Esta semana han pasado muchas cosas importantes. Me atrevo a destacar brevemente algunas de ellas:
Esta semana han pasado muchas cosas importantes. Me atrevo a destacar brevemente algunas de ellas:
El Frente Cívico de Julio Anguita está teniendo éxito en una cosa, en conseguir obligar a Izquierda Unida y al Partido Comunista de España a posicionarse sobre cuestiones que Anguita y el FC plantean públicamente, siendo una de las cuestiones más importantes la adscripción geopolítica y geoeconómica de España a nivel de relaciones internacionales. La semana pasada se celebró el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de España, partido que surgió en la década de 1920 de una radicalización de las Juventudes del Partido Socialista Obrero Español que llevó, casi de inmediato, a una escisión revolucionaria y prosoviética del socialismo español, el PCE. Un partido de larga trayectoria, a veces errática, que no obstante cuenta en su Historia con el honor de ser la única fuerza de oposición real (al margen de ETA, aunque las relaciones de ETA con el régimen anterior al de 1978 son oscuras y confusas también) al franquismo, y con la, a mi juicio, mancha del "eurocomunismo", el trol socialdemócrata que desleninizó el PCE, en parte comprensiblemente con los tiempos que corrían de descomposición progresiva de la Unión Soviética. A mediados de la década de 1980 el PCE conformó la coalición Izquierda Unida, de cara al referendum de la OTAN y ya establecida de manera perenne como la tercera fuerza política en votos de España pero a un nivel muy inferior de poder a nivel institucional debido a una ley electoral pensada ex profeso para minimizar el impacto político y social del buque insignia del comunismo histórico español.
Este XIX Congreso hubiese servido para, en palabras de algunos delegados, permitir al PCE liderar los procesos de protesta social (poderes políticos ascendentes en disidencia frente a los descendentes), y algunos de sus sectores menos menchevizantes apostaron decididamente por el cuestionamiento abierto contra la Unión Europea y el euro, y estimo que en buena medida eso es un logro de Julio Anguita y su Frente Cívico. Pero a la semana siguiente del Congreso las cosas no parecían apuntar por ahí, como se puede leer en el medio digital Cuarto Poder:
Con esta solución de compromiso y la decisión de celebrar la primera Conferencia Económica en el otoño de 2014 para debatir, entre otras cuestiones, “cómo romper la Europa del euro”, el cónclave comunista, que este domingo reeligió a José Luis Centella como secretario general, evitó un giro drástico hacia las posiciones de algunos colectivos que, como el Frente Cívico deJulio Anguita, apuestan por la recuperación de la soberanía monetaria y la salida del euro. Anguita no acudió al Congreso del partido y se ha significado históricamente por su batalla sin tregua contra el modelo de construcción europea que echó a andar en Mastricht.
La línea del PCE sigue siendo "europeísta", y en parte de la de Anguita también, pero ya Anguita y otros líderes más jóvenes de la izquierda populista como Pablo Iglesias Turrión apuestan por orientar España a Iberoamérica más que a Europa, eso sí, todavía arrastrando los típicos tics ideológicos de las izquierdas socialdemócrata y comunista nacidas al albor de la Transición española. Pero Anguita es más rádical que el PCE y que Turrión en su crítica al europeísmo realmente existente y por ello en su FC la salida del euro y de la Unión Europea es una idea-fuerza que obliga a partidos tradicionales como el PCE a tomar partido. Y la toma de partido del PCE, estimo, se ha decidido tomando en cuenta posibles alianzas electorales a corto plazo que, azuzadas por grupos de presión bisagra entre el PSOE (en proceso de refundación para seguir igual que siempre, esto es, en el poder) e Izquierda Unida como el encabezado por Baltasar Garzón y José Carrillo (el hijo de Santiago Carrillo, el impulsor del giro socialdemócrata y menchevique del PCE), vean prioritario un "frente común contra la derecha" (el PCE) antes que proyectos políticos más maximalistas y trascendentales como son la reubicación a nivel de plataforma continental geopolítica de España en el concierto internacional.
La alianza política entre PSOE e Izquierda Unida-PCE perjudica sobremanera a los eurocomunistas españoles. Pues es una alianza que, más allá de permitir presionar para desarrollar medidas políticas internas en beneficio de los trabajadores como ocurre, aparentemente, en Andalucía, donde ya hay pacto de Gobierno PSOE-IU, no permite hacer ver a IU como alternativa real de poder, y ello se debe a que no se presentan casi nunca como alternativa real al PSOE. Anguita ya ha señalado que IU tiene dos sectores ideológicos muy claros: el que ve a IU como un báculo de apoyo del padre biográfico-político, el PSOE, y el que trata de dotar a IU de personalidad política propia que sea no ya solo alternativa a "la derecha" sino también al PSOE, su mayor enemigo político. Yo añadiría un tercer sector, el populista, muy influido por los llamados "movimientos sociales".
