Borja Menéndez escribió en su facebook una nota biográfica acerca de José María Laso, militante comunista histórico en España, todo un ...
Borja Menéndez escribió en su facebook una nota biográfica acerca de José María Laso, militante comunista histórico en España, todo un ejemplo de compromiso político, social e ideológico-filosófico como pocos, recordando el cuarto aniversario de su fallecimiento. Un personaje del siglo XX a la misma altura de otros más conocidos como Marcelino Camacho. Murió como vivió, estando al pie del cañón al lado de los explotados y oprimidos, pues hubo, creo yo, tres cosas que siempre apasionaron a Laso, al cual no conocí, pero que sería bueno tomar como ejemplo personal sin apenas mácula por mi parte, y por parte de muchos en nuestra nación. Estas tres cosas son: la lucha estoica por la mejora de uno mismo, la lucha estoica por la mejora de los que le rodeaban y la lucha estoica por la mejora de la Patria y, desde ella, de toda la Humanidad (esa Sociedad Universal Isomérica que retrataba Gustavo Bueno, gran amigo de Laso, en su "Primer Ensayo sobre las Categorías de las 'Ciencias Políticas'). Porque revolucionar el Mundo implica, esencialmente, la revolución personal profunda y permanente. Y de ambas cosas Laso fue un maestro. Murió el hombre, pero no falleció la persona, cuyo trabajo teórico y cuyo ejemplo vital solo pueden causar admiración y generar la responsabilidad de tomar su ejemplo. Reproduzco a continuación el texto de Borja Menéndez, para los lectores de esta web y como homenaje por mi parte a este comunista ejemplar:
De abuelos maternos alaveses y paternos procedentes de Burgos, José María viviría sus primeros años en el barrio bilbaíno de Basurto. Asistiría allí a la Escuela Municipal de Indauchu, donde las lecturas semanales de su maestro iniciarían una precoz avidez lectora que le llevaría, no cumplidos aún los diez años de edad, a poseer una pequeña biblioteca cuyos libros circularían entre sus hermanos y amigos.
En noviembre de 1939, de regreso del exilio en Francia, comenzaría la lectura de los cientos de volúmenes de la biblioteca de la Sociedad de Viajantes y Representantes del Norte de España (SVRNE), a la cual había tenido acceso a través de su padre, representante comercial a ella suscrito. Dicha biblioteca, burlada de algún modo la censura franquista, le permitiría leer libros entonces prohibidos en España.
En 1943, ingresaría en la Escuela de Trabajo de Elejabarri iniciando su militancia antifranquista con la fundación del periódico La libertad, editado "en un lugar bajo la tiranía franquista". Esta publicación sería distribuida hasta 1945, principalmente en la misma Escuela de Trabajo en que estudiaba. En su portada figuraba el siguiente lema:
"NI FRANCO NI REY, REPÚBLICA, LIBERTAD DE EUSKADI Y EMANCIPACIÓN DE LA CLASE TRABAJADORA".
Ese mismo año de 1945, abandonaría la Escuela de Trabajo de Elejabarri, lo que le dejaría más tiempo libre con el que emprender un plan sistemático de formación. Dicho plan comenzaría por la adquisición de los saberes científicos que le permitieran despojarse de la cosmovisión mitológica cristiana recibida. Así, las primeras cuestiones de que se ocuparía serían las del origen del universo y de la vida, así como la del desarrollo evolutivo de esta última.
Esta etapa le conduciría a las proximidades del llamado "materialismo filosófico soviético", cuyo estudio, dada la inexistencia en España de las obras de referencia, habría de iniciar mediante la lectura de las exposiciones que sus adversarios doctrinales hacían como preparación para su posterior crítica.
En su alineamiento con el mencionado materialismo filosófico tendrían una influencia crucial, por otra parte, sus lecturas juveniles de Jack London. Así, en sus propias palabras:
"Quizás la gota de agua que desbordó el vaso, o el cambio cuantitativo que produjo en mí el salto cualitativo a mi condición de comunista, fue la lectura de Jack London. (…) fue la lectura de su magna obra El Talón de hierro, y de la biografía de Jack London que publicó Irving Stone, la que produjo en mi ese cambio cualitativo".
En 1947, ingresaría en el PCE, decidiendo, por ello, el cese de la edición de su periódico. Sin embargo, al año siguiente aún saldría un último número, con el que trataría de suplir, en donde este se distribuyera, la ausencia de propaganda por parte del PCE debida a la desarticulación de la organización del País Vasco en aquel año.
En 1952, sufriría la primera de sus tres detenciones policiales. Dos de tales detenciones se producirían a manos de la Brigada Político-Social de Madrid, actuante en el País Vasco como Brigada Volante. Dicha Brigada dependía del antiguo Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, entonces ya de Espionaje y Comunismo, cuyo juez instructor era el célebre coronel Enrique Eymar Fernández. Sería entonces cuando conocería por vez primera la rudeza de los puños de Morales, que poco tiempo después sería su torturador.
Sólo dos años más tarde, en 1954, sería otra vez detenido. En esta ocasión, por el Servicio de Información de la Guardia Civil. Sin embargo, dada la impericia de la Benemérita en tales menesteres por entonces, José María conseguiría ocultar la efectiva reorganización del PCE en el País Vasco, permitiendo así que ésta continuara. A su salida de la cárcel, tras un mes de cautiverio, sería nombrado Secretario de Agitación y Propaganda en el Comité provincial de Vizcaya.
