El consultor Alejandro Macarrón Larumbe, autor del libro " El suicidio demográfico de España " (Homolegens, Madrid 2012), y d...
El consultor Alejandro Macarrón Larumbe, autor del libro "El suicidio demográfico de España" (Homolegens, Madrid 2012), y digo consultor pues no es sociógrafo ni demógrafo, dio hace poco una charla en el Centro Riojano de Madrid, invitado por Nódulo Materialista en el ciclo de conferencias En Lengua Española, ciclo que ha tenido charlas buenas, interesantes y otras bastante discutibles, como la que trato en este post.
Yo estuve en esa charla, y bueno, fue más bien prescindible. Si bien el sistema de pensiones en España está amenazado por la baja natalidad, el ponente tuvo que reconocer (cosa que comenté con Iván Vélez), que la bajada de la tasa de natalidad en diversos países, con diversas políticas de control de la población, diversas leyes abortivas muy dispares (la muy permisiva española, la totalmente antiabortista polaca), con diversas escalas de productividad económica, industrial y potencia económica (Alemania, Italia), y con diferentes religiones (Marruecos, etc.), lo que mostraban era una bajada general, universal, de la natalidad mundial. Esto es, que cada vez nacen menos niños en todo el mundo, manteniéndose un poco más altas tasas en Estados Unidos y, a pesar de la política de hijo único, también en China, aunque hay que tener en cuenta la escala demográfica china en todo esto. Es lo que se ha llamado "segunda transición demográfica".
No hay más que ver las tasas de natalidad mundial, y también de mortalidad infantil, que muestran que donde más niños nacen en el Mundo (África subsahariana, zona del Sahel) es también donde más niños mueren. No hay más que ver los colores de los mapas de los enlaces que cuelgo, coinciden plenamente. Indonesia, por ejemplo, el país mahometano más poblado (300 millones de personas) tiene una tasa de natalidad bajísima (1'7 niños y bajando). Ahí están las tablas de Indexmundi para quien quiera consultarlas. Y España, desde siempre, y así lo muestra la demografía histórica, ha tenido una tasa de natalidad baja, al menos la España europea desde el siglo XVI hasta el XIX, mantenida en el XX. Es decir, no se puede culpar a la "Transición" de una tendencia generalizada desde hace siglos. Y en todo caso, siendo cierto la preocupante bajada de natalidad española desde 1975, lo cierto es que, y a pesar de la crisis y lo que conlleva (regreso de los inmigrantes a sus naciones de origen), la población española desde 1975 a 2013 ha aumentado en 18 millones de personas.
Fue Bettina García, especialista en demografía histórica, y presente en la charla, la que destapó estas cuestiones. Yo, por mi parte, señalé que ya un sociógrafo bastante reconocido, Amando de Miguel (que fue profesor mío durante la carrera), en un libro llamado "Las profecías no se cumplieron", Premio Jovellanos, Editorial Nobel, Oviedo 2001), afirmaba que con total probabilidad la población mundial, en este siglo XXI y hacia el XXII también, se estabilizaría en torno a los 12.000 millones de personas. Este dato no lo tuvo en cuenta el ponente, diciendo que lo perentorio era el preocupante presente, animando por su parte a que la gente tenga niños porque "la sonrisa de un niño es muy bonita". ¿Y quién paga y mantiene esa sonrisa con una sociedad española con jóvenes trabajando en precario con sueldos misérrimos las más de las veces, ya casi ni mileuristas, y con un presidente de la patronal CEOE, Rossell, afirmando que si los jóvenes tienen que trabajar dos horas al día, pues que al menos eso les sirva para que sepan lo que es trabajar?
Ante estas evidentes incongruencias, algunos compañeros materialistas se limitaron solo a hacer las mismas críticas (que están bien, por lo demás) acerca del peligro islámico, o de la felicidad canalla, o por el individualismo, que llevan haciendo desde que les conozco. Estas últimas dos críticas, teniendo su fulcro de verdad, parecen más bien las de un moralista que las de un filósofo materialista que ha de estar pendiente de saberes de primer grado para, después, hacer la crítica filosófica del presente. Y esos saberes de primer grado, en este caso, y que reconoció el señor Macarrón (el cual apeló al catolicismo como bote salvavidas de la natalidad española) en su charla, en este caso, y para estudiar estas cuestiones (aún siendo siempre peliagudas las comparaciones, inevitables y necesarias como referencia, entre tasas de Estados distintas), esos saberes de primer grado decía son la demografía y la demografía histórica. Y hay que estar al día de ellos para no hacer revisiones de brocha gorda sobre cuestiones tan inquietantes.