Artículo publicado en El Revolucionario, el 5 de noviembre de 2008: http://www.elrevolucionario.org/rev.php?articulo1035
Artículo publicado en El Revolucionario, el 5 de noviembre de 2008:
Los Estados Unidos de Norteamérica, conformados ayer como un cuerpo electoral uniformado, han decidido, por abrumadora goleada, que el nuevo emperador realmente existente, a nivel universal, sea el candidato del Partido Demócrata: Barack Obama.
Barack Obama ayer, celebrando la victoria
El primer presidente negro del Imperio realmente existente, un fantástico vendedor de humo que habrá de mostrar su valía
Barack Obama se trata, además, del primer presidente negro de la nación, algo que hubiese sido impensable si no se hubiesen dado tres características de manera unísona: la crisis económica mundial, la caída de popularidad de Jorge Bush II (la elección de Obama era, básicamente, anti-Bush) y el voto hispano, el cual no está viciado al mismo nivel que blancos WASP y afroamericanos del histórico conflicto racial, y ha sido determinante en la elección de Obama. Por otra parte, para los enemigos del Imperio (China, Rusia, Eje Franco-Alemán, Irán, Venezuela), Obama representa la posibilidad de un metafísico multilateralismo mundial. Algo imposible, ya que la dialéctica de Estados es determinante: siempre habrá un Imperio universal que domine e influya sobre el resto de Estados. Hay que ser prudente, pero básicamente el cambio de Bush a Obama será mínimo
En el año 2006, el filósofo español Gustavo Bueno publicó un libro de bastante éxito en aquella nación europea, cuyas repercusiones llegaron a México, titulado «Zapatero y el Pensamiento Alicia: Un presidente en el País de las Maravillas». En esta obra, el filósofo racionalista radical y materialista definía la particular filosofía del presidente español, José Luis Rodriguez Zapatero, como Pensamiento Alicia. Lo definía así:
«Un pensamiento que nos ofrece la representación de un mundo futuro pacífico, feliz y «a la mano», pero sin decirnos los medios que pueden conducir a él, ni los métodos que nos van a permitir evitar las guerras, las diferencias entre los pobres y los ricos, o las distancias entre los politeístas, los monoteístas o los ateos. Simplemente se nos pone delante de este mundo maravilloso como algo que ya puede considerarse como dado, porque acaso sólo es la codicia, la estupidez o la ignorancia de algunos hombres lo que nos separa de él.(…)
Lo característico del «Pensamiento Alicia» es precisamente la borrosidad de las referencias internas del mundo que describe y la ausencia de distancia entre ese mundo irreal y el nuestro.»
Si bien el libro estaba dedicado al presidente español, como máximo representante en el momento de la publicación de ese libro —cuya lectura recomendamos a todo aquel que pueda adquirirlo—, Gustavo Bueno también afirmaba que el Pensamiento Alicia, debido a sus características como un pensamiento fácil, infantil, a gusto de todos, se expande como el humo y con mucha potencia. Ya en este periódico se informó de cómo en algunos países, como España, donde el Pensamiento Alicia es la ideología de la clase dominante, y por tanto la ideología dominante, el entonces hipotético triunfo de Obama representaría el triunfo de su ideología en el Imperio realmente existente. Y si bien el triunfo ayer de Barack Obama no representa la dominación de Zapatero sobre el Imperio (algo ridículo), sí representa el triunfo del Pensamiento Alicia a nivel internacional.
El candidato del Partido Demócrata a las elecciones de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, ha ganado las elecciones, frente al candidato del Partido Republicano Juan Mccain (empecemos diciendo que siempre nos ha resultado ciertamente absurda la denominación de demócratas y republicanos para los dos principales partidos del Imperio; ya que los demócratas son tan republicanos como los republicanos —defienden un modelo de Estado republicano, es decir, no monárquico—, y los republicanos son tan demócratas como los demócratas —defienden un sistema político democrático, es decir, no aristocrático ni tiránico—). El triunfo de Obama no ha sido sólo celebrado en el país, sino fuera de nuestras fronteras, vivido como si se tratase de la llegada del Mesías a la Casa Blanca. Prácticamente todos los sujetos operatorios vivientes en sociedades democráticas de mercado pletórico celebran el triunfo del Pensamiento Alicia que representa Obama. Un candidato mercadotécnico típico del capitalismo que ha sabido vender humo en tiempos de necesidad. «Yes, we can», («Sí, podemos»), un eslogan fácil que ha calado en la mayoría de los norteamericanos, ayudado por la crisis financiera mundial. Previo a las elecciones, Obama publicó el libro de metafísico título «The Audacity Of Hope», («La audacia de la esperanza»), en el que plasmaba su pensamiento político. Un pensamiento político que se podría definir como armonista, fundamentalista democrático y pánfilo, capaz de fabricar esperanza y deseos de cambio pero sin saber muy bien hacia dónde. Obama representa el total triunfo del Pensamiento Alicia en el mundo.