Pero hay otros países donde también existe una "alianza contra la derecha" entre comunistas y socialdemócratas que, sin embargo, no perjudica, al menos por ahora, a los primeros. Es el caso de Chile. El Partido Comunista de Chile ha sabido colocarse muy bien a nivel estratégico tanto en los vectores descendentes del poder político como en los vectores ascendentes ya desde la lucha estudiantil universitaria. No en vano, las elecciones chilenas son en dos vueltas, y el apoyo comunista se concretó solo en esta primera vuelta, reforzado por unos líderes universitarios cuyo ejemplo ha despertado el apoyo y la admiración de numerosos trabajadores chilenos. Digamos que el Partido Comunista Chileno ha conseguido aunar lo mejor de un Frente Cívico con lo mejor de un partido político tradicional, y además la coyuntura geopolítica chilena es más propicia que la española en tanto Chile, también desde su sector político más liberal y conservador, sigue participando en procesos de unificación continental como los de la UNASUR o el Mercosur. Es decir, el comunismo chileno está más políticamente implantado que el español, y eso significa que el marxismo (y también el leninismo) chilenos tienen un mayor impacto político, académico y cultural en Chile (también influyen en los socialdemócratas) que en el caso español. Pues el comunismo chileno no aspira simplemente a "romper las reglas" europeas, sino a transformar la sociedad política chilena de raíz.
¿Y por qué el comunismo chileno sigue aspirando a ello, a pesar de una larga temporada de gobiernos democráticos liberales incluido el de Bachelet (también por motivos estructural-jurídicos como ha apuntado muchas veces el teórico del derecho Fernando Atria), y a pesar de la bancarrota del experimento allendista tras el golpe de Estado que instauró una dictadura militar-hayekiana con Pinochet al frente? Por un motivo, si se quiere, beta-operatorio: porque el marxismo, como filosofía de la acción política además de ser una concepción del hombre y del Mundo, sigue ejerciendo un lugar fundamental en muchas instituciones chilenas como concepción de una conciencia filosófica materialista políticamente implantada.
Una implantación política de la conciencia filosófica que no se reduce a una mera tertulia, ni a tampoco estar al día de saberes de primer grado. Pues, realmente, eso no es estar políticamente implantado. Uno puede saber mucho de física cuántica y criticar los desvaríos filosóficos de sus profesionales, y sin embargo estar en su casa comiéndose un bocadillo y ya. Pero la implantación política de una conciencia filosófica, esto es, de una ideología concreta, para poder llegar a ser institucional, tiene que tener una dimensión ontológica clara en esta dirección y que parece que en Chile todavía existe mientras que en España aparentemente no. Esta característica la comentaba con José Ramón Esquinas, amigo mío y compañero filosófico y político, además de un gran experto en cuestiones chilenas y otras. A la pregunta ¿qué tienen en común todas las ideologías políticas, filosóficas y religiosas que están políticamente implantadas de verdad?, su respuesta me parece contundente, esencial y trascendental, pues supone además una idea fuerza que, aún necesitando desarrollo, me permito el lujo de compartirla aquí hoy: lo que tienen en común es que todas ellas, desde el cristianismo hasta el marxismo, pasando por el liberalismo, la Ilustración o Modernidad, el comunismo, el Islam o el budismo (en tanto ideologías universalistas), son soteriológicas. Aquí no se incluirían las heterías soteriológicas, siempre particularistas, típicamente sectarias como puedan serlo el Psicoanálisis, el calvinismo o el fascismo (su salvación no es "individual" aparentemente, pero sí particularista), entre otras. Pues aquí soteriológico se entendería a nivel ontológico-trascendental, esto es, universalista, para todos los hombres, y a niveles tanto ético como moral como político, e incluso escatológico. Así pues, se podría defender que toda conciencia filosófica políticamente implantada de verdad, también racionalista radical y materialista, si no quiere caer en el nihilismo gnóstico, ha de ser soteriológica. Y en este sentido, el materialismo marxista chileno lleva una gran ventaja al español, si es que queda algo de marxismo soteriológico en España.