Ayer la partitocracia oligárquica catalanista, que va desde los liberales-conservadores de y democristianos de CiU a los populistas bat...
Ayer la partitocracia oligárquica catalanista, que va desde los liberales-conservadores de y democristianos de CiU a los populistas batasunos de CUP pasando por la socialdemocracia (o socialfascismo: http://en.wikipedia.org/wiki/Social_fascism) de ERC, decidió poner fecha a la "consulta", el 9 de noviembre. Las reflexiones que se me ocurren al respecto son las siguientes:
a) Creo que nadie con dos dedos de frente, salvo claro a un español que ha mamado y no ha digerido la educación ideológica que ha recibido en la escuela administrada desde las competencias autonómicas y por los medios de información socialdemócratas y liberales, puede desconectar el furor separatista europeísta catalán de otros furores nacionalistas similares, como el que está ocurriendo en Ucrania, donde hordas de europeístas fanáticos derriban estatuas de Lenin mientras quieren someterse a la cada vez más poderosa Alemania y su IV Reich en proceso de cierre (ver: http://www.armesilla.org/2013/12/ucrania-campo-de-batalla-entre.html), siendo coherentes con una herencia ideológica singular, la de aquellos soviéticos ucranianos que, anticomunistas confesos tras el Holodomor o gran hambruna de los años 30 del siglo pasado, abrazaron con entusiasmo la invasión de la Wehrmacht nazi a su territorio y se sometieron sin dudarlo a sus campos de trabajo esclavistas para dotar de grano de cultivo a la tierra de los Übermensch arios. Y aún yendo de demócratas e incluso de "marxistas", el anticomunismo del nacionalismo catalán queda palpado en la fecha elegida para la "consulta": 9 de noviembre de 2014, coincidiendo con la noche de los cristales rotos (cuando los nacionalsocialistas destruyeron sinagogas y mataron a varios judíos, unidos a meros civiles, y con la complacencia de las autoridades políticas) y con la caída del Muro de Berlín (que señaló la derrota del bloque soviético frente al Imperio estadounidense). El simbolismo es muy importante en política, y no se puede construir un "nuevo Estado de Europa" y gustar a Alemania y buscar su apoyo si no eliges una fecha que agrade la "memoria histórica" de las élites políticas y económicas germánicas.
b) A nivel técnico, la pregunta para la consulta, o mejor dicho, la doble pregunta, es una chapuza. O a mí se me escapa algún tipo de maquiavelismo mal entendido en estos genios, o realmente me parece que está mal planteada la consulta, y hablo a nivel técnico. Las dos preguntas son: ¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado? y en caso afirmativo ¿quiere usted que sea un Estado independiente? Leía ayer en diversos comentarios de Internet ya algunas parodias (críticas) de la misma consulta, parafraseando a los payasos de la tele, Miliki y Fofito: ¿Cómo están ustedes? y en caso afirmativo, ¿cómo quieren estar?. Aquí no se ha buscado la efectividad política, sino el consenso, al más burdo estilo español (porque lo son) de la Transición o de los artículos de la Wikipedia (aunque algunos son maravillosos): no prima la verdad, sino el consenso. Y aquí el trol es Joan Herrera de ICV-Verds. La idea de que Cataluña sea un "Estado" pero que no sea independiente, forzando así a hacer de España un Estado federal, es lo que ha motivado este consenso, lo que muestra dos cosas. La primera es el analfabetismo político de Herrera, de los consensuadores de la "consulta" ayer y de toda la sociedad española en general y de los catalanes en particular, en primer lugar porque España no puede ser un Estado federal salvo por balcanización y posterior reunión de las partes formales balcanizadas en una federación, la cual es siempre una ficción jurídica porque los Estados que se federan ceden su soberanía a una federación central, unitaria, que es la que en el momento de la unión la ejerce. Pero ¿para qué separar y balcanizar lo que lleva unido 500 años? Solo una ideología populista, democratista, que piense que el voto del pueblo puede incluso obligar a reescribir la Historia mejor que los historiadores, a los que la democracia plebiscitaria y "participativa" obligaría a seguir sus indicaciones en forma de papeleta dentro de una urna, puede pensar en esta posibilidad. La Historia la escriben los vencedores porque son ellos los que hacen la Historia. Y no ha habido Estado en toda la Historia que haya nacido por vía "democrática". Siempre ha surgido mediante la violencia y por medio de victorias bélicas, sean estas calientes (la mayoría de los casos) sean estas frías (el caso de la destrucción de la URSS). La segunda cosa que muestra todo esto es la posibilidad de que la gente vote cosas distintas en las dos preguntas, muestra a su vez del analfabetismo político antedicho, y de la confusión y oscuridad de la misma consulta, que evidencia impaciencia, inmadurez política (muy acusada en el caso del partido de las chanclas, CUP: http://www.armesilla.org/2013/11/chanclas-catalanistas-o-el.html) y presentismo.
