Rajoy ha respondido a Mas. El presidente de la nación política española, de todos los españoles (también de los separatistas), ha respo...
Rajoy ha respondido a Mas. El presidente de la nación política española, de todos los españoles (también de los separatistas), ha respondido a Mas, el legal pero ilegítimo presidente de la región catalana, aquella que quieren robar (el separatismo es un robo de territorio pagado y generado por todos los españoles para entregarlo a "Europa" y la Anglosajonía) una parte de nuestro territorio, de nuestra patria heredada de generaciones anteriores y que ha de ser legada a nuestros hijos, negando el derecho a decidir sobre ella a 48 millones de españoles para que solo 6 millones lo decidan. Los separatistas acusan de "miedo" al sí a la independencia. Pero es al revés, el miedo lo tienen ellos, miedo a la soberanía nacional de 48 millones de compatriotas que son los legales y legítimos sujetos de soberanía, tanto a nivel histórico como jurídico, de la nación española. Ante esta evidencia, ante esta verdad, Rajoy, el notario con mayoría absoluta, ha respondido a Artur(o) Mas, la carta que enlazo a continuación:
Varias reflexiones han de sacarse de la misma:
a) Como bien ha dicho José Bono, la carta es más parecida a una homilía de cura anciano que a la carta del presidente de una nación. Evidencia que Mariano Rajoy, que ha superado con creces a Zapatero como peor presidente de la historia de España (el podio estaría formado por Rajoy, Zapatero y Casares Quiroga), ha dejado a España sin soberanía nacional, sin bienestar social por los recortes que ha emprendido y sin dignidad. Ha sido incapaz de remontar, dejando todo en la economía, el nefasto legado de Zapatero, por lo que ya España lleva una década, desde el 11M de 2004, sumida en un forzado semiaislacionismo político. España es un barco a la deriva que ha chocado con un gran iceberg, como bien dijo Gustavo Bueno (http://www.nodulo.org/ec/2007/n069p02.htm):
Y si de algo puede servir para el futuro, no para el pasado, el análisis de las repercusiones de la frase del Rey –que el Gobierno socialista quiere a toda costa minimizar («a lo sumo es un incidente entre Gobiernos, no entre Pueblos», «es una tormenta en un vaso de agua»)– es para ver que este incidente es sólo la punta de iceberg que avanza contra España con la mirada, por no decir con el impulso complacido de Francia y de Alemania. Avance de un iceberg que no anuncia sólo un cambio climático, el cambio que ha suscitado el nuevo movimiento fundamentalista, como si fuera una especie de religión soteriológica que, en nombre de la Madre Naturaleza, está siendo abanderada por Al Gore, una religión a la que se adhieren, más allá de la política, eminentes izquierdistas socialdemócratas o comunistas relictos, como pueda serlo el actual presidente de las Cortes, el señor Marín, según acaba de anunciar (en la época de Olavide, Marín se hubiera acogido a un convento). Anuncia también, sobre todo, la posibilidad de un cambio político ideológico en las relaciones de España con Hispanoamérica, y de los gobiernos republicanos in pectore con las nacionalidades españolas.
