sobre todo, la burguesía y, subordinada a ella, el resto del llamado "tercer Estado", el "pueblo llano".
- Izquierda Liberal: es la izquierda política definida surgida durante la Guerra de Independencia española de 1808-1814. Es también patriótica, pero no necesariamente republicana, pues puede adoptar formas monárquicas pero no absolutistas. La Constitución de Cádiz de 1812 es su mayor logro, y su universalismo era sobre todo estructural, pues la nación española de ambos hemisferios que proclamó se construyó sobre las bases del Imperio Español católico universal que, tras su derrumbe en Cádiz, empezó a resquebrajarse en diversas repúblicas que, cada una en su proceso particular, fue heredera del revolucionarismo liberal desarrollado durante la Guerra. Simón Bolivar, José de San Martín o José Martí fueron grandes exponentes de esta izquierda liberal, que abolió la esclavitud y desunió Trono y Altar, aún glorificando a este mismo en constituciones abiertamente confesionales (católicas). Hoy día, la palabra liberal asociada a Cádiz no tiene apenas fuerza política, y el liberalismo en su inmensa mayoría solo es una broma de mal gusto economicista.
- Izquierda Libertaria o Anarquista: esta izquierda se revuelve contra las anteriores. Comprende que la transformación revolucionaria del Antiguo Régimen absolutista no es suficiente para acabar con la miseria, la explotación y la opresión políticas y económicas, y ve cómo las burguesías jacobina y liberal, al acabar con el absolutismo de herencia feudal y con el mercantilismo inicial, instauran un régimen de explotación y opresión más directo, más abierto, más cruel, el del capitalismo industrial decimonónico. Así pues, el anarquismo ve en el Estado al principal enemigo a batir, pues sus sucesivas transformaciones revolucionarias no solucionan de ninguna manera el problema de raíz, la sumisión vejatoria de unos hombres a otros. Sucesivas plataformas anarquistas se desarrollan, cada una con una idea distinta de sujeto revolucionario. El anarco-individualismo pensará que el sujeto revolucionario es el individuo mismo, cuya libertad es inviolable y es la esencia de todo proceso revolucionario verdaderamente transformador. Lysander Spooner será uno de sus máximos representantes (hoy tomado por muchos anarco-capitalistas como pionero de sus ideas). El anarco-comunalismo buscará esa emancipación en la conformación de comunas sociales igualitarias "ajenas" a la forma política Estado. Pero será el anarco-sindicalismo (Bakunin, Kropotkin, Montseny, Durruti) la principal fuerza política anarquista con gran repercusión histórica hasta nuestros días. El anarco-sindicalismo verá en la clase obrera, el proletariado, al sujeto revolucionario por excelencia, y el derrumbe directo y sin demora del Estado como orden opresivo y su sustitución por el orden universal del comunismo libertario y la autogestión económica mediante la fuerza revolucionaria de los trabajadores organizados en sindicatos será el gran arma anarquista a nivel político. El nacionalsindicalismo español tomará esta idea última anarcosindical, pero sin derribar el Estado, sino fortalenciendolo, renunciando al racionalismo universalista e instaurando el corporativismo político-económico. Hoy día el anarquismo sigue teniendo una fuerza política sin discusión, más por su influencia en otros movimientos inspirados en mayor o menor medida por él (movimiento 15M, antiglobis, movimiento punk), que en las fuerzas clásicas que ayudaron a definirlo. A partir de él, todas las demás izquierdas definidas hasta el populismo son anarquistas, si bien filtradas por el fulcro filosófico del materialismo de Marx y Engels.
- Izquierda Socialista o Socialdemócrata: la primera izquierda definida marxista pretende instaurar el socialismo, tomando al proletariado como sujeto revolucionario, mediante la acción política sindical y de partido pero dentro de las "reglas de juego" de las democracias liberal-burguesas, esto es, progresivamente, ganando elecciones. Tras la revisión crítica del marxismo por parte de Kautsky y Bernstein, la socialdemocracia acaba abogando por el mantenimiento de determinadas formas de economía capitalista en relación mixta con formas de intervención económica (parejas a los liberales keynesianos o a los fascistas), pero sin renunciar al universalismo racionalista, pero quedándose en el Estado de bienestar. El abandono progresivo del marxismo por parte de la socialdemocracia llevará a ésta a adoptar un nuevo credo universalista que tendrá su máxima expresión en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, de clara inspiración ilustrada.
- Izquierda Comunista o Marxista-Leninista: la izquierda bolchevique de Lenin, Trotsky y Stalin, la que venció a Hitler en la Segunda Guerra Mundial. La izquierda definida de la Unión de República Socialistas Soviéticas. El más importante movimiento político del siglo XX. El sujeto revolucionario es el proletariado universal que, en sentido de dialéctica de clases nacional, es dirigido por una vanguardia de revolucionarios políticos profesionales a tiempo completo organizados en un partido político que habrá de tomar el poder e instaurar la dictadura del proletariado marxista en dirección progresiva a la revolución comunista universal. Sin la URSS no hubiese habido Estado de bienestar, ni descolonización, ni progresiva emancipación de la mujer. Su hundimiento en 1989-1991 no ha evitado que siga habiendo comunistas. ¿Son los comunistas post-soviéticos cómplices y víctimas de un delirio porque "no se han enterado que la URSS cayó", o hay una racionalidad evidente en las ideas comunistas que permite que sigan existiendo, con sus evidentes contradicciones, partidos comunistas en pleno siglo XXI y se sigan estudiando los textos de Lenin o lo que representó el proyecto político soviético desde distintas disciplinas? Hay que tomar en serio esta segunda opción, porque la primera niega cualquier tipo de análisis ulterior que la continuidad del comunismo conlleva en pleno siglo XXI, y quizás el hecho evidente de que, tras la caída del Imperio Soviético, los mismos problemas políticos, económicos y sociales que el comunismo trató de resolver siguen presentes, sea una de las causas de que hoy día siga habiendo comunistas. Es para tomarlo en serio sin duda.
- Izquierda Asiática o Maoísta: la interpretación del comunismo por parte de Mao Tse-Tung y sus herederos dentro y fuera de la República Popular China dista del ideario soviético en varios aspectos. Uno es su idea de socialismo más asociada, al menos hasta el golpe de timón de Deng Xiaoping en 1979, en la armonía social comunitaria sin esperar la abundancia de mercancías, frente al desarrollismo tecnocrático soviético. Pero sobre todo se diferencia en su idea de dialéctica de clases y de Estados revolucionaria. El sujeto revolucionario es el proletariado, pero al mismo nivel que el campesinado, incluso teniendo este último más peso. Se admite el multipartidismo con hegemonía comunista, frente a la dictadura del proletariado de partido único del PCUS, y China es un sujeto revolucionario en sí misma como fuerza que altera el orden mundial realmente existente tras el fin de la Guerra Fría. Pero la revolución universal maoísta es centrípeta, no centrífuga como las anteriores con permiso de la liberal española. China atrae hacia sí al resto de países. China es el Sol en la Tierra, y el resto de Estados sus planetas orbitantes. No tienen prisa para llevar a cabo la instauración universal del comunismo, y de ahí las evidentes contradicciones ideológicas y socioeconómicas del desarrollo chino.
Pues bien, en el año 2006, Ismael Carvallo afirma que habrá una séptima generación de las izquierdas políticamente definidas, y que esta hablará español y será materialista en sentido de Gustavo Bueno. No pone fecha y no delimita sus coordenadas, ni lo pretendía. Surge entonces Izquierda Hispánica (IH) como asociación cultural que trata de desarrollar estas ideas de Carvallo. Pero, ¿acaso Carvallo e IH, y yo mismo, no nos hemos equivocado? Quizás no nos hemos dado cuenta de que la séptima generación de izquierdas políticamente definida se estaba desarrollando ante nuestros ojos, y solo una ceguera teoreticista, que buscaba más la coherencia ideológica y filosófica interna más que una asunción de la realidad, no nos permitía verlo. A mi juicio, ya hay, ya se puede hablar de una séptima generación de las izquierdas políticamente definidas, y hablo de ella a propósito de las elecciones de ayer en Venezuela:
- Izquierda Populista o "Socialismo del Siglo XXI": la clave la da el propio Gustavo Bueno, y no Ismael Carvallo, en su artículo Notas sobre el concepto de populismo (http://nodulo.org/ec/2006/n053p02.htm). Es la izquierda de Chávez y Maduro, de Correa, de los Kirchner, de Evo Morales, de Daniel Ortega. El sujeto revolucionario es el pueblo, la parte viva de la nación, que mediante el voto democrático dirigido y amparado por un poder político, primero ascendente y luego descendente, asegura la aparente soberanía popular de ese mismo pueblo a través de la democracia y sus procedimientos. Un pueblo que mediante el voto no solo perpetúa en el poder a la vanguardia política populista, sino que decide incluso sobre el futuro y el pasado, reescribiendo la Historia a base de votaciones, con el concurso de intelectuales