c) No obstante, la "victoria moral", ideológica, del neofeudalismo catalanista sobre una defensa de España que, desde el Gobierno y el Partido Popular, no pasa del mero tecnocratismo y frío pragmatismo sin ofrecer ningún tipo de respuesta ideológico-teórica (y tienen a mano millones de libros que podrían usar para ello) ni a esta consulta bipolar ni al simposio "España contra Cataluña" donde catedráticos subvencionados intentan elaborar un discurso universitarista para construir el Nuevo Orden catalán, es evidente. Y aunque la consulta sea una chapuza y no se celebre, aún cuando la gente vote en cajas de cartón en la calle, lo cual no vale políticamente para nada, podrán seguir ahondando en la ideología más potente (por seguimiento popular) del presente, y que les ampara dentro y fuera de Cataluña a la hora de conseguir comprensivos aliados o justificadores, lo que comúnmente se llama separadores, peores que los separatistas: el fundamentalismo democrático, esto es, la idea de que la democracia (la realmente existente, la liberal-burguesa) es el sistema político definitivo de la Historia de la Humanidad, el punto de inflexión político definitivo, cuyos "déficits" que no son vistos como características inherentes a dicho sistema, solo se pueden solucionar desde su perspectiva ideológica de una única manera, con "más democracia", siempre participativa (o "protagónica" en lenguaje bolivariano), plebiscitaria, en la que el "pueblo", la parte viva de la nación política, aún cuando se equivoque, siempre tendrá razón, como el cliente que compra en el mercado, siempre según el propio mercado. Frente a ese desaucio ideológico que el democratismo propicia(ese que piensa que Cataluña puede separarse de España porque "España no la quiere"; una nación no es un matrimonio, la mera analogía denota también analfabetismo político, histórico y antropológico), el Gobierno y el PP, también el PSOE e IU, democratistas todos ellos, no pueden sino invocar la Constitución de 1978, cuya ambigüedad a la hora de tratar el tema nacional y regional en su Artículo 2, es la que nos ha llevado realmente a todo este embrollo, nacido también, qué cosas, del consenso. Pero ahí está la victoria ideológica del democratismo catalanista, que le permitiría seguir jugando fuerte un año más, o quizás más, pues han conseguido que mucha gente piense que se es más demócrata por subvertir la soberanía nacional española, haciendo que el voto de un catalán respecto a un tema que importa a todos los españoles como es la unidad de España, valga más que el voto de un extremeño, un andaluz, un aragonés, un balear, un vasco o un madrileño, los cuales admiten su servidumbre en una mezcla ideológica entre caciquismo medieval, neofeudalismo y anarquismo (muy carlista todo realmente), que solo evidencia lo que soterradamente se encuentra en la base ideológica de este democratismo neofeudal: el odio o desprecio a todo lo que la palabra España represente. Cuando mucha gente no ve como suyo un territorio que lo es, una riqueza que lo es y una población que es compatriota, esto es, cuando muchos españoles no sienten Cataluña como suya, entonces el separatismo ha vencido, y los separadores son su indirecto aliado más firme. Pues los separadores y los separatistas ven un privilegio como un derecho.
d) Frente a todo esto, solo dos formaciones políticas, Ciudadanos y UPyD, ofrecen resistencia coherente, a pesar de que ambas también son fundamentalistas democráticas, ambas son federalistas (sic) y ambas constitucionalistas de 1978. Pero en este pastiche, sin embargo, no son tan melífluas ni tan indefinidas como el PP, el PSOE (salvo Susana Díaz, y con pinzas) e Izquierda Unida (salvo los casos honrosos de Paco Frutos y poco más: http://www.youtube.com/watch?v=qjD3msnhhcc#t=0). Y hoy día nadie puede fiarse de un presidente como Mariano Rajoy, experto en el "donde dije digo digo Diego", responsable de una amplia amnistía encubierta a ETA (la cual, no descarto, que vuelva a matar) acompañada de la excarcelación de muchos asesinos, pederastas y violadores, por no haber tenido nuestro sistema político la decisión firme en su momento de reformar el Código Penal con vistas a la cadena perpetua como mínimo para criminales horrendos, por no hablar de sus decisiones en materia político-económica, completamente sujetas a un neoliberalismo algo moderado todavía pero completamente sumiso a la misma Alemania a la que los de la consulta acercan su "amada" Cataluña. Rajoy ha prometido firmeza y que la consulta no se celebrará. Pero este hombre no es de fiar, al igual que su antecesor, causante en alto grado de lo que nos está pasando ahora.
Las tensiones están a flor de piel e irán a más en este año que nos espera. Azuzada por la crisis económica, la crisis nacional se radicaliza, y sus resultados son inesperados. Es probable que la consulta no tenga efectividad política ninguna más allá de una victoria propagandística evidente. Lo que está claro, no obstante, es que aún cuando las tensiones separatistas logren atenuarse, el fundamento de sus reivindicaciones y anhelos está en los mismos pilares del régimen que pretenden destruir mediante su balcanización. Y esos fundamentos no son otros sino el mismo consenso de la Transición, la Constitución de 1978 y las Comunidades Autónomas, el europeísmo en particular y el sometimiento a la hegemonía político-cultural anglogermánica en general y, cada vez con mayor nitidez, el amparo que todo ello recibe de instituciones oligárquicas económicas y políticas previas incluso al franquismo y la Guerra Civil como puedan ser los fueros vasconavarros, cierto anarquismo institucional desde los municipios a las más altas esferas del Estado y una monarquía borbónica corrupta que se ve a sí misma más como una especie de institución imperial austrohúngara que como la cabeza visible de una nación política como la defendida en la Constitución de Cádiz.