b) Los asesores de Rajoy, Jorge Moragas y Pedro Arriola, son los que han dicho al notario que tenga una estrategia de pasividad, de avestruz, ante los problemas de España, que supuestamente le dio réditos electorales en el 2011 dejando pudrirse al PSOE y a Rubalcaba. Parece ser que estiman que, igualmente, el neofeudalismo catalanista, con su fuerte músculo transversal, interclasista e interideológico (también con apoyos en el resto de España desde las izquierdas antiespañolas que creen, ingenuamente, en "procesos constituyentes" que acabarían con el régimen de 1978 con la constitución de una "república catalana", y desde el liberalismo realmente existente, el apátrida minarquista-ancapista), se pudrirá igualmente y que no vencerá a la nación española. Si el presidente del Gobierno elije las homilías curiles pasivas y no hace callar a ministros bocazas como Margallo (su apoteósico pedido de negociación de "Cataluña" con "España", quizás siendo él maestro de ceremonias), si elije, en definitiva, la estrategia de "sentarse a la puerta y esperar ver el cadáver de su enemigo (proverbio árabe)", quizás no cuente con un proceso que puede verse en redes sociales y en la calle misma: que se pudra también y se descomponga el apoyo electoral masivo que los simpatizantes del Partido Popular le dieron el pasado 2011. Ahí estarán para recoger lo sembrado partidos como UPyD o Ciudadanos, que pretende dar el salto político a escala nacional, aprovechando que según las encuestas serían la tercera fuerza política de Cataluña por delante del traidor PSOE y del cobarde PP, y aprovechando que ha sido el único que ha negado públicamente la doctrina zapaterista de la nación discutida y discutible: la nación española no es negociable. Por no hablar de la posible, aún hoy improbable, ascensión de fuerzas políticas neofascistas españolistas que encuentren su lugar ante esta crisis nacional de gran gravedad.
c) El patriotismo español debe contraatacar sin complejos pero con prudencia, tanto frente al neofeudalismo separatista (con aliados políticamente tan dudosos como los racistas Estados de Letonia y Lituania, la xenófoba Liga Norte que quiere destruir Italia, los paletos nacionalistas escoceses o algunos liberales ingleses; Inglaterra, esa nación construida a base de robar a sus competidoras, que no tiene ni constitución, que probablemente sea el Estado más cercano al Antiguo Régimen de Europa, con una jefa de Estado al mismo tiempo jefa de la Iglesia Anglicana, y con una división social de clases tanto en lo económico como en lo étnico-racial que roza el Apartheid de baja intensidad, el cual han mimetizado en todas sus antiguas colonias, como buen Imperio Depredador que fueron, al cual quieren poner el culo todos los separatistas catalanistas), como frente al notario y sus asesores pasivos. El patriotismo español debe construir un discurso de mínimos, simple y sencillo pero asumible por todos los patriotas desde el más simple al más inteligente, desde el más académico al que menos estudios tiene. Y debe meterse en las instituciones políticas, económicas y académicas de toda España, ganar adeptos nacionales e internacionales de todo el espectro político (de la "extrema izquierda" patriota española a la derecha conservadora no neofascista), fomentando la acción por separado y conjunta de todo este espectro ideológico. El contraataque ha de realizarse. Pues el gobierno sedicioso catalanista de Mas ha aupado a aquellos que, algunos creen, se lo comerían, como es la Asamblea "Nacional" Catalana y a ERC (partido que, hay que recordar, coqueteó con la Liga Norte, y tuvo sus tropas de asalto fascistas en los Escamots de los años de 1930).
d) Todo aquel que no niegue las mentiras separatistas estará de su parte en mayor o menor medida, y deberá ser considerado un tibio, un consentidor de delitos como es el robo de parte de España a los españoles. Todo separatista, además de un traidor, es un delincuente, y como tal legal y oficiosamente ha de ser tratado. Y no solo en lo económico-territorial, también en lo moral. La Hispanofobia debe ser declarada delito de odio.
e) Ante un presidente tibio, no cabe la justificación tipo Francisco Marhuenda. O se está con la nación política española, o se está contra ella. O se está por la igualdad de todos los españoles ante la Ley, o se está por una recuperación del austracismo político que, entre otras cosas, llevó a la desaparición del Imperio Austríaco, gran catástrofe del siglo XX. Es hora, creo yo, y soy republicano, de reivindicar a Felipe V como uno de nuestros mejores jefes de Estado de toda la Historia, como el rey que puso las bases para ir acabando poco a poco con los privilegios feudales medievales que tanto añoran por retomar en el catalanismo. Su fallo fue no acabar también con los vascos y navarros. Pero esa tarea nos corresponde ahora a todos los patriotas españoles que queremos defender España frente a la balcanización, la servidumbre y la estupidez. Cosas que, con esta cartita, el notario Rajoy no hace en absoluto.