afines siempre. En ese pueblo, los trabajadores más humildes y los pobres son la parte más importante, y de ahí el intento de mejora de sus espectativas de vida, al tiempo que se trata de mantener cierta estética y cierto aire humilde en sus manifestaciones políticas y cotidianas. El populismo rompe con las últimas izquierdas y su fin proléptico anarquista-comunista, y lo sustituye, tal y como aparece de manera explícita en El Libro Rojo del PSUV (http://www.venezuela.org.cn/documents/librorojopsuv.pdf), la "Biblia" de la Revolución Bolivariana, por una armonía universal "multipolar" y "socialista" de respeto mutuo entre naciones políticas, o mejor dicho, entre pueblos, pues estos pueblos, como partes vivas de las naciones realmente existentes, desde postulados populistas, podrán decidir el futuro incluso para cambiar las fronteras de las naciones políticas realmente existentes. En esta corriente populista entran algunos intelectuales de izquierdas españoles como Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias Turrión o Ramón Cotarelo, y también será punto final de carrera política de gente como Julio Anguita, Jorge Vestrynge o Sánchez Gordillo. El populismo será una especie de "pastiche" ideológico de gentes de ideologías y pasado político diverso que, tras las derrotas históricas de las izquierdas anteriores, acabarán definiéndose como "demócratas radicales" o "verdaderos" (fundamentalistas democráticos), y algunos con una tendencia más "comunistoide" y otros más "socialdemocratoide", donde el Estado será un medio para que el pueblo, o "los pueblos", sustancializado(s), puedan alcanzar su liberación definitiva de la explotación capitalista, sino hacia el comunismo clásico, si hacia la "democracia pura", internacionalista y armónico-multipolar. En palabras del gran ideólogo del populismo filosófico, el portugués Boaventura Da Sousa Santos, "el socialismo es democracia sin fin".
Las conclusiones de este análisis son las siguientes:
a) En el famoso debate de Negro Sobre Blanco entre Santiago Carrillo y Gustavo Bueno, la prudencia filosófica del último ha sido vencida por la capacidad de análisis, por estar en el meollo político a pesar de su edad, del primero. Carrillo acertó y vio que el "comunismo del futuro", con ese nombre u otro, iba a ser el populismo actual.
b) Ismael Carvallo se equivocaba y yo también me equivoqué. La séptima habla español, pero también portugués, inglés (las naciones antillanas que integran el ALBA) o árabe, y no es materialista filosófica, pues del materialismo filosófico de Gustavo Bueno no puede "surgir" ninguna ideología política, aún recibiendo influencias de él algunas, debido a su excesivo teoreticismo (según Fuentes Ortega) y su nihilismo crítico y su gnosticismo ("fuera del filomat no hay salvación"). La séptima tiene, como fundamento filosófico, lo que Heinz Dieterich llamó "socialismo del siglo XXI", de inspiración tanto marxista-troskista como nacionalista política, así como cristiana de la Teología de la Liberación. Las lineas en principio indefinidas de estas izquierdas, en el campo latinoamericano, y de manera principal en Venezuela, han conseguido conformar un proyecto político más que definido, presente y con planes y programas particulares y universales.
c) El fracaso de Ismael Carvallo y de Izquierda Hispánica, como "izquierdas buenistas", en el análisis de esta cuestión, no es absoluto. Queda mucho trabajo por hacer, tanto filosófico como político, y ello depende de varios factores, siendo los principales el futuro a medio y largo plazo del populismo latinoamericanista (ante el cual hay que tomar partido), la evolución presente y futura de los restos del comunismo post-soviético y la revisión completa de diversos postulados del materialismo buenista, del marxismo hasta hoy día y de otras corrientes filosófico-políticas, económicas y sociológicas. Lo que está claro es que el análisis de la dialéctica de clases y de Estados como motor de la Historia política, de la Razón económica en relación con esta dialéctica antedicha, y una idea potente de hombre universalizable son claves para salir del atolladero en que los "buenistas de izquierdas" y también los "oficialistas" se han metido. Y para ello, me temo, habrá que abandonar eso que algunos han llamado "izquierda buenista", pues no lleva a ninguna otra parte más que en aquella en que ya está metida, esto es, en nada. Y es que, a nivel político, el materialismo filosófico de "derechas" o de "izquierdas" te lleva a la nada política por las características antedichas. ¿Pero hay potencial revolucionario político en las ideas de Gustavo Bueno? Quizás, pero no tal y como hoy están desarrolladas, o mejor dicho, "(des)enlabazadas".