Ayer se vivió una doble jornada histórica. La Iglesia Católica Apostólica y Romana, la confesión religiosa con más fieles y seguido...
Ayer se vivió una doble jornada histórica. La Iglesia Católica Apostólica y Romana, la confesión religiosa con más fieles y seguidores de la tierra (1.100 millones de personas, seguida por el Islam sunnita con más de 900 millones), en su cónclave de obispos y cardenales, ha elegido al primer papa argentino (no el primer hispano -ya hubo cuatro papas españoles-, pero sí el primer hispanoamericano), y el primer papa jesuita, la orden creada por San Ignacio de Loyola, español, en 1540. Jorge Mario Bergoglio, argentino, será Francisco. La Hispanidad está de enhorabuena, su importancia universal es cada vez mayor, aunque está todavía por ver si conseguirá una importancia similar a la asumida durante la vigencia de la Monarquía Católica Española como Imperio (casi) universal. Es pronto para valorar una futura gestión que es, sobre todo, una incógnita. Pero pueden verse unas determinadas líneas a seguir.
La dura tarea que tiene ahora por delante pasa, a nivel interno del "pueblo de Dios" por tratar de remontar la pérdida continuada de fieles laicos católicos y de la disminución de carreras religiosas dentro de la Iglesia. Disminución que afecta también a la Compañía de Jesús, la cual cuenta hoy día con menos seguidores que hace 50 años, y en España, por ejemplo, han tenido que unificar diócesis jesuíticas para tratar de compensar la disminución de vocaciones.
También hay que tener en cuenta que es el primer papa de una nación del todavía llamado "Tercer Mundo" (inesperado para muchos, aunque ya fue el segundo más votado, tras Ratzinguer, en el anterior cónclave). Y es ahí en el llamado "Tercer Mundo" donde el catolicismo sí sube. En Iberoamérica se concentra la mitad de los católicos del mundo, y en el África subsahariana sube el número de fieles del Cuerpo Místico de Cristo, en competencia directa con las tradicionales creencias religiosas animistas y con el mahometanismo sunnita. También sube en Asia el catolicismo. De hecho, muchos comentan que el nombre de Francisco lo pudo escoger Bergoglio en recuerdo de San Francisco Javier, santo español que trató de evangelizar todo el Oriente, sirviendo así tanto a la expansión de la Iglesia Católica allende Europa como al Imperialismo Generador de Felipe II. San Francisco Javier trató de convertir a China al cristianismo, murió y sus restos son hoy venerados en la ciudad india de Goa, antiguamente perteneciente al Imperio Español durante su unificación con el Portugués.
Por supuesto, Francisco tendrá que poner orden en los dos grandes agujeros negros que la Iglesia Católica sufre hoy día: el caso Vatilieaks de revelación de secretos de Estado vaticano, y el encubrimiento de masivos casos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica durante décadas en varias naciones (Bélgica, Inglaterra, Estados Unidos, México -llamativo es el caso de Marcial Maciel, pederasta reconocido, y fundador de la secta de los Legionarios de Cristo-). Un tema espinoso que ningún católico, ni ningún ateo católico, puede negar ni renegar de ello si no quiere caer en la hipocresía y la mala fe.
A nivel externo, de dialéctica de Estados podría decirse, los principales retos de Franciso son, en Hispanoamérica, el bolivarianismo. Puede hacerse una analogía entre Francisco y Juan Pablo II, cuando este fue elegido, en buena medida, para dar la estocada mortal a un comunismo ya moribundo. La muerte de Hugo Chávez, algo que costará ver a muchos chavistas acérrimos sin capacidad de autocrítica ninguna, marca, como ya dije hace unas semanas, un probable principio del fin del bolivarianismo como alternativa sud-americanista de unidad continental. Pero Chávez era católico convencido desde siempre (lo pudo corroborar Gabriel García Márquez en una entrevista que le hizo en 1999), al igual que su sucesor Nicolás Maduro. Y no tuvo jamás miramientos Chávez para distanciarse de toda secta evangélica a la que en varios discursos calificó de fanáticos, e incluso mandó al infierno en alguna de sus alocuciones. Esto fue durante la campaña electoral para la reforma constitucional venezolana de 2007. Chávez apeló a los evangélicos y católicos seguidores del chavismo para votar sí a la reforma. La Iglesia Católica tachó la reforma de "inmoralidad", pero siguieron manteniendo muy buenas relaciones con él en el poder. Mientras tanto, el Foro Evangélico Venezolano, en su más puro estilo calvinista, calificó la reforma chavista de "herejía" porque atacaba la propiedad privada, considerada por los evangélicos de origen divino. En todo caso, y ya en la jornada de ayer, Nicolás Maduro se felicitó de la elección del primer papa suramericano, incluso sugiriendo que fue Chávez, desde el cielo, quien influyó en la elección papal. Obviamente, y el antichavismo feroz no pudo caer en la cuenta de ello debido a la bilis que destila cada vez que un bolivariano abre la boca, Maduro lo decía con absoluta ironía. Ahí está el vídeo para ver sus gestos durante su alocución, aunque sobre la numinización de Chávez hablaremos otro día. También Rafael Correa se felicitó por la elección de Bergoglio en su twitter.
También tendrá que lidiar con la teología de la liberación iberoamericana, teología en franca decadencia, pero todavía con importancia en un continente azotado por las grandes desigualdades socioeconómicas. Contrario, como Ratzinguer, a dicha teología, en buena medida por defender la oficial Doctrina Social de la Iglesia (de la cual bebe mucho la teología de la liberación). La tradicional puesta de lado de los pobres y oprimidos por parte de los jesuitas es totalmente continuada por Bergoglio. Vean sino esta conferencia y lean este discurso de Bergoglio, del cual me quedo con esta frase: "La piedad popular es la eclosión de la memoria de un pueblo. Es esencialmente deuteronómica". Su oposición a dicha teología de la liberación ha conllevado que muchos le relacionen con una tibieza o defensa de la dictadura argentina de Videla. Pongo el enlace de Wikipedia sobre el particular para tratar de dar un poco de luz a este espinoso asunto.
Pero el gran enemigo al que se enfrenta Francisco (Bergoglio), y su elección, a mi juicio, responde sobre todo a esto, es lo que se ve en este vídeo:
El gran enemigo de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, y de la racionalidad, no es la teología de la liberación, ni el bolivarianismo (con el cual acabarán entendiéndose), ni el progresismo (enemigo menor). Es sobre todo, el crecimiento abrumador que las sectas evangélicas, luteranas y calvinistas, están experimentando en la Hispanidad. Sectas héréticas del cristianismo que, en connivencia a veces con el progresismo o con ciertos sectores bolivarianos, pero sobre todo impulsadas desde el Imperio Estadounidense, tratan de pervertir y subvertir la esencia de la Hispanidad hacia derroteros ideológicos afines al individualismo espiritual, al solipsismo metafísico, a la locura objetual y a la justificación religiosa de la superioridad de los Estados Unidos de Norteamérica sobre su "patrio trasero" y de los ricos oficiosos predestinados por la providencia frente a los pobres, condenados al infierno, pues el Dios protestante evangélico no les eligió. Las sectas evangélicas son enemigas del catolicismo, del materialismo filosófico y, sí, del "socialismo latinoamericano", por muy difusa que pueda resultar su situación futura. En esa lucha contra los evangélicos y sus multimillionarios pastores, Francisco encontrará a los materialistas de su parte. Pues hispanos somos y nada de lo hispano nos es ajeno. Y ahora, más que nunca, también Roma.