Todos los mitos modernos denunciados por el materialismo filosófico (el mito de la cultura, los mitos de la «izquierda» y de la «derecha» y el mito de la felicidad), se han dado en el día de ayer, durante la campaña electoral y se darán al menos durante los próximos cuatro años. El primer emperador negro de la historia de los Estados Unidos ha conseguido el casi unánime consenso mundial. Gente celebrando su triunfo en Brasil, Japón, la Unión Europea e incluso China, y no sólo por la falsa idea de la globalización (una idea aureolar supuestamente en proceso, que en realidad encubre las pretensiones de dominación mundial de Estados Unidos como culminación y fin de la Historia, ya vendido por el funcionario Francisco Fukuyama). Ven a Obama como el triunfo del multiculturalismo debido al color de su piel (¿qué tendrá que ver el color de la piel con la «cultura»?), de la democracia (una democracia que, cuando legítimamente eligió a Bush II como emperador fue cuestionada, ahora es venerada por elegir a este demiurgo de ébano, supuestamente más democrático y tolerante que su antecesor, todavía en el cargo en funciones), y del multilateralismo (que no es otra cosa que una expresión más del Pensamiento Alicia; un multilateralismo imposible por la propia dinámica de la dialéctica de Estados, que hace imposible un mundo multipolar en el que varios Estados, como hermanos a estilo de la prédica cristiana, lleven al mundo a la tierra prometida referida por el asesinado Martín Luther King, muy mentado estos días en el mundo entero, cuyo sueño parece haberse cumplido).
Y también un supuesto triunfo del Sueño Americano, aquel que afirma que cualquiera en nuestro país puede lograr lo que se proponga, un Sueño que afirma que un pobre puede convertirse en emperador o que una jovencita de la América Profunda puede convertirse en estrella de Hollywood. Y lo cierto es que Obama, de origen keniata, humilde, ha llegado a la presidencia debido a tres circunstancias que se han dado al unísono: el rechazo a la invasión de Irak de la administración Bush II / Cheney, la crisis económica mundial y el voto hispano, decisivo a la hora de elegir a Obama, ya que nosotros no tenemos el «pecado original» racialista que tanto afroamericanos como blancos WASP tienen en este país. En un país donde la distinción europea católica de «izquierdas» y «derechas» jamás ha existido, se ve a Obama como al triunfo de la «izquierda» socialdemócrata y el retorno al New Deal de Roosevelt (así lo ha afirmado el portugués José Manuel Durao Barroso hoy en rueda de prensa como portavoz del Eje Franco-Alemán, confirmando los análisis de El Revolucionario del deseado retorno a Keynes por políticos socialdemócratas y cristianodemócratas europeos). Políticos tanto de «izquierdas» como de «derechas» europeos se han apuntado el triunfo de Obama, los primeros como el triunfo de la socialdemocracia mundial, los segundos como el triunfo de la democracia. Nunca el mundo vio tantas declaraciones oportunistas tan al unísono como en la jornada de hoy. Muchos, además, ven a Obama como aquel que traerá el fin de los problemas que asolan al planeta, desde el terrorismo islámico al cambio climático, desde la crisis económica hasta el hambre, desde la supuesta pérdida de prestigio del Imperio hasta la democratización total de la tierra. Demasiada responsabilidad para un presidente que defraudará cada una de estas ilusiones (no son otra cosa), tan demandadas por una población mundial tremendamente maleable y conservadora, que para evitarse líos depositan su confianza en el más listo de los truhanes. Para hacer un símil patrio, Obama sería como los vendedores de elixires del lejano oeste que, tras conseguir estafar a los lugareños, sale huyendo del pueblo en el que se encontraba de paso con todo su dinero e ilusiones.
