Dicen algunos analistas políticos de la BBC que Mariano Rajoy maneja muy bien los tiempos políticos. ¿Qué? ¿Usted nunca ha oído a ni...
Dicen algunos analistas políticos de la BBC que Mariano Rajoy maneja muy bien los tiempos políticos. ¿Qué? ¿Usted nunca ha oído a ningún periodista británico de la gran cadena nacional de televisión del Reino Unido hablar sobre estas cuestiones, aún siendo angloparlante? No se preocupe. Yo llamo así a los periodistas españoles para "Bodas, Bautizos y Comuniones", esos cuya cara todo televidente residente en la nación española reconoce porque salen las 24 horas del día en todos los canales, hablando de cualquier cosa previo pago, constituyendo una especie de nueva "academia" que trata de lo divino y de lo humano.
Los periodistas españoles (desde los de El País hasta los de La Razón, pasando por Público, El Mundo, La Vanguardia, El Periódico o el ABC), salvo casos que hay que ponerlos a comer aparte (tipo Federido Giménez Losantos, del cual ya hablaré en otra ocasión), conforman una suerte de elite sociopolítica, una casta democrática bien asentada en el poder desde la Transición española, orgullosa de su forma de vida, que no consiste sino en, democráticamente, representar los intereses del grupo empresarial al que representan en connivencia con los intereses del partido político (PSOE y PP, CiU y PNV) con el que están conchabados. La clave de su discurso, para mí, esta en siempre acentuar en los comportamientos del adversario (sea de "derechas" o de "izquierdas") un claro peligro contra la democracia. "La antidemocracia son los otros", podría ser su lema. Pero en esa paranoia política tan característica de España, al ser todos antidemócratas (emic) nadie es antidemócrata (etic), con lo que todos acaban defendiendo lo mismo: la democracia coronada constitucional de 1978.
Dicho esto, el gusto por las tertulias políticas en televisión en las que siempre hablan los mismos, muchas veces preguntándote de dónde han salido todos estos (respuesta: de facultades de periodismo o "ciencias de la información", y esta respuesta tiene su lado perverso), y volviendo a la cuestión inicial, se dice que Mariano Rajoy maneja bien los tiempos en política. Con una población cada vez más agobiada por la crisis económica que padecemos, sin embargo, Rajoy tiene la confianza plena y suficiente en salir airoso de la encrucijada política en que él y toda España se sitúa. Encrucijada que se resume en: crisis económica + crisis política + crisis nacional + crisis moral. Crisis económica, desde 2008, porque España fue una de las naciones donde la crisis por sobreproducción en el sector de la construcción iniciada en Estados Unidos tuvo mayor impacto (la burbuja inmobiliaria). Crisis política porque en el Parlamento y fuera de él los partidos del régimen borbónico acumulan casos tanto de corrupción delictiva (Bárcenas, Gürtel, Amy Martin, caso Pallerols, el espionaje en Cataluña, y un largo etcétera), como de corrupción no delictiva (el caso Olvido Hormigos en parte, la presencia del neofeudalismo proetarra en las instituciones políticas, Eurovegas, etc.). Crisis nacional porque una elite secesionista en Cataluña quiere privar al resto de los españoles del derecho a decidir sobre la unidad de España en un referendum ilegal y antidemocrático en el que solo voten los españoles censados en municipios catalanes, auspiciado desde el Imperio realmente existente, como ya advertí yo hace varios años). Y crisis moral, en tanto que el proceso de degeneración de la corrupción en la democracia hace que esta, si bien no muera, sí hieda. Hedor que emanan también, en buena medida, "los de abajo".
Y pareciera que Mariano Rajoy supiese esto, el hedor de la corrupción en democracia que he tratado de resumir. Y de ahí su manejo de los tiempos. Un dato tecnológico: ayer su intervención inicial en el Debate sobre el Estado de la Nación, en vez de producirse como algunos esperaban a las nueve de la mañana, se inició a las doce del mediodía, hora buena para hablar de cara a la televisión en lo que a audiencia se refiere. El discurso de Mariano Rajoy se puede resumir en esta simple frase: todo está muy mal, pero lo estamos arreglando. Y lo cierto es que un presidente del Gobierno como él, con una mayoría absoluta aplastante sobre un herido PSOE (que todavía con más de 100 escaños en el Parlamento tiene mucho que decir en nuestro régimen), y atado de pies y manos tanto a nivel interno (España) como externo (Unión Europea), tiene poco margen de maniobra. Y aún así, parece que ha solventado el mayor problema directo que España tenía respecto a la crisis económica: evitar la intervención extranjera en materia política, como ocurrió en Italia o, en parte, en Grecia, con un rescate y un gobierno impuesto desde Berlín que hubieran dictado medidas económicas aún más radicales a las ya implementadas por el Gobierno del Partido Popular.
Si a esta primera fase, como Rajoy la ha llamado, la sigue la segunda, a partir de 2014, con una leve recuperación económica, que esperan algunos como Mario Draghi, con un PSOE todavía diciendo estulteces, la verborrea fluida y clara de Rajoy como parlamentario en este Debate todavía en curso puede ser un anticipo de su próxima victoria electoral el 2015. Y ni la subida en encuestas de Izquierda Unida o de Unión, Progreso y Democracia (la escisión del PSOE que lidera Rosa Díez), podrán impedir esto. No obstante, es una incógnita cómo será la composición del Parlamento Español que salga de las próximas generales. Lo que está claro es que un naufragio se solventa mejor cuando al pilotar la nave sabes que dependes completamente de las inclemencias del tiempo. Y si el tiempo es liberal, y sopla en alemán, solo puedes soltar lastre (también humano) para aligerar peso, pudiendo así salir antes de la tormenta. Y puede que solo el piloto sepa qué tiempo le queda para soltar lastre.