Llegado 1958 se produce su tercer y más prolongado ingreso en la cárcel. Le juzgaría el Tribunal Especial para Actividades Extremistas, nuevo nombre del viejo tribunal que por dos veces ya le había encausado, siendo condenado por este a 12 años de reclusión por el delito de Rebelión militar. Dicha sentencia había sido precedida por veintidós días de torturas que José María soportó sin doblegarse ante el intento de que delatara a sus camaradas. En reconocimiento a ello, el VI Congreso del PCE, celebrado en Praga en 1960, le nombraría miembro suplente de su Comité Central.
Sus sucesivos encarcelamientos no carecerían, sin embargo, de aspectos positivos pues le permitirían participar, entre otras cosas, del llamado "movimiento comunal", mediante el cual los presos políticos comunistas se organizaban para distribuir sus escasos medios de vida, pudiendo satisfacer así las necesidades colectivas.
Por otra parte, mientras desempeñaba el puesto de barrendero de la biblioteca del penal de Burgos, última prisión en que cumpliera condena, organizaría una sección clandestina de la misma que le permitiría continuar ampliando su formación, así como también la de los muchos presos que se acogerían a su magisterio. Por tales actividades, organizadas por el Comité del PCE en la prisión, esta sería conocida como la "Universidad de Burgos".
En 1963, con motivo de la elección del cardenal Montini, que adoptaría el nombre de Pablo VI, como sucesor de Juan XXIII en la cátedra de Pedro, le es concedido el indulto.
Seis años después, en 1969, llegaría a Asturias por razones laborales; y, al año siguiente, durante la presentación del libro de Gustavo Bueno Martínez El papel de la filosofía en el conjunto del saber, protagonizaría una anécdota representativa de su gran dedicación al estudio y autodidactismo.
El autor del libro que se presentaba, admirado por la intervención de José María en el coloquio posterior al acto, pidió conocer tras este al que suponía un Catedrático de Enseñanza Secundaria. Sin embargo, una vez lo hizo, y para su sorpresa, descubriría que no era tal su ocupación sino la bien distinta de representante comercial de Chocolates Zahor. Se daba, además, la circunstancia de que, por aquel entonces, José María Laso ni siquiera tenía aún el grado de bachiller.
Desde entonces, no habría iniciativa de interés filosófico celebrada en Asturias que no contara con la presencia de José María. Entre estas cabría destacar, en primer lugar, el Club Cultural de Oviedo y las Cenas del Fontán, en los que, en los años setenta del pasado siglo XX, participarían tantos de quienes, durante la Transición Española, formarían parte de la Junta Democrática; así como, ya en los ochenta, la Asociación Cultural Tribuna Ciudadana de Oviedo. Esta asociación continuaría, al margen de los recién legalizados partidos políticos, las tareas que, hasta entonces, se habían desarrollado con independencia de éstos y que, con su legalización una vez llegada la democracia, serían absorbidas por ellos.
Añadido de la Wikipedia:
José María Laso Prieto resistió los terribles reveses de su militancia práctico-política con la misma tenacidad con que se dedicó al estudio: una y otro eran, al fin y a la postre, la misma cosa: el ejercicio de su valentísima "praxis" revolucionaria. Que nadie olvide su férreo gramsciano ejemplo: hay tanto valor en resistir la tortura sin delatar a los camaradas, como en dedicar una porción descomunal de la propia vida, hurtándosela a otras cosas o personas queridas, a la lectura y estudio solitarios. No fueron uno y otro para el camarada Laso sino los lados pasivo y activo de una imponente libertad personal, la suya propia, trabajosamente "templada, durante decenios, cual el acero".
Como consecuencia de tal varapalo electoral, se produciría entonces el intento de "asalto a la sede" propiedad del PCE por parte de miembros y simpatizantes de la federación asturiana de la coalición IU con que los primeros compartieran hasta entonces su uso.
En tales circunstancias, José María Laso tomaría partido por el denominado "sector crítico de Izquierda Unida", organizado en torno a la agrupación municipal de la mencionada coalición en Oviedo y la dirección del Partido Comunista de Asturias. Ello se concretaría en su apoyo a la candidatura de ASCIZ a la alcaldía de Oviedo.
Tal toma de partido sería sucedida por la "no inclusión" de José María en la "reorganización de la base de datos" de la formación política dirigida entonces por Gaspar Llamazares Trigo, con Jesús Iglesias Fernández como Coordinador regional.
De facto, la mencionada "no inclusión" supondría la inmediata y definitiva expulsión de la coalición del histórico militante comunista que había pagado con ocho años de su juventud su compromiso con "el restablecimiento de la democracia en España".
Minutos antes de la medianoche del 21 de diciembre de 2009, fallecía José María Laso en el Hospital Monte Naranco de Oviedo. Concluía así el progresivo deterioro físico sufrido por él durante los diez últimos años como consecuencia de los efectos secundarios del tratamiento médico de una arteritis. En palabras del propio José María, un "daño colateral" de la guerra de Iraq, en visita solidaria a cuyo pueblo había contraído este en 1999 tal enfermedad.
Más sobre José María Laso en su autobiografía: