Nuevo artículo en prensa, publicado en Eldebat.Cat, diari digital de Catalunya : http://www.eldebat.cat/cast/notices/2013/06/socia...
Nuevo artículo en prensa, publicado en Eldebat.Cat, diari digital de Catalunya:
http://www.eldebat.cat/cast/notices/2013/06/socialfascismo_71737.php
http://www.alternativaciudadana.es/index.php?option=com_content&view=article&id=15855%3Asantiago-armesilla&catid=137%3Atribuna-nacional&Itemid=39&lang=es
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El pasado 29 de mayo de 2013, la coalición parlamentaria española Izquierda Unida, con Cayo Lara, su coordinador general, como maestro de ceremonias, junto a Joan Herrera de su "filial" catalana Iniciativa Per Catalunya-Verds (ICV), firmaba una declaración en favor del llamado "derecho a decidir". Izquierda Unida, coalición en la que militan el Partido Obrero Revolucionario (troskista), Izquierda Abierta (grupo liderado por Gaspar Llamazares, de clara orientación socialdemócrata), CUT-BAI (Colectivo de Unidad de los Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas, de orientación nacionalista andaluza), la UJCE (Unión de Jóvenes Comunistas de España) y su partido madre, el histórico PCE (Partido Comunista de España, partido marxista de signo menchevique), se posiciona de esta manera, junto con ICV (socialdemócratas secesionistas), a favor de que unos españoles tengan más derechos que otros. Derechos llamados "de autodeterminación", encubriendo un claro privilegio de secesión basado en el censo, en el origen geográfico de los españoles, por lo que en un hipotético referendum de independencia, solo los catalanes censados en municipios catalanes podrán votar negándoles ese derecho al resto de españoles no censados en esos municipios.
Desde una perspectiva española nacionalista, de izquierdas, democrática, antirracista, contraria a los privilegios neofeudales por razón de casta, clase, raza u origen, que es la que puedan tener grupos como Alternativa Ciudadana Progresista (ACP), Coordinadora de Agrupaciones Socialistas Autónomas (CASA), o Izquierda Hispánica (IH), por nombrar unas pocas, o prácticamente las únicas realmente existentes, no es en absoluto extraño que Izquierda Unida (IU) abogue por la ruptura y la destrucción de la soberanía nacional, de la igualdad de todos los españoles ante la Ley, por muy formal que pueda ser esta igualdad. En sus estatutos IU defiende la "autodeterminación de los pueblos", término metafísico en tanto que no hay auto, sino heterodeterminación, reconocimiento de unos Estados por otros. Y ya en el 2011, en las elecciones generales, se presentaron en coalición junto con CHA (Chunta Aragonesista, neofeudalismo maño), el también histórico partido Izquierda Republicana (federalistas) Batzarre (grupo que defiende la anexión de Navarra al País Vasco) y los citados ICV, en una clara coalición etnicista que, no obstante, se considera socialista o de "izquierdas".
Desde la caída de la Unión Soviética, y antes incluso, en la Europa occidental del Estado de bienestar, la construcción sociopolítica de este formato de sociedad por parte de la socialdemocracia y la democracia cristiana llevó a la convergencia ideológica, político-económica y cultural de ambas ideologías y de sus fuerzas políticas, pudiendo uno encontrar ideas socialistas claras en los democristianos e ideas criptoclericales en los socialdemócratas, algo que además arrastró a otras fuerzas políticas que orbitaban a su alrededor, como los comunistas (los cuales, renegando del comunismo soviético de Lenin, y adoptando ideas de Gramsci sin conexión con el leninismo -una suerte de Risto Mejide político-, dieron lugar al experimento eurocomunista de Enrico Berlinguer o Santiago Carrillo, menchevismo que enterró definitivamente al comunismo en la Europa comunitaria), o los liberales (hasta el auge actual del ultraliberalismo antiestatista de influencia anglosajona y austriaca).
También a las últimas fuerzas políticas que en el siglo XX y el XXI en Europa defendían posiciones, más que políticas, biopolíticas, acentuando lo telúrico y biológico como predicable de identidad política en su discurso por encima de lo estrictamente político e institucional, de herencia jacobina y liberal clásica decimonónica, también marxista y leninista. El mejunje ideológico de aquella convergencia, favorecida por el triunfo del capitalismo sobre el comunismo, ha dado lugar a dos fenómenos poco advertidos por muchos: 1) la disolución de la izquierda en la derecha y de la derecha en la izquierda, y 2) la recuperación de la biopolítica en el siglo XXI a nivel mundial, con ejemplos claros en el indigenismo hispanoamericano, el neofeudalismo europeo, el islamismo o el anarcocapitalismo. También en el identitarismo neofascista. No en vano, las grandes ideologías biopolíticas del siglo XX fueron el fascismo y el nacionalsocialismo, y es el elemento biopolítico el que conecta determinadas ideologías del presente, a izquierda y a derecha, con el nazifascismo de la primera mitad del siglo XX. Si la política es la acción de gobierno de la Polis a través de instituciones de poder y la organización de la sociedad a través de esas instituciones, la biopolítica sería el control, a través de esas instituciones, de los cuerpos de los individuos, desde el nacimiento hasta el "paso", como diría Mussolini.
Ideas tan aparentemente inofensivas con el proabortismo corporeísta (esa rama ideológica de los defensores del aborto basada en el axioma "yo soy dueño de mi cuerpo"), o el mismo nacionalismo vasco del PNV (el RH negativo), o el recalco en todo secesionismo del hecho diferencial (basado en raza, etnia, lengua), son casos claros de biopolítica, asumidos acríticamente por formaciones autodenominadas de "izquierdas", las cuales han abandonado de manera clara la característica genérica de toda izquierda políticamente definida: el racionalismo universalista, el cual solo puede ser político en sentido estricto, y nunca biopolítico.
Izquierda Unida, al igual que el PSOE (y el PSC), se han convertido en formaciones claramente biopolíticas, llegando a ese punto tras un proceso de convergencia clara en el momento de vacas gordas del Estado de bienestar antes señalado, y que ahora, que vivimos un proceso de descomposición de este Estado de bienestar, muestra sus rasgos más característicos y peligrosos. El biopoliticismo de IU les coloca, con la traición a la política del pasado 29 de mayo de 2013, en el lado de la reacción, en el lado de los enemigos de la soberanía nacional española, de la tradición política de izquierdas que en España se inicia con la Guerra de la Independencia de 1808-1814 y la Constitución de Cádiz de 1812, que toda izquierda políticamente definida en España debería asumir y defender. Izquierda Unida se coloca así en una posición pareja a la que tuvo la socialdemocracia alemana durante la República de Weimar.
El término socialfascismo fue acuñado en VI Congreso de la Komintern en la URSS, en 1928, para definir la actuación de los partidos socialdemócratas europeos, y en particular el SPD alemán, en pos del auge del nacionalsocialismo, pues muchos militantes del SPD acabaron siendo parte del NSDAP de Hitler. El SPD tuvo una actitud antipolítica, en tanto que ligó el internacionalismo proletario no a las instituciones políticas, al Estado (incluso a la URSS, el primer Estado socialista marxista), sino a la "Humanidad", la cual, como totalidad, está distribuida en Estados, conjuntos de instituciones políticas propietarias de una porción de territorio determinada, y que son garantes de los derechos y deberes de sus habitantes. Al no contar con esto, el paso en buena parte del SPD de la "Humanidad" abstracta a la raza aria (también parte de la "Humanidad", pero su punto, según los nazis, más alto de evolución, ahora postrada precisamente por Estados, como Francia o la misma República de Weimar), no fue difícil, y permitió, junto a otras coyunturas que desbordan lo que trato de explicar aquí, el auge del socialfascismo. Está claro que el término se metió en un cajón oscuro cuando la URSS cambió de política y defendió los frentes populares frente al auge ya en la década de 1930 de diversos movimientos biopolíticos en toda Europa. Pero esa estrategia se vio derrotada en el momento en que Alemania estaba ya preparada para emprender la más sangrienta guerra de la Historia. No obstante, la biopolítica nazifascista específica fue derrotada en 1945, no así la biopolítica en sentido genérico.
Estos argumentos pueden chocar a muchos lectores del presente, pero el paso desde el humanismo abstracto, que no tenga en cuenta las instituciones políticas, garantes de nuestra libertad para actuar en sociedad, al irracionalismo particularista fue un hecho entre los teóricos modernos del racismo decimonónico, en los nazifascismos del siglo XX y, ahora también, en los movimientos nacionalistas lingüísticos y étnicos de España y de otras naciones (Flandes en Bélgica, Escocia en el Reino Unido, Tibet en China, Quebec en Canadá, Chechenia en Rusia, Kósovo, el Kurdistán en Turquía, la Padania en Italia, entre otros). ¿Y cómo es posible ese paso tan sorprendente para muchos? Por la biopolítica, por la politización de los cuerpos humanos en sentido individual y/o comunitario, lo que conecta todas las ideologías particularistas e irracionalistas que ha habido en el mundo contemporáneo. Por ello, produce sonrojo y vergüenza que formaciones autodenominadas de "izquierdas" e incluso marxistas, acaben del lado de la reacción más atroz como ha pasado con Izquierda Unida. Si el socialfascismo resurge, no queda otra que quitarle la máscara social y combatirlo, combate que requiere que salgan del armario aquellos honestos militantes de la coalición en general y del Partido Comunista de España en particular espantados de la deriva etnicista y traidora a España y a sus clases de trabajadores de una coalición que se quiere postular como alternativa a la degeneración de la política de los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP. O lo hacemos ahora, o podremos acabar como acabó el SPD alemán en la década de 1930. Y no solo el SPD.