Los resultados electorales han sido masivos para los Demócratas. Se han asegurado la mayoría del Congreso, en el Senado y en la Cámara de Representantes. Una victoria impensable sin la ayuda indirectamente prestada por la administración Bush, una panda de ineptos que han conseguido que sus ciudadanos busquen la armonía universal en vez de la implantación mundial del American Way Of Life (aunque en realidad, esto también lo perseguirá Obama, ahora con mayor complacencia mundial de sus Estados aliados hiperdemocráticos, que no pestañearán a la hora de rendir pleitesía al nuevo emperador). No entramos a valorar si esto será bueno o malo en el futuro, pero desde luego Obama, para desilusión de muchos, no cambiará la política exterior estadounidense. Tan capitalista, imperialista y fundamentalista democrática será la política obamista como la bushista. Será en la Realpolitik en donde se vea el verdadero rostro del Pensamiento Alicia, un pensamiento movido por la mala fe, que predica una cosa que luego en la práctica jamás cumple. Los demócratas, como partido y como clase, tienen sus propios planes y programas para el mundo y para la nación. Desde 1992 no controlaban todas las cámaras y tampoco la Casa Blanca, y ahora han vuelto a lograrlo. Lo que desde luego permitirá que este partido, historicamente más agresivo en política exterior que los republicanos (las invasiones de Afganistán e Irak se dieron en un contexto excepcional, tras el ataque al corazón del Imperio que se produjo el 11-S), tenga menos oposición a la hora de llevar a cabo iniciativas imperialistas sobre el mundo. Entre ellas la posible invasión de Pakistán, tradicional aliado de Washington, que Obama jamás descartó en campaña. Una acción militar imperial, si se produce, más agresiva y peligrosa que la tan cacareada guerra contra Irán (la cual tampoco se descarta). Pakistán sí sufre, al contrario de Irán, el terrorismo de Al Qaeda a una escala bastante alta, y Pakistán si tiene armamento nuclear, además de estar en la frontera con la India, otra potencia en ciernes política, económica y nuclear, que podría jugar para los Estados Unidos un papel importante como aliado frente a China, el verdadero némesis estadounidense. Por eso, la inestabilidad en Pakistán es algo que jamás podrá permitirse el gabinete de Barack Obama.
La elección también es esperada por los enemigos del Imperio. Un presidente sin prácticamente experiencia internacional, al que muchos tildan de ingenuo y de excesivamente diplomático, cuyo panfilismo beneficiaría a aquellos Estados que quieren ser el próximo Imperio universal realmente existente, e imponer su modo de vida, su sistema político y económico, sus tradiciones y costumbres, como los adecuados para asegurar la paz y la prosperidad de todos. Si bien en El Revolucionario somos prudentes a la hora de enjuiciar un mandato presidencial que todavía no ha comenzado efectivamente (Bush II sigue siendo presidente en funciones), sí podemos afirmar algo con rotundidad: nada va a cambiar, y las buenas intenciones (o malas) de Obama y sus partidarios (y de la población mundial que se ha tragado su mercadotecnia) no van a salvarnos del precipicio al que nos acercamos. Incluso podrían acelerar la caída. El triunfo de Obama es el triunfo del Pensamiento Alicia, es el triunfo del subjetivismo sobre lo objetivo, el triunfo de un burdo pseudognosticismo que cree que, si uno aprieta sus puños y dientes con fuerza, y repite varias veces en voz baja mientras cierra los ojos que todo es posible si uno se propone cambiar las cosas (el «Sueño Americano», puro protestantismo en movimiento) todo cambiará. Pero el infierno está lleno de buenas intenciones.
Otra cosa que tenemos clara es que los críticos del Orden Establecido tendrán ahora, con Obama en el poder, el camino más empinado. En particular el pensamiento crítico materialista y racionalista radical que empieza a fraguarse en la Hispanidad, que se encuentra rodeado de una orgiástica mundial en busca de una Tierra Prometida ya vendida por un religioso (Martin Luther King), democrática, capitalista, subjetivista e inmadura. Nos esperan cuatro años muy duros. Estaremos en vanguardia durante los mismos, viendo como los consumidores satisfechos de las democracias de mercado pletórico empiezan a madurar a base de golpes cada vez más duros.
"Caminante sobre un mar de niebla", del alemán Gaspar David Friedrich
Como en la foto de arriba, en la que Obama es el caminante y sus electores la niebla, el futuro de los Estados Unidos y del resto del mundo se vuelve más oscuro de lo que los consumidores satisfechos piensan ahora; un futuro al que se ha llegado, el cual sería impensable sin ese romanticismo irracional tan del gusto de la